FERTILIDAD A LA LATA

Las revolucionarias técnicas para combatir la infertilidad desatan cada vez más polémica. Los casos de dos madres, de 59 y 62 años, abren ahora el debate sobre la maternidad después de la menopausia.

7 de febrero de 1994

DURANTE CIENTOS DE MILES DE años el hombre conoció sólo una forma de hacer un bebé. Si no funcionaba, poco se podía hacer. Pero eso ha cambiado dramáticamente. Recientes avances de la fertilización in vitro han creado una verdadera revolución en materia de reproducción humana. Y cada vez hay más descubrimientos para ayudar a la naturaleza a seguir su curso.
No obstante, si esos nuevos métodos de procreación artificial son buena noticia para las parejas infértiles, desde el punto de vista ético generan cada vez mayores polémicas sobre los peligros que entraña el desarrollo indiscriminado de la ciencia. El anuncio, hecho hace unos días por investigadores de la Universidad de Edimburgo, acerca de la posibilidad de utilizar óvulos de fetos para concebir niños, desencadenó la última tormenta en Gran Bretaña, donde tanto el clero como los científicos lo calificaron como un "robo de úteros". Según informó The Sunday Times, la técnica fue probada en ratas de labotarorio: una hembra estéril pudo tener descendencia después de recibir injertos de tejido ovárico procedentes de fetos de rata. En opinión de los científicos este método podría ser adaptado para su aplicación en humanos.

HIJOS DE NADIE
La posición de los científicos, sin embargo, es que en un país donde está permitido el aborto en ciertas circunstancias, existe la posibilidad de utilizar ese material en beneficio de otras mujeres. Con el nuevo tratamiento los óvulos serían tomados del ovario del feto abortado, fertilizados con esperma de un donante e implantados en el útero de la paciente. El doctor Roger Gosden, quien encabeza el equipo de investigadores de la universidad, señala precisamente que "si existe la tecnología médica para ayudar a las mujeres que no tienen ovarios fértiles, este tejido debería ser aprovechado en lugar de ser incinerado".
El aprovechamiento de los fetos abortados para obtener cigotos resolvería el problema de la crónica deficiencia de óvulos disponibles para las parejas infértiles. Pero también significaría obtener niños de una mujer que jamás vivió. Semejante perspectiva, que no había sido siquiera imaginada por la ciencia ficción, agrega un ingrediente insospechado al agitado debate sobre la comercialización de óvulos. En opinión de los críticos, esta actitud consumista frente a la creación de la vida abriría la posibilidad de que se presenten casos de mujeres que podrían quedar embarazadas tan sólo para abortar y vender sus fetos. "No entiendo cómo los médicos pueden pensar siquiera en que nazca un niño de una mujer que no existió -dijo un siquiatra al diario londinense-. Estamos creando un excenario terrible para el próximo siglo".
La noticia llegó en un momento en que estaba al rojo vivo la polémica acerca de los lineamientos éticos de la procreación artificial. Hace apenas un mes el anuncio sobre la duplicación de embriones en un laboratorio de Estados Unidos generó una fuerte reacción de condena acerca de la utilización de una técnica que permite elegir las características del futuro hijo. El debate fue agitado recientemente por el caso de una mujer negra que dio a luz, en italia, a un bebé blanco para evitar que sufriera cualquier tipo de discriminación racial.
La mujer, de 37 años, cuyo esposo es blanco, ya tenía un hijo de color, y había quedado estéril a causa de un tumor canceroso. Según informó al diario romano La República, el ginecólogo César Aragona, quien realizó el procedimiento, "puesto que podían seleccionar a la donante de los óvulos, la pareja eligió a una mujer blanca por cuestiones prácticas. Esa selección es una implícita denuncia del racismo de la sociedad".
La escogencia de las características de la descendencia no es la única posibilidad que ha abierto la comercialización de óvulos. El último paso en el campo de la reproducción artificial es la probabilidad de obtener embarazos en mujeres que ya han pasado la menopausia.
De todas las barreras para conseguir un embarazo, la menopausia -que interrumpe la acción de los ovarios- fue siempre considerada la única insuperable. Pero ahora la ciencia promete extender la fertilidad de la mujer muchos años más. Sus ovarios podrán marchitarse, pero sus otros órganos reproductivos están disponibles.

MAMA... ABUELITA
Desde 1990 el doctor Mark Sauer, de la Universidad de California en los Estados Unidos, descubrió la técnica que hizo viable la maternidad tardía. El procedimiento consiste básicamente en tomar óvulos de una mujer joven, fertilizarlos en laboratorio y luego implantarlos en el útero de la futura madre. Aunque la técnica fue vista inicialmente como una posibilidad para las mujeres jóvenes que habían sufrido extracción de ovarios, aquellas que habían tenido una menopausia prematura o las que -aun sin haber pasado la menopausia por cuestiones de edad- sus óvulos habían llegado a un punto de infertilidad, el doctor Sauer abrió también las puertas a la maternidad para las mujeres después de la menopausia.
Si bien la mayoría de las clínicas de fertilidad no practican estos procedimientos en mujeres de más de 40 años, dadas las pocas posibilidades de éxito de un embarazo y los probables problemas médicos -como diabetes o hipertensión- que pueden afectar la gestación, ya no son raros los casos de madres cuarentonas. Lo más lejos que se había llegado hasta ahora en cuestiones de edad era a madres de 50 años. Pero en concepto de los especialistas, en el curso de esta década la maternidad para mujeres mayores de 55 años podrá llegar a ser un procedimiento común.
En la última semana de diciembre una británica de 59 años dio a luz mellizos, luego de recibir un óvulo fecundado de una mujer italiana de 20 años, el cual fue fertilizado por su esposo sesentón. Los óvulos le fueron implantados a la mujer -quien no fue identificada- en una clínica privada de Roma, luego de que los médicos ingleses se rehusaran a realizarle el procedimiento, aduciendo que era demasiado vieja para enfrentar el estrés emocional de la maternidad. La mujer contrajo matrimonio a los 45 años y no había podido tener hijos. Pero este no es el único caso. El Times, de Londres, informó la semana pasada que en el último año al menos 13 mujeres entre los 50 y 55 años han estado en tratamientos similares en clínicas británicas. Y dos de ellas ya han dado a luz a saludables bebés.
El caso que más ha llamado la atención es el de una italiana de 62 años que pronto se convertirá en la madre más vieja del mundo. Se trata de Rossana Dalla Corte, quien fue tratada por el ginecólogo Severino Antionori en la misma clínica romana y hoy tiene cuatro meses de embarazo. Rossana y su esposo, Mauro, de 65 años, deseaban ser padres desde hace dos años cuando su único hijo, de 19 años, falleció en un accidente automovilístico. El ginecólogo italiano aseguro en una entrevista al semanario londinense The Independent, que ha ayudado a medio centenar de mujeres cincuentonas a ser madres y defendió el procedimiento diciendo que no existía ninguna razón válida que impidiera a una mujer de 60 años tener un hijo si lo deseaba.
El propio doctor Sauer dice que el éxito de un embarazo tardío depende más de la salud de una mujer que de la edad. Una mujer con un corazón fuerte, una presión arterial normal, sin signos de desarrollar diabetes durante el embarazo y cuyo útero sea receptivo a los tratamientos hormonales, así tenga 30 ó 60 años, es una buena candidata a la maternidad.
No obstante, desde el punto de vista médico y científico se aducen dos grandes argumentos en contra de la maternidad después de la menopausia. En primer lugar, que los embarazos tardíos representan un grave riesgo de salud para la madre. Y en segundo, que ante la carencia de donantes de óvulos, estos deben ser reservados para mujeres más jóvenes entre quienes las tasas de éxito de un embarazo son más altas.

HIJO DE VIEJOS
La objeción más fuerte respecto a la maternidad tardía proviene de los sicólogos infantiles, quienes creen firmemente que todo niño tiene derecho a tener padres activos y capaces. "No es lo mismo ser hijo de una pareja de 20 ó 30 años que de una de 50 ó 60. Ni es fácil para un adolescente convivir con unos padres primerizos de más de 70 años", señalaba al diario romano un prestigioso siquiatra italiano.
Mientras unos señalan que la maternidad en la tercera edad constituye un abuso de la tecnología, otros aducen que es cruel e injusto negarle a una mujer el derecho a la maternidad simplemente porque es vieja. "La propuesta de limitar el embarazo con base en la edad súgiere una discriminación sexual, ya que no existe límite de edad para que los hombres sean padres -dijo en un artículo en el Times, de Londres, Sandy MacAra, director de la clínica de fertilidad de la capital británica-. No comparto la idea de aquellos que señalan que una madre en sus 60 o 70 no puede proveer un hogar estable y una vida familiar a un niño. La juventud no es garantía de competencia para la paternidad, tal como lo demuestran las cifras de abandono de niños".
La cuestión es si debe permitirse que, gracias a las nuevas tecnologías reproductivas, las mujeres tengan sus hijos a cualquier edad. En tanto unos señalan que esta es una cuestión que cada pareja debe decidir junto con el médico, otros abogan porque las autoridades establezcan límites de edad para la maternidad. "Los deseos no constituyen derechos", dijo la Ministra de Salud italiana al terciar en el debate.
Lo cierto es que, a la velocidad en que se producen los avances tecnológicos en materia de reproducción artificial, ya no hay mes en que las noticias sobre nuevos descubrimientos y métodos no ocupen las primeras páginas.
Y mientras los códigos éticos con respecto a los tratamientos de fertilidad artificial están en pañales, los hijos de la fertilización in vitro ya están en edad de procrear.

CADA VEZ MAS INFERTILES
A PESAR DE LOS NOtorios avances en los tratamientos de fertilización, la incapacidad de concebir un hijo afecta a un número creciente de parejas. Y aparte de los problemas de salud, la infertilidad de la pareja contemporánea se agudiza como resultado de las características de la vida urbana.
Según el especialista Fabio Sánchez, de la Clínica del Prado de Medellín, "ahora hay más causas de riesgo que antes". El estrés producido por la vida cotidiana, sero especialmente el que caracteriza a profesionales y ejecutivos, ha comenzado a tener una alta incidencia en la capacidad de concebir. Aunque muchos quieren, y tratan, de tener hijos, los pacientes de los grupos socioeconómicos altos prefieren sus cargos a su descendencia, incluso en contra de la voluntad de sus mujeres. Lo difícil es que en la etapa de tratamiento contra la infertilidad, el estrés vuelve a hacerse presente cuando los resultados, como es normal, no se producen de inmediato. Y es que las primeras etapas de estudio incluyen vida sexual programada, análisis de esperma extraído de la vagina la mañana siguiente y análisis de semen obtenido mediante masturbación en el hombre. Para muchos, estos pasos generan aún más estrés.
Pero en las sociedades rurales, donde es relativa la tranquilidad y la ausencia de fuertes presiones culturales y socioeconómicas, la infertilidad no es muy común, dice Germán Raigoza, especialista de la Clínica de Profamilia en Medellín. "La campesina afronta con tranquilidad y resignación el hecho de quedar o no embarazada. En cambio, la mujer urbana se desespera cuando intenta concebir y no puede hacerlo. A la clínica vienen, muchas veces, parejas médicamente rescatables pero que se bloquean mentalmente y son incapaces de concebir". Otra de las manifestaciones de la vida moderna son las infecciones derivadas de la actividad sexual promiscua. Enfermedades como la sífilis, la gonorrea y la clamidia afectan la fertilidad. Otro factor es el abuso en el consumo de estimulantes como drogas, cigarrillo y tabaco. "Todas estas sustancias tienen un efecto marcado en la calidad de lo que el sistema reproductor fabrica", dice el biólogo y genetista Carlos Alberto Mejía.
Felizmente, para muchas parejas la infertilidad ha terminado por ser una sospecha infundada. Según Sánchez, la pareja que abandona un método anticonceptivo debe esperar un año antes de llegar a un embarazo. "Entre tanto, hay un período muerto que alarma a muchos", dice el sexólogo. Otra sorpresa es que los integrantes de una pareja infértil pueden concebir sin dificultad cuando conforman otra relación. "Por eso es que tenemos que hablar de un problema de pareja y no individual", dice Sánchez.
Por actividad o profesión, se ha comenzado a establecer un cuadro inicial para futuros estudios. Por ejemplo, los trabajadores nocturnos representan el grupo que más ayuda busca. "La falta de sueño altera el ciclo hormonal y, en consecuencia, la fertilidad", dice Sánchez. También hay casos en aumento entre usuarios permanentes de baños sauna y turco, y operarios de calderas y hornos de fundición. Igualmente, la ropa interior hecha con fibras artificiales puede llegar a producir infertilidad.
En opinión de los especialistas los problemas de infertilidad son hoy un tema común entre las parejas, pero ya no se enfrentan con la reserva de hace unos años. La situación se hace evidente a juzgar por las numerosas consultas que cada día reciben los especialistas, pero además por las preguntas informales en cualquier lugar. "Ya no hay fiesta donde alguien no nos arrincone y nos diga: 'Oye, mi mujer y yo tenemos un problema de infertilidad, y la situación nos está mortificando la vida", señala Mejía.