TENDENCIA

Fin de una era

La decisión de Kodak de retirar el filme 'Kodachrome' es una muestra más de la repercusión que la fotografía digital ha tenido en la forma como las personas registran su paso por el mundo.

27 de junio de 2009

En 1973 la canción Kodachrome de Paul Simon alcanzó el segundo lugar en la lista Billboard de la música. La obra hace referencia a una película fotográfica de 35 milímetros, la primera en ser vendida masivamente porque fijaba la imagen mediante un método de sustracción con el cual garantizaba una mayor fidelidad de los colores. Una parte del coro de la balada de Simon decía "Mamá, no me quites mi Kodachrome". Y es precisamente esa estrofa la que más fue recordada la semana pasada, cuando Eastman Kodak, empresa que la comercializó, decidió quitar esta icónica película de su línea de producción.

No obstante, desde la aparición de la fotografía digital, a finales del siglo pasado, el Kodachrome tenía sus días contados. La dificultad para revelar y las pocas ventas, apenas el 1 por ciento del total de la compañía, llevaron a sus directivos a tomar la decisión de acabarla. No es el único ícono de la fotografía análoga que ha sufrido una muerte lenta luego de la aparición del sensor digital. En 2001, Polaroid, que un día innovó con las imágenes instantáneas, se declaró en bancarrota. Agfa, la compañía alemana de productos fotográficos, fue liquidada en 2005. La misma Kodak pasó de tener 148.000 empleados en 1988 a 25.000 en 2008. Para ese año, cuatro de cada cinco cámaras que se vendían en Estados Unidos eran digitales y, como consecuencia de ello, el total por ventas de películas bajó en 60 por ciento, según cifras de Photo Marketing Association International.

"La llegada del sensor digital cambió el negocio", dice Roberto Pacheco, de Asa Foto Taller. Los fotógrafos profesionales ahora no dependen de nadie para películas ni para revelado, que era la razón de existir de estas empresas. "A nosotros nos tocó cambiar de talleres, de personal, de productos y de clientes. Lo único que conservamos es el nombre", señala Pacheco, quien ahora basa sus ventas en la plataforma digital.

Casi todo el mundo ha hecho la transición, aunque algunos profesionales todavía se mantienen en la fotografía convencional. El fotógrafo Santiago Harker se define como 'híbrido', pues toma sus fotos con rollo, pero escanea digitalmente. Sin embargo, esto no será por mucho tiempo porque este año piensa dar el paso total a lo digital. "Ya es difícil conseguir papel, no hay tantas películas y muy pocos laboratorios revelan en Bogotá", dice Harker, quien usó durante algún tiempo la película Kodachrome porque daba los tonos de negros más profundos y los blancos más nítidos y, sobre todo, permitía mantener los colores originales mejor que las diapositivas, que se alteraban con el tiempo.

Los efectos en la economía, sin embargo, son apenas parte de las transformaciones que la fotografía digital está provocando en la sociedad, que van desde la forma como hoy se almacenan hasta confiar en la validez de las imágenes que circulan por ahí. "Una foto ya no es prueba de nada porque tengo 'photoshop' y puedo producir allí con perfección una imagen que nunca existió", dice Harker. Este tipo de programas, según él, es el nuevo cuarto oscuro de la fotografía digital, y quien ve estos cambios con nostalgia es "porque nunca tuvo que hacer fotografía análoga, que tiene procesos muy tóxicos, largos y complejos", dice. "Ahora con 'photoshop' uno tiene muchas opciones y más control", agrega.

Pero también las cámaras cuentan con programas automáticos tan buenos que cualquiera se siente fotógrafo sin tener que especializarse en la apertura, la velocidad o la profundidad de campo. Ana Londoño es una mamá de tres hijos que ha visto cómo la gente a su alrededor se ha dejado cautivar por la magia del lente. "Todas mis amigas en el barrio están dedicadas a la fotografía y toman imágenes espectaculares porque las cámaras son muy buenas", dice. Y no sólo eso. La tecnología actual permite muchas fotos hasta lograr la perfecta porque "obturar no cuesta nada", dice Londoño. "En una reunión yo tomo cinco o seis fotos de un solo grupo, antes no había sino una opción", relata. Entonces la gente estaba limitada por el número de imágenes en el rollo y por el costo del revelado.

Según Pacheco, la toma de fotos está disparada. Flickr, uno de los tantos sitios para almacenar y compartir imágenes en Internet, divulgó que cada día sus abonados en todo el mundo publican entre tres y cinco millones de fotografías. En 2007, este sitio web ya contaba con 2.000 millones de imágenes almacenadas.

Por facilidad y economía, la temática de las fotografías se ha ampliado. "Tengo amigas que le toman fotos a cada piedra que ven, a las nubes, en fin a cada pequeño detalle de la vida cotidiana", dice Manuel González, un joven

desinteresado en el tema. Antes, las fotos eran para los eventos trascendentales como el bautizo, el cumpleaños, el matrimonio, pero hoy la gente documenta cada paso que da porque "tiene al alcance el poder mágico de congelar un momento, sin importar la exigencia técnica", dice Fabián Acosta, fotógrafo profesional que ahora dicta cursos para aficionados. Un estímulo muy fuerte para tomarle foto a todo lo que se cruza en el camino es tener la facilidad de transferir estas imágenes desde un portátil o un teléfono móvil a sitios donde se pueden compartir, como Facebook y Flickr.

Y es que un gran motor de todo este cambio ha sido el celular. Eduardo Arias, periodista y fotógrafo aficionado, tiene la hipótesis de que uno de los inventos más revolucionarios, incluso más que la misma cámara digital, ha sido introducir una cámara en un celular. "El hecho de que haya una fotografía de Michael Phelps fumando marihuana tiene que ver no con el hecho de que hubiera un periodista en el lugar, sino con que hoy todo el mundo lleva una cámara en el bolsillo", dice.

Todo este fenómeno ha aumentado la competencia para los fotógrafos profesionales porque hay más fotos circulando, lo que a su vez abarató el costo de las imágenes profesionales. "En promedio antes se pagaba 200 dólares por una, pero hoy hay microbancos que venden un paquete de imágenes por apenas 20", asegura.

Una preocupación general es el almacenamiento. Quienes conocieron los álbumes de fotos sienten nostalgia porque tienen muchas imágenes, pero todas escondidas en un archivo del computador. "Tengo exceso de material y la fotografía digital me ha vuelto más complaciente con el descuido, todo parece estar ahí, pero no está. Es una paradoja, cuando yo mismo revelaba mis fotos, cada una era un tesoro y ahora se pueden.

desaparecer con un 'delete'", dice Germán Arias, otro fotógrafo aficionado. El lado bueno es que antes las fotos se decoloraban con el tiempo, pero hoy si un archivo digital se mantiene actualizado por muchos años, las imágenes se conservarán intactas.

Los más jóvenes, que nunca conocieron un álbum de fotos, ni se inquietan por imprimirlas y a veces hasta las borran cuando ya no les interesan. Para algunos expertos esto es señal de que las imágenes hoy son menos valiosas. Para otros, por el contrario, la fotografía digital ha acercado a muchos más a este arte, a apreciarlo, a ser creativos y por lo tanto a cuidar más cada imagen.

Harker cree que con la fotografía digital va a suceder algo parecido a lo que pasó con la aparición del daguerrotipo, a finales del siglo XIX, cuando los artistas dejaron de plasmar en lienzos los retratos y la vida cotidiana y les cedieron esa función a los fotógrafos. Entonces la pintura pasó a ser una representación de "los sueños de cada artista. Ahora los fotógrafos se dedicarán a fotografíar sus propios sueños".

Acosta está a gusto con los cambios, pero les sugiere a los aficionados que hagan el trabajo completo porque tomar la foto, según él, es apenas parte del proceso. La otra es imprimirlas porque, como lo dice, dejarlas en un cajón o en una carpeta digital es como no tener la foto. "Para que lo sea, hay que sostenerla en las manos, palparla con la yema de los dedos y dedicarle tiempo a observarla". n