ESPERA EN LA OSCURIDAD

Miles de personas que esperan recuperar la vista enfrentan un gran obstáculo:la escasez de donantes

21 de noviembre de 1983

Pueden pasar años antes de que consigan el ojo que necesitan. Y mientras tanto, forman parte de una lista impresionante de pacientes prácticamente invidentes, que siguen un riguroso turno en espera de una llamada del Banco de Ojos, en la que se les comunique que por fin ha llegado la córnea requerida para efectuar el trasplante que les devolverá la luz.
Para muchos, sin embargo, la espera puede parecer eterna, cuando su mala visión linda en los límites de la ceguera. Otros, más avezados y casi obsesivos, resuelven no esperar más, y salen ellos mismos en busca de sus ojos, convirtiéndose en asiduos visitantes de hospitales y morgues, rogando a los familiares de jóvenes suicidas, irrumpiendo en velaciones de muertos anónimos, ofreciendo miles de pesos a los encargados de las morgues. Lo único que piden es el ojo de una persona que no lleve más de 6 horas de muerta.
¿Qué causa este grave daño de la córnea, que en la actualidad tiene a miles de personas en espera de un trasplante que quizás jamás llegue a producirse, por la extremada escasez de donantes? Parece ser que una enfermedad conocida con el nombre de queratocono es la causa más frecuente. Consiste, como su nombre lo indica, en que la córnea toma forma de cono, deformándose de esta manera la visión. Pero el opacamiento irreversible de la córnea también puede ser iniciado por una pequeña herida, o la presencia de un cuerpo extraño, que permitirá la entrada de un hongo e infectará la córnea. También el herpes, en estado crónico, puede ser el causante de que se obscurezca esa delicada membrana que recubre el ojo.
Y la solución, en la mayoría de estos casos, no es otra que realizar un trasplante que reemplace el tejido enfermo por uno joven y sano.
Aunque el remedio se conoce, llevarlo a cabo es realmente difícil. Es cierto que proliferan los bancos de ojos en el país, pero los donantes son tremendamente escasos. El doctor Angel Hernández, presidente del banco de ojos "El milagro de ver", afirma al respecto: "Cuando nos llega un ojo, ya tiene garantizados más de 200 candidatos". Algunos oftalmólogos particulares recurren entonces al procedimiento de importar del extranjero las córneas que requieren para los trasplantes, pero la mayoría de ellos, interrogados por SEMANA se quejaron de que los empleados aduaneros no cumplen las especificaciones requeridas para la delicada conservación de los tejidos. No se les aplica la temperatura requerida, y en la mayoría de los casos los trámites para obtener su ingreso al país se demoran más tiempo del que tienen las córneas para ser adecuadamente trasplantables. Todo esto explica por qué en Colombia, donde se requieren entre tres y cuatro córneas diarias, es tan difícil realizar los trasplantes que les devolverían la vista a tantos pacientes desesperados.
"El banco de ojos no existe como tal", aclara el doctor Hernández. "El ideal sería el de tener depósitos de córneas clasificadas según la edad y la necesidad, pero ya que esto no es así cualquier ojo que nos llega es inmediatamente utilizado". Esto ha generado, en Colombia, una especie de mercado negro de ojos. En la actualidad es posible conseguirlos por valor de 30 mil pesos la unidad, en los oscuros corredores de Medicina Legal, a donde diariamente llegan alrededor de ocho cadáveres sin identificar que probablemente jamás serán reclamados. La ley, sin embargo, señala que no se puede disponer de sus cuerpos antes de que hayan transcurrido 72 horas, plazo después del cual sus córneas se vuelven inutilizables. De ahí que por una buena oferta sea posible la comercialización clandestina de tan valioso órgano de la visión.
Ante la escasez de donantes, los bancos de ojos se ven obligados con frecuencia a surtirse de instituciones como ancianatos, colonias de mendigos y hospitales. Las córneas allí obtenidas, sin embargo, no reúnen en la mayoría de los casos los requisitos necesarios para ser trasplantadas. Cuando son donadas por ancianos, resultan opacas y poseen poca vida útil, ya que carecen de suficientes capas de células vivas y no garantizan una transparencia duradera. El donante ideal es el proveniente de accidentes fortuitos que garantizan córneas frescas y jóvenes y aseguran el éxito de la operación.
El tráfico clandestino de miembros para trasplantes no es nuevo en el país. Desde 1979 intentó legislarse al respecto, estipulándose un castigo de entre 6 y 12 años de prisión para los violadores de cadáveres, que en la práctica no ha demostrado ser muy útil para cerrar este tenebroso mercado negro. Aún peor, hizo más complicada la posibilidad de utilizar, en caso de urgencia, algunos de los órganos trasplantables de un cadáver.
Y aunque una persona haya autorizado en vida la extracción de sus ojos, después de su muerte es necesario obtener la autorización de sus parientes para hacer efectiva tal voluntad. Estos, en la mayoría de los casos, terminan negándose ante la perspectiva de que sus seres queridos sean mutilados, aunque dicha donación permita prolongar la vida útil de un ser humano. La misma legislación dificulta la posibilidad de que los miles de NN que llegan diariamente a las morgues y salas de urgencia de los hospitales puedan ser potenciales donantes de sus órganos, dentro del tiempo reglamentario en el que éstos son aprovechables.
"DONE SUS OJOS"
"Yo soy donante de ojos. Permita que alguien más pueda ver", se escuchaba decir hace un tiempo a través de la televisión a conocidos personajes como Pacheco y Consuelo Luzardo. Se trata de una campaña que venía impulsando el banco de ojos "Milagro de ver", mediante el procedimiento de invitar a la gente a donar sus ojos, llenando un cupón en el que autorizaba la extracción de sus córneas en el momento de su muerte. Los directivos de la institución afirman que la campaña sirvió para aumentar a 20.000 el número de donantes potenciales, aunque en la práctica el número de ojos efectivamente donados llega a ser casi insignificante.Y la razón consiste en que muchos de los donantes mueren sin que sus familiares den oportuno aviso de su fallecimiento. Esto, en opinión de autorizados oftalmólogos, se debe a ignorancia de la gente. Muchos imaginan a sus seres queridos horrendamente mutilados, cuando la verdad es que la sustracción de la córnea sólo implica una sencilla operación que no requiere sacar completamente el ojo de su órbita."La falta de educación de la gente y la frialdad comunitaria de los funcionarios es prácticamente la escencia del problema", afirma a este respecto el oftalmólogo Eduardo Arenas Archila. "Y mientras subsistan esos bajos níveles de conciencia, no podrán garantizarse los ojos necesarios para satisfacer la enorme demanda existente en la actualidad".
Esta escasez de donantes, sin embargo, no constituye un problema exclusivo de los países subdesarrollados. En naciones como Francia y en muchos países desarrollados, ciertas trabas de índole legislativa tampoco facilitan este vital abastecimiento de córneas. De todas maneras, en opinión de los oftalmólogos consultados por SEMANA, el problema en Colombia podría solucionarse en gran parte con la creación de un sólo banco de ojos real, carente de ánimo de lucro, con una reserva adecuada de córneas clasificadas para las diferentes dolencias y las distintas edades de los pacientes. Para ello sería necesaria una legislación tendiente a hacer efectivas las posibilidades de abastecimiento de estas reservas, eliminando por un lado la proliferación de bancos de ojos privados, y por el otro las trabas existentes en la actualidad para extraer el precioso tejido de cadáveres que ingresan inidentificados a establecimientos como Medicina Legal.
Sólo así será posible garantizar que miles de personas actualmente condenadas a la invidencia puedan recuperar el más precioso de los sentidos.
ETAPAS DE LA OPERACION
La operación de trasplante de córnea se llama Queratoplastia; se realiza cuando la cómea está opaca y obstaculiza la visión del ojo, casi hasta el extremo.
Este tejido que recubre el ojo es bastante delicado, no sólo por estar ubicado en su superficie, sino porque carece de vasos sanguíneos y de glóbulos blancos. No tiene defensas y no responde a los antibióticos. Cualquier infección es capaz de acabarla en días.
El mecanismo de su trasplante lleva más de 30 años de estarse practicando en Colombia. Luego de extraer la córnea de una persona que lleve menos de 6 horas de muerta, el ojo del paciente es trepanado y separada su córnea. Luego, por medio de una operación muy minuciosa, la nueva córnea es suturada con un nylon muy fino.
La operaón resulta exitosa en un 90% de los casos. Los fracasos muchas veces se deben a la mala calidad de la córnea o a los rechazos que el paciente desarrolla con respecto al cuerpo nuevo. Muchas veces, las córneas que provienen de ancianos, son bastante opacas y presentan dificultad para responder. Igual ocurre con las córneas que a pesar de haberse mantenido congeladas, ya han perdido su vitalidad. Cuando el paciente alberga infecciones en alguna parte de su cuerpo, lo más común es que rechace la córnea, y el primer síntoma consiste en que su ojo empieza a llorar.
La córnea sólo puede durar 4 ó 5 días, conservada en caldos de cultivo. A partir de ese tiempo, ya pierde su calidad y no garantiza el éxito de la operación. Por lo demás, es preferible que haya pertenecido a un joven; la córnea está constituida de capas de células que no se regeneran, y que van disminuyendo en número con el paso del tiempo.
TESTIMONIO
De niño no podía casi leer. A los trece años, Alberto Iregui estudiaba con dificultad, y sus padres, por consejo médico, lo sacaron del colegio.
Tenía queratocono, una dolencia que deforma la córnea bloqueando la visión, agravada con astigmatismo miópico. Usaba unos lentes de considerable grosor. A los 18 años, cuando el doctor Barraquer vino a Colombia y puso su consultorio en el Hotel Continental, él fue uno de sus primeros pacientes. Su córnea estaba realmente gastada y el doctor Barraquer le aconsejó una queratoplastia, nombre técnico con el cual se conoce el trasplante de córnea. Su recomendación, sin embargo, no pudo ser aplicada. En ese entonces, Iregui trabajaba en una empresa estricta, que le negó los dos meses de incapacidad que requería la operación.Así, entre fuertes dolores de cabeza, ojos irritados y una pérdida progresiva de la vista, Alberto se quedó sin operar. A los 28 años, sin embargo, experimentó una mejoría cuando le recetaron los lentes de contacto.
En 1978 volvió a donde el doctor Barraquer, quien le recomendó otra vez la operación. Sólo ésta le podría garantizar una visión casi perfecta. Había que extirpar el queratocono y hacer el cambio de córnea, pero para ello debía inscribirse en una larga lista de pacientes que estaban a la espera de un donante.
No había pasado un mes, cuando recibió milagrosamente la llamada del banco de ojos: una, de dos córneas importadas de los Estados Unidos, estaban a su disposición. Se escogió su ojo izquierdo, que era el más delicado. Fue internado y operado. Al día siguiente de la operación, le descubrieron el ojo y "aunque todo estaba borroso -cuenta Iregui- sentía la dicha indescriptible de poder ver". Con una córnea ajena, de un donante desconocido, se sentía prácticamente nuevo.
La operación fue todo un éxito y la córnea prendió bien. Curiosa mente, cuando iba a los controles post-operatorios, conoció a la persona que había heredado el ojo derecho del mismo donante desconocido, el "ojo hermano", como se les llama. Era una paraguaya cuyo ojo, lamentablemente, había rechazado el trasplante.
Un tratamiento de conductos mal efectuado, en una de sus muelas, le había producido una infección que en últimas determinó el rechazo de la córnea.
El ojo derecho de Iregui fue operado el año pasado, luego de dos meses de estar en la lista de espera. Cuenta que en esa ocasión lo llamaron del banco por equivocación, ya que no le correspondía el turno. Cuando ya había alistado la maleta le avisaron del error, pero como una gran concesión, a la semana siguiente lo operaron.
Recibió la córnea de un muchacho de escasos 14 años, que horas atrás había muerto en un accidente. Esta vez también fue un éxito la operación. Pero casualmente "su ojo hermano" tampoco corrió con suerte; heredado por un dentista brasilero, cuyos ojos estaban bastante rojos e irritados, parecía dar señales de que no soportaría el trasplante.
Hoy en día, Alberto Iregui es un asiduo lector, que lleva una vida normal de oficina y tiene intacto el 80% de su visión. La deficiencia del 20% restante la remedia con lentes de contacto. Con 48 años de edad, Iregui es una de las personas que todavía puede ver con claridad el letrero de un bus.