HOGAR, DULCE HOGAR

Un estudio reciente demuestra que el racionamiento no ha sido tan malo como se cree. Los colombianos son hoy más caseros y juiciosos.

17 de agosto de 1992

HOGAR, DULCE HOGAR
PARA NADIE ES UN SECRETO QUE LOS últimos cuatro meses de racionamiento han modificado dramáticamente la vida cotidiana de los colombianos. Pero hasta ahora nadie se había dado a la tarea de averiguar cómo esta medida ha cambiado los hábitos de la gente. Y aunque no se pueden negar las graves consecuencias que ha tenido en la economía del país, para el ciudadano común y corriente el racionamiento ha tenido un efecto positivo, pues ha favorecido el descanso y la unión familiar.
Esto es al menos lo que encontró un gran estudio realizado por la Unión Colombiana de Empresas Publicitarias CEP que busca establecer la influencia de esta medida energética en los hábitos y comportamientos de la población. La encuesta se llevó a cabo en los meses de mayo y junio pasados, con entrevistas personales acerca de 4.000 hombres y mujeres, mayores de 15 años, en las ciudades de Bogotá, Medellín y Cali. Las conclusiones generales fueron dadas a conocer por la UCEP el jueves anterior y el informe completo será lanzado la próxima semana para venta al público interesado. El estudio hace un completo perfil sobre el consumidor de la era del racionamiento, lo cual permite a los especialistas en mercadeo y publicidad determinar políticas más acordes con la situación actual. Estos son a grandes rasgos los cambios más importantes: Uno de los dramas cotidianos en los hogares por la falta de energía es el de la alimentación. Las comidas calientes han pasado a ser un lujo que pocos se pueden dar y la mayoría ha tenido que recurrir a los platos fríos.
Pero como tampoco hay nevera, el mercado diario parece ser el recurso más socorri do. El estudio señala que mientras el consumo de productos que necesitan refrigeración y congelación ha disminuido en un 73 p ciento durante los últimos meses, las compras de enlatados han aumentado un 27 por ciento. Igualmente el racionamiento ha significada un agosto para los restaurantes, especialmente aquellos que ofrecen servicio a domicilio.
Este no ha sido sin embargo el gran cambio de la noche colombiana. Los televisores apagados han llevado a la gente a buscar otros recursos de entretenimiento y distracción. El estudio analiza también la reacción de los colombianos del racionamiento frente a los medios de comunicación. En este sentido la gran damnificada ha sido lógicamente la televisión, mientras las revistas han sido las menos afectadas. Y aunque para el 61 por ciento la radio se ha convertido en una compañía y fuente de entretenimiento en las horas sombrías, y la prensa en una buena fuente de información, el estudio concluye que sólo en una reducida proporción los otros medios se han constituído en sustitutos de la televisión.
Al parecer, la falta de energía ha hecho que los colombianos se pongan las pilas. Y la gran beneficiada del racionamiento es la familia. El 66 por ciento de los entrevistados señala que ha aumentado el diálogo y la union familiar. El 129 por ciento afirma que ahora tiene más contacto con los amigos. Igualmente, el 30 por ciento sostiene que hoy tiene más tiempo para el descanso, el deporte y las actividades recreativas.
Se ha recuperado el viejo hábito de las tertulias, se han sacado del cuarto de San Alejo los juegos de mesa y se han variado las costumbres hacia un aprovechamiento de este tiempo para estar reunidos en el hogar. Otros, simplemente lo han aprovechado como disculpa para acostarse mas temprano o dedicarse al ocio. Aunque una quinta parte de los encuestados señala que no es por voluntad, sino porque con la oscuridad, la sensación de inseguridad ha aumentado, especialmente en los bogotanos. El 60 por ciento señaló que ahora procura salir menos en las horas de la noche.
Pero no sólo el racionamiento ha modificado la vida de los colombianos. A la falta de luz eléctrica se sumó el adelanto de la hora. Sobre el cambio de horario, el estudio encontró una actitud "comprensiva" en el 38 por ciento de la población y crítica en el 62 por ciento. Una tercera parte selñala que el adelanto de la hora no lo ha afectado. Los más conformes con la medida son los bogotanos. En cambio a los caleños y a los antioqueños los afecta más el madrugón que los beneficios que pueda representar el mejor aprovechamiento de la luz natural.
Aquellos con un reloj biológico muy sensible se quejan de tener sueño todo el día y de andar descontrolados y decaídos (33 por ciento); de la inseguridad que sienten al salir a la calle al amanecer (16 por ciento), y del cambio de hábitos alimenticios (el 12 por ciento). Sólo un ocho por ciento reconoce en esa hora de más, un mejor aprovechamiento del tiempo útil.
De esta opinión son en su gran mayoría los habitantes de Bogotá, ciudad donde es más breve el lapso de oscuridad, entre el final del día y del racionamiento.
Todo parece indicar que el racionamiento ha vuelto a los colombianos más caseros y juiciosos. Y ante esta situación, no sería de extrañar que, como sucedió con el apagón de Nueva York en 1988, las tasas de natalidad tengan un significativo aumento a partir del próximo mes de diciembre.

¿QUE HACEN LOS COLOMBIANOS EN TINIEBLAS?

.66 por ciento se reune en familia
·38 por ciento se va a la cama más temprano
·30 por ciento hace más deporte o actividades recreativas
·29 por ciento recurre a los juegos de mesa
·29 por ciento se reune con amigos
·14 por ciento dedica más tiempo a estudiar

CAMBIO DE HABITOS ALIMENTICIOS
·38 por ciento consume comidas frías
·31 por ciento va a restaurantes
·27 por ciento consume productos enlatados
·17 por ciento pide servicio a domicilio