HUEVOS DE ORO

Científicos descubren en Argentina los primeros embriones de dinosaurios no voladores.

21 de diciembre de 1998


PARA CUALQUIER paleontólogo encontrar un nido de huevos de dinosaurio ya no es ninguna novedad. Sin embargo el anuncio del hallazgo de un extenso territorio en la Patagonia que fue utilizado hace millones de años por las mamás dinosaurio para criar a sus bebes dejó boquiabiertos a quienes se han fascinado con el estudio de estos intrigantes reptiles. La algarabía se debió a que era la primera vez que encontraban embriones de una especie de dinosaurios no voladores.
El descubrimiento causó sensación además porque los fetos tenían parte de sus huesos en perfectas condiciones. Pero como si todo lo anterior fuera poco, los embriones además conservaban intactos grandes pedazos de piel fosilizada, algo que hasta el momento nunca se había visto en ninguno de los anteriores hallazgos. Los expertos creen que gracias a un proceso de cristalización natural estos ejemplares lograron mantener parte del tejido oseo y dérmico. Esa información les permitió establecer un paralelo entre la piel de los dinosaurios milenarios con la de las lagartijas de hoy, lo cual les dejó en claro teorías acerca del proceso de evolución que llevó a estas especies a desaparecer de la faz de la Tierra.
El grupo de expedicionarios, conformado por cientfficos del Museo de Historia Natural de Manhattan y del Museo Carmen Funes de Argentina, encon traron un área de aproximadamente un kilómetro en donde había miles de estos huevos, algunos enterrados a unos cuatro metros de profundidad y otros en la superficie. Los expertos piensan que las madres los pusieron a la orilla de un antiguo río hace aproximadamente 90 millones de años, en la última etapa de la era de los dinosaurios. Posiblemente la corriente del afluente los arrastró hasta su base y poco a poco se fueron enterrando entre la arena y el barro.
Cada uno de los huevos de estos dinosaurios tiene 15 centímetros de diámetro, el equivalente a una docena de huevos de gallina. Algunos de ellos contienen embriones que ya estaban a punto de romper el cascarón, como es el caso de uno con 32 pequeños dientes y 37 centimetros de largo. Los expedicionarios creen que se trata de una especie denominada saurópodos, aunque aún no han podido establecer si pertenecen a la familia de los brontosaurios o de los tiranosaurios. Como sea, se trata de animales herbívoros que crecían hasta 14 metros, de cuello y cola larga y con extremidades similares a las de un elefante.
La importancia del descubrimiento es invaluable, pues a partir del estudio de la piel de estos bebés en formación se puede establecer la fisiología y la tasa de crecimiento de los saurópodos.
Hasta el momento toda la información sobre dinosaurios se basaba en los hallazgos de fósiles en el hemisferio norte. No obstante la exploración en el sur, especialmente en la Patagonia, ha arrojado información tan interesante que los expertos piensan seguir cavando allí para ampliar sus conocimientos sobre estos apasionantes animales. Solo de esta forma podrán encontrar más piezas para completar el rompecabezas de su misteriosa desaparición.