HASTA QUE LA MUERTE LOS UNA

La Fundación para la Extensión de la Vida busca clientes que quieran congelarse para vivir en el futuro.

17 de diciembre de 1990

La primera semana de noviembre, en un hotel de Londres, se celebró la primera asamblea del club Alcor. Lo único que tienen en común sus pocos socios es que están en una lista de espera. Para ello, han pagado una cuota de afiliación de 100 mil dólares. Sin embargo, este club no ofrece instalaciones recreacionales y sus miembros no tienen ningún afán por empezar a disfrutar de sus beneficios. Se trata. sin duda, del más exclusivo club en el mundo: solamente la muerte podrá reunirlos.
Hasta hace poco tiempo la esperanza de una vida después de la muerte era un tema exclusivo de la religión. Ahora le tocó el turno a la ciencia. Criogenia es la técnica para congelar cuerpos humanos y mantenerlos almacenados. La esperanza de sus seguidores es ser descongelados en el futuro y regresar de la muerte cuando la medicina haya encontrado la forma de curar las enfermedades que los llevaron, no a la tumba, sino al congelador.
El interés por la criogenia surgió hace veinte años. Hoy, la Fundación Alcor para la Extensión de la Vida, el grupo de criogenia más grande en el mundo, está radicado en los Estados Unidos, en California. Los delegados a la primera conferencia -un grupo de gente profesional, de ambos sexos y todas las edades pasaron tres días encerrados en un hotel cercano al aeropuerto de Gatwick. Allí no sólo se escucharon las opiniones de médicos expertos y científicos y al director de Alcor, Carlos Mondragón. También escucharon la historia de Sault Kent, un norteamericano que hace tres años tenía la cabeza de su madre "suspendida" en el congelador, con la esperanza de que pudiera ser reimplantada al resto del cuerpo cuando los científicos la regresen del frío almacenaje.
Pero la principal atracción de la conferencia fue una visita guiada al primer centro de congelación de humanos de Europa, ubicado cerca de Sussex. Este complejo de congelamiento fue creado por Alan Sinclair, de 52 años, quien vendió sus tres almacenes de electrodomésticos para dedicarse a promover la congelación como una esperanza de vida futura. Pero una vez sus clientes europeos sean colocados en hielo, deberán ser transportados hasta California para empacarlos al vacío en termos de acero inoxidable y conservarlos en nitrógeno líquido. Allí esperarán hasta cuando la ciencia pueda regresarlos a la vida.
Un congelamiento de cuerpo entero tiene un costo de 100 mil dólares. Pero quienes vivan fuera de los Estados Unidos deberán pagar además un diez por ciento de recargo, para pagar el viaje hasta California. Una neurosuspensión -cerebro solamente cuesta 35 mil dólares, más el diez por ciento "por cabeza", para gastos de transporte.
Pero podría pasar algún tiempo antes de que Sinclair y su equipo -el cual incluye un estudiante de ciencia y tres expertos en computadores consigan su primer "cliente" británico. Sinclair, quien con su esposa Silvia está optando por un tratamiento de congelación de cuerpo entero, admite: "Esto es un riesgo. Pero yo disfruto la vida y quiero más. Si usted no cree en la otra vida, es esto o nada".
El director de Alcor, un norteamericano llamado Carlos Mondragón, de 34 años, ya se acostumbró a que la gente piense que la criogenia es una ciencia para chiflados. "Yo no estoy chiflado", dice con una sonrisa. "Lo que sucede es que la mayoría de la gente no ha logrado comprender qué es lo que estamos haciendo". A pesar de esto, la criogenia ha ganado una gran aceptación en los últimos años. Por el momento, existen 16 miembros en suspensión. Todos americanos, excepto un español y un australiano. Este año han ingresado en la cápsula, tres. Al parecer el nuevo interés se deriva del asombroso desarrollo en la tecnología. "Nosotros hemos visto la luz al final del túnel", dice Mondragón. "La prueba es que el 60 por ciento de nuestros miembros son ingenieros biotecnológicos. Ellos han sido los primeros en ser conscientes del desarrollo científico. Hace diez años mucha gente podría haber dicho que la criogenia nunca funcionaría. Pero ahora hay evidencias que sugieren que vamos a tener las herramientas para hacer lo que planeamos". El más optimista de los ingenieros dice que esto podría tomar 20 ó 30 años. Pero la idea es regresar dentro de 150 años.
Mondragón afirma que quienes pagan por la suspensión lo hacen lo hacen como "un seguro de vida". Y señala: "La más frecuente objeción que escuchamos, especialmente de las mujeres, es que al regresar no ganarán ningún dinero, sus habilidades estarán en desuso y no será fácil encontrar a sus descendientes. Aunque estas son preocupaciones legítimas -dice Mondragón- pero por lo general, la gente que se inscribe para una suspensión criónica tiende a poseer una capacidad de adaptación y son personas demente abierta". Sin embargo, no es fácil conseguir los clientes, por eso planea seguir realizando encuentros con el propósito de explicar a la gente en qué consiste el proceso y cómo encontrar ese momento único y fugaz en que se puede engañar la muerte metiéndose en un congelador.
El tema ha sido una mina de oro para los escritores de ciencia ficción.
Walt Disney y Howard Hughes jugaron con la idea pero no alcanzaron a llegar a ver la cápsula del tiempo. Por el contrario, el exéntrico Michael Jackson y el dictador iraquí Saddam Hussein ha expresado un gran interés en la posibilidad de resucitar, en alguna fecha, aún no especificada, en le futuro.
Aunque falta saber si dentro de un siglo habrá alguien interesado en descongelarlos.
Sólo el tiempo dirá si los socios del club Alcor son simplemente un grupo de crédulos soñadores o si los 50 delegados a la primera conferencia europea sobre criogenia estarán caminando por este mundo después que sus contemporáneos nos hayamos convertido en polvo.