| Foto: Archivo particular.

ANIMALES

El último adiós a 'Motas', la perrita que velaron en una funeraria de humanos

Los dueños de esta mascota criolla la consideraban como parte de su familia y querían despedirla de una forma digna. Este tipo de servicios pueden llegar a costar 1'200.000 pesos.

11 de febrero de 2017

Pocas horas después de haber muerto ‘Motas‘, de la funeraria Capillas de la Fe llegó un coche fúnebre, decorado con huellas de animales. Dos hombres se bajaron del carro con una camilla para llevarse el cuerpo de la perrita. Pero antes, le pidieron a Rocío Ramírez, la dueña de ‘Motas‘, un vestido y una foto de la recién fallecida.

Más tarde, al llegar a la sala de velación, Rocío se conmovió al ver que habían bañado y vestido a ‘Motas‘. Estaba acostada en una cama bajo una manta blanca y tenía dos rosas naranja encima. En el ataúd decorado con huesos se leía: “cuando lloras por un perro no pienses que eres débil, piensa en cuánta grandeza hay en tu alma“.

No es muy común presenciar la velación de una mascota en un mismo edificio en el que se estén llevando a cabo los oficios fúnebres de una persona. Y tal vez por eso, el caso de ‘Motas‘ comenzó a comentarse en internet, a raíz de un trino de un usuario llamado @DonNadieOficial: “Vine a una funeraria y resulta que en una de las salas están velando a un perrito. Yo nunca había visto tal cosa”. El mensaje iba acompañado de una imagen del animal en su última morada. 

“Entiendo el inmenso amor que podemos llegar a sentir por las mascotas y el proporcional dolor que causa perderlas, pero me resulta problemático velarlas al lado de personas fallecidas. Quizá los dolientes no se sientan muy cómodos sabiendo que en una sala contigua están velando a un perro o a un gato“, dijo el usuario a este portal.

Lo cierto es que en la funeraria a ‘Motas‘ la acompañaron cuatro mujeres. Una de ellas cargaba a un bebé. Se veían tristes. Algunas dejaban caer lágrimas mientras se susurraban unas con otras.

‘Motas‘ llegó a la familia Márquez Ramírez hace 14 años. Se suponía que solo estaría allí unos días mientras le conseguían un hogar. Pero pronto se ganó el cariño de la familia. “Después no fuimos capaces de sacarla de la casa. Era una perra muy juiciosa, era cariñosa”, cuenta entre lágrimas Rocío.

“Yo decía que era mi hija de cuatro patas. Ella nos enseñó muchas cosas, nos enseñó el valor del amor incondicional, nos enseñó a ser alegres, a ser sencillos, a disfrutar la vida. Desde que ‘Motas‘ llegó a la casa empezamos a amar mucho más a los animales”.

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Motas y uno de los hijos de Rocío. Foto: Archivo Particular. 

‘Motas‘ era una consentida. Cada mes iba a la peluquería, le hacían profilaxis, le pintaban las uñas y le ponían dos lazos nuevos en sus orejas. Solía comer helado, papaya y cupcakes con pepitas de dulce. Hace dos años compartía su casa con ‘Miel‘, una perra blanca que llegó a la familia porque Rocío la adoptó. Vivía bajo el cuidado también de los tres hijos de Rocío, Rosalba, José y Vanessa. Además, le gustaba disfrutar de la compañía de Antonio, el padre de la familia.

Motas en el sofá de su casa. Foto: Archivo Particular. 

Siempre gozó de buena salud, solo se enfermó dos veces. La segunda vez sería fatal. “Cuando la llevamos al veterinario nos dijeron que tenía el hígado inflamado, que ya le fallaba por la edad”, relató Rocío. Dos días después, Motas falleció.

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En la Funeraria Capillas de la Fe se velan al rededor de 25 animales al mes. Foto: Archivo particular. 

La decisión de que los restos de ‘Motas‘ fueran llevados a una funeraria de seres humanos finalmente cumplió un propósito, según Rocío.  “Si uno quiere se lleva las cenizas, si no, pues le entregan un retrato de la mascota con el certificado de cremación. Mi corazón descansó por haberle dado una despedida digna. Estoy muy agradecida del trato que le dieron a mi perrita y del respeto con el que tomaban mi dolor“.

¿Por qué duele tanto perder a un perro?

Para aquellos que no tienen mascotas, la velación de un perro puede parecer una locura. Sin embargo, distintos estudios científicos han demostrado que el dolor que puede causar la muerte de una mascota es, en ocasiones, tan relevante como el que se siente al perder a un familiar cercano.

Según un estudio realizado por el departamento de Psicología de la Universidad de Nuevo México, en Estados Unidos, publicado en la revista científica Perspectives in Psychiatric Care, una de cada tres personas reconoce haber experimentado sentimiento de desgarro y congoja durante al menos los seis meses siguientes al fallecimiento de su mascota. Y en ocasiones el sufrimiento se prolonga aún más.

Así mismo, el 85 % de los dueños de mascotas admiten haber padecido dolor tras la muerte de su animal, según una investigación realizada por la prestigiosa revista neoyorquina Family Process, una publicación dirigida por científicos, y especializada en el estudio de la familia. "Para algunos dueños de perros, gatos y otras mascotas, el fallecimiento del animal puede provocar un pesar tan profundo como el que produce la muerte de un miembro de su familia", se lee en la publicación.

Los científicos han comprobado que el simple hecho de mirar a los ojos a un perro o a un caballo durante largos ratos hace que su cerebro empiece a comportarse tal y como lo hace el ser humano que mantiene la vista clavada en sus ojos: la oxitocina, la hormona del amor, empieza a ser producida en gran cantidad, y tanto el ser humano como el animal coordinan este ciclo de hormonas.

Lo mismo le sucede a los animales cuando sus dueños mueren. Uno de lo casos más conocido ha sido el de Hachiko, el perro de raza Akita que dedicó los últimos nueve años de su vida a esperar en la estación de tren por la que su amo se fue para no volver debido a su muerte. Es por eso que cuando alguno de los dos muere el dolor que experimenta el animal o el dueño puede llegar a ser muy profundo.

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La Funeraria

En varios países se está avanzando en el duelo por los animales, y hace poco más de dos años la funeraria La Fe de Bogotá ofrece el servicio de velación para los animales. Se trata de una sala pequeña en la que los seres humanos pueden dar el último adiós a gatos, aves y perros. Se ofrece servicio de baño, y los visitantes pueden tomar agua, aromática o tinto.

Este servicio puede llegar a costar 1.200.000 pesos. Todo depende del tamaño del perro y de los servicios que requieran los familiares. El combo completo incluye retiro de la mascota en el lugar de la muerte (dentro del perímetro urbano), sala de velación por tres horas en Capillas de la Fe (sala especializada para este servicio), cofre fúnebre especial para mascotas y cremación. El costo puede aumentar si los familiares quieren que la cremación sea única, es decir que no sea cremado con otros animales.

Otra opción es pagar un seguro funerario que incluye este servicio. Rocío Ramírez no tuvo que pagar nada ya que llevaba tres años abonando un seguro que le costaba 12.000 pesos mensuales.  Este tipo de seguros también incluye días gratis de guardería, días de recreación y revisión de profilaxis.

Motas. Foto: Archivo Particular. 

La médico veterinaria Laura Cepeda explica que todavía muchas personas suelen enterrar a sus animales en el patio de la casa o en la finca ya que no es obligatorio cremarlos. Pero también está la opción de donarlas a las universidades para fines de investigación, también hay cementerios de animales, e incluso pagar para que los pongan en el depósito de desechos peligrosos (una parte especial del basurero).

Aunque para algunos esta práctica de velación puede ser exagerada, por equiparar a los animales a los seres humanos, para otros es normal que las personas quieran despedirse de aquellas mascotas que se convierten en integrantes fundamentales de la familia.

“Todavía la llamo. A veces siento que la veo. Yo sé que muchos piensan que estoy loca, pero para nosotros era como nuestra bebé”, dijo Rocío poco después de haberse despedido, definitivamente, de su hija de cuatro patas.