ESTO ES UNA CITA

La etiqueta de las relaciones amorosas ha cambiado radicalmente en los últimos años.

13 de abril de 1992

HOY LA PALABRA NI SIQUIERA SE menciona. Aunque la gente todavía quiere conocerse, encontrarse y llegara "algo", nadie admite que eso es una cita. Ahora, la gente simplemente "sale". Y aunque "salir con alguien" puede significar tanto o más que una cita, hombres y mujeres prefieren llamarlo de ese modo porque implica menos compromiso. La razón para la citafobia es evitar a toda costa la formalidad. En los 90, las cosas son "casuales".

O aparentemente casuales. Porque al parecer las "citas" están produciendo más ansiedad que nunca antes. La razón son los grandes cambios que las relaciones sentimentales han sufrido en los últimos decenios. Por una parte, el sida se encargó de darle el tiro de gracia a la liberación de los 60. Y por otro, la cacareada igualdad de los 70 convirtió el amor en otro campo de batalla entre los dos sexos. En menos de 20 años, las citas pasaron de ser un romántico encuentro que incluía baño de tina antes de salir, caja de chocolates y reservación de una mesa en un restaurante francés, a convertirse prácticamente en un compromiso más en la agenda de trabajo. Y la conversación que era un agradable juego para descubrir al otro a través de sus intereses pasó a ser un intercambio de hojas de vida: ocupación, historia marital, clase de carro, hobbies, etc. Igualmente, asuntos como ¿quién llama a quién?, ¿quién paga qué? y ¿tener o no tener sexo?, pasaron a ser más importante que contemplar la Luna, ser galante o saber si a él le gusta Brahms...

Lo cierto es que desde que la revolución sexual mandó al traste la mayoría de las reglas del ritual amoroso, nadie sabe qué esperar de una cita y tanto solteros, separados y afines se muestran nerviosos al hablar del tema.

Aunque un romance en cierne siempre ha puesto nerviosa a la gente (no en vano algunos definen las citas como una explosiva mezcla cuyos ingredientes son hombre y mujer, coctel y deseo), al decir de los Sociólogos esta ansiedad está batiendo nuevos récords. "La gente parece sentirse más tranquila hoy acerca del sexo, pero más insegura acerca del amor", señala un sicólogo. Al parecer, todos temen actuar en forma muy comprometedora, pero también les asusta quedarse indefinidamente en el consabido "superbien, pero nada que ver".

En opinión de los sicólogos, las citas sólo deben tomarse como una forma divertida de conocer todo tipo de gente... "Borrar de la mente la idea de que está buscando con quién compartir eI resto de su vida, ayuda a bajar la ansiedad", sostiene el especialista. Esto además sirve para aquellas que se sienten mal si llaman a un hombre para invitarlo a salir. "Deci dirse a llamar a alguien es mucho más cómodo que sentarse a esperar al lado del teléfono todos los sábados", dice Carlota una soltera de 34 años quien confiesa:
"Me encanta un churro que va al gimnasio. Como yo sabía que le fascina Gloria Estefan, compré dos boletas y lo invité al concierto. Fue una buena inversión".

Ahora, si el problema es dónde conocer gente, olvídese de los bares de solteros. Son más seguros los gimnasios y los supermercados. "En la noche del sábado o en la mañana del domingo, están atestados de solitarios deseosos de entablar relaciones ", dice Mireya, una soltera de 33 años. "Y las disculpas para presentarse son más recursivas que plantarse una noche en un bar con un martini en la mano. Eso sólo conduce al desastre". En los 90, las aventuras se han quedado únicamente para Indiana Jones. Olvídese de todos aquellos hombres que ha encontrado accidentalmente y ha gastado su tiempo tratando de determinar si es un asesino compulsivo, un alérgico al trabajo, un falso soltero o un recién separado en crisis existencial. No es de esas citas que estamos hablando. Sino de aquellas en las que uno toma la opción de irse con una persona a cine, a teatro, a una discoteca o solamente a caminar con el simple y único propósito de conocerse mejor y pasar un rato agradable. Así sea con aquel cuya idea de una cita es pedir una pizza para no perderse un episodio de Miami Vice.

Sin embargo, ese plan no es tan sencillo como suena. La mayoría de la gente de los 90 parece estar sufriendo el "síndrome de las citas fallidas". Según los sociólogos, esto puede deberse a que hoy la gente no sólo se relaciona a través de sus amigos o el trabajo, como hace unos años, sino espontáneamente en cualquier lugar y situación. Y también, a que hay más gente adulta que nunca antes en el pasado en plan de romance. Si a eso se agrega el hecho de que el manual de la etiqueta del amor no ha sido actualizado, la situación es comprensible.

Si usted está recién separado, probablemente la ansiedad de una cita alcance límites desproporcionados. Ya nada es igual a la última vez que usted llamó a alguien para invitarlo a salir y sus dotes para la conquista y el romance parecen haber quedado congeladas en la adolescencia. Después de haber salido bien librado del divorcio, gracias a su abogado, su terapista y su esteticista, ahora no sabe cómo actuar. Y cuando lo intenta, lo invade una desagradable sensación de déjavu. Para aquellos que necesitan actualizar sus conocimientos, les contamos cuáles son las nuevas normas del "dating".

l. Seguridad ante todo.
En esta época del sida nadie quiere sorpresas. Además, húyale a las blin-dates, las citas a ciegas son sinónimo de malas citas.

2. El amor hoy va a media marcha. Según las nuevas normas, la hora y el día de la semana que escoja traducen la seriedad de sus intenciones. Para evitar malentendidos, la escogencia ideal para la primera cita nada romántica es encontrarse un martes para almorzar. Para la segunda salida, el momento más indicado es una noche entre semana; esto ofrece mayor intimidad pero le evita la presión de enfrentar una precipitada propuesta sexual: al otro día ambos tienen que trabajar.

Verse durante el fin de semana o salir a cenar en la noche del sábado es más prometedor, pero también más comprometedor.

3. Ahora la gente sale en grupos. Hace unas décadas, una cita significaba "una mesa para dos" y sólo cuando las parejas estaban más establecidas salían con amigos. Ahora es al contrario. Las primeras citas se hacen en grupo porque la compañía minimiza el sentimiento de compromiso. Incluso, hoy la consabida frase "simplemente amigos", puede pronunciarse hasta la víspera de la boda.

4. No haga planes. Eso de llamar unos días antes es otra norma obsoleta. En los 90 nadie quiere planear nada.
Las citas de última hora no sólo son aceptables sino preferibles: suenan más espontáneas y menos formales.

5. Deje mensajes. Para evitar la ansiedad de llamar y el temor al rechazo, la mejor forma de comunicarse es a través del contestador automático. Si el otro está interesado, devolverá la llamada y si no, un discreto silencio le ahorrará escuchar una negativa. En los 90, se evita todo contacto íntimo hasta que no se está muy seguro. Claro que la tecnología no lo exime de poner la cara algunas veces. Por ejemplo, si usted va a terminar una relación, nunca se le ocurra hacerlo a través del fax.

Hasta aquí lo que ha cambiado. Hay otras cosas que permanecen invariables. Pero para quienes desean refrescar sus conocimientos hay también una definición que sirve: una cita tiene siempre tres partes y, al menos dos, deben cumplirse: entretenimiento, comida y afecto. Al comienzo priman los dos primeros. Pero a medida que el afecto aumenta, el entretenimiento puede ser reducido proporcionalmente (aunque bajo ninguna circunstancia se puede omitir la comida). Cuando el afecto reemplaza completamente al entretenimiento, la comida puede dejarse para el final, pero debe mejorar en calidad.

Claro que una cosa es estar listo para una cita y otra estar listo para que una cita se convierta en "algo". La mayoría de las mujeres afirman que cuando finalmente llegan a la cena del sábado en la noche, han logrado tranquilizarse y la conversación empieza a ser agradable, hay un momento en el que el corazón empieza a latirles aceleradamente. ¿La razón? En unos minutos él se despedirá con un beso de buenas noches y prometerá llamar de nuevo (y tal vez nunca lo haga). O él sugerirá ir a su apartamento a tomarse un trago y...

Sí. El sexo todavía está presente en las citas (esa es la buena noticia). Sin embargo, el sexo automático de los 70 no va más. Si usted sale por primera vez con alguien no espere llegar muy lejos. En los 90 el amor va a media marcha, incluso si esto sólo significa esperar hasta la tercera cita para conocerse un poco más. Lo que sí ha cambiado es que actualmente dos personas en trance de hacer el amor tienen mucho más que hablar que en el pasado: conocer sus historias románticas y sexuales, hablar del uso del preservativo o planear qué hacer con los niños para poder estar solos. "Hasta que usted no pueda hablar abiertamente de esto, hágale caso a la luz roja", dice una divorciada.

Como dicen: el sexo complica las citas, el amor complica el sexo y los niños lo complican todo. Pero quienes llegan al punto de la "mesa para dos" son afortunados. De lo que se quejan la mayoría de las personas disponibles es de salir y salir y nunca llegar a algo con alguien. Y "algo" puede significar desde otra ida a cine hasta matrimonio e hijos. Esto lógicamente hace que cuando ese "alguien" se presente, la ansiedad aumente.

Y es ese grado de alta tensión el que generalmente echa a perder todo. He aquí algunas de los consejos para evitar los fracasos:

."Lo primero es no percibir al agraciado como una parte potencial de su futuro sino como una posibilidad interesante para adjuntar a su presente", Diana, 32 años, soltera

."Cuando encuentre a alguien que le interesa haga propuestas originales. Compartir hobbies, aficiones o deportes es mucho más placentero y diciente que sentarse en un restaurante con el angustioso interrogante ¿de qué hablar?", Ricardo, 35 años soltero.

· " Cuando esté frente al interesado hable de cualquier cosa excepto de las malas relaciones que usted ha tenido en el pasado. Evite mencionar todo lo malo que le ha ocurrido en los últimos meses. Eso déjelo para el sicoterapista", Cecilia, 40 años, separada y casada por segunda vez."

· "Sólo mencione a sus hijos para decir cuántos son y qué edades tienen, si le preguntan. Si se ex tiende un poco más en detalles, él pensará que está buscando un marido", Clemencia, 38 años, separada.

· "Nunca le pregunte si la volverá a llamar. Y nunca espere que la vuelva a llamar", Ma ría Clara, 32 años, separada.

La principal razón por la que la gente de los 90 prefiera la informalidad de las "salidas" es que la primera cita con alguien puede ser también la última. Sin embargo, si el consabido "te llamaré" nunca se cumple, no se culpe ni busque más explicaciones. El único motivo para que un hombre no llame es simplemente que no está interesado al menos por el momento, pero eso no significa una afrenta personal. Piense ¿qué sería del mundo si media humanidad estuviera interesada en llamar a la otra media?