Algunas de las estrategias temporales en la superficie han sido rociar el océano con químicos, poner cortinas de barrera y quemar el crudo. Pero las esperanzas están cifradas en los dos orificios que se taladran actualmente para reducir la presión del pozo principal.

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Por qué ha sido imposible tapar un hueco de 75 centímetros que ha producido el derrame de petróleo más grande de Estados Unidos.

3 de julio de 2010

No se equivocaba el presidente Barack Obama cuando decía que la explosión de la plataforma Deepwater Horizon era el mayor desastre ecológico en Estados Unidos. A diario se pierden en el océano Atlántico entre 35.000 y 60.000 barriles, de los cuales apenas se logra atrapar una parte. Además del daño a la biodiversidad de la zona, el hecho ha ocasionado un problema económico y social en la zona del golfo, que se ha visto afectada por el descenso en el turismo y por el alto costo de alimentos del mar, base de la dieta de esta zona costera, que hoy sus habitantes deben importar de otros lugares. La situación podría ser peor ahora que empieza la temporada de huracanes, pues con los altos vientos de estos sistemas se considera que la mancha de petróleo podría esparcirse más allá del golfo. A pesar de los intentos de la compañía petrolera BP, el escape de petróleo y gas no cesa. Y la pregunta que todos se hacen es ¿por qué es tan difícil tapar el orificio de solo unos 75 centímetros de diamétro?

Este tipo de escape es relativamente manejable en tierra firme. Pero en el mar, a 1.500 metros de profundidad, la cosa es a otro precio. Según el geólogo Carlos A. Vargas, investigador de la Universidad de Texas en Austin, la presión hidrostática es muy alta. Se calcula que el peso del agua a esta profundidad es de 1.500 kilos por centímetro cuadrado. "Es como si yo estuviera exprimiendo con mis manos una bolsa de mayonesa permanentemente", dice el experto. Paradójicamente el pozo, llamado Macondo, que se encontraba en exploración al momento de la explosión, resultó ser una verdadera mina de oro negro. "Es un pozo precioso. En otras circunstancias, cualquier compañía habría estado feliz con un flujo tan abundante", dice Vargas.

La BP ha tratado de manejar el problema desde la superficie con dispersores químicos, para que el petróleo se descomponga y sea fácilmente degradado por bacterias en el mar. También ha usado cortinas verticales para evitar que se disperse y se ha recurrido a la quema de crudo. Pero las soluciones definitivas tienen que darse en el suelo marino, donde está el orificio. Allí han intentado varias estrategias. Pusieron la primera en práctica el 5 de mayo y consistió en emplazar un domo en uno de los escapes para dirigir el flujo hacia la superficie, donde sería atrapado por una embarcación. Pero tres días después anunciaron que el intento había fallado pues la estructura no funcionó. El 26 de mayo pusieron en marcha la solución conocida como 'top kill', que buscaba introducir lodo pesado en la válvula de seguridad conectada a la boca del pozo. Esperaban tapar la fuente primaria del derrame. Incluso hablaron de inyectar basura (bolas de golf, neumáticos, trozos de soga y hasta pelo) para lograr el mismo efecto. Nuevamente, la iniciativa fracasó. "En 90 por ciento de los casos, estas fallas se dan por la presión", explica Vargas. Actualmente un sistema conocido como tapa de contención está recuperando parte del petróleo. Según un reciente comunicado de BP, dos de estos sistemas lograron recolectar el 26 de junio cerca de 23.000 barriles de petróleo.

Pero la gran esperanza para solucionar definitivamente la crisis es perforar un pozo de alivio que consiste en taladrar dos nuevos pozos en forma paralela al original (ver gráfico). Los trabajos comenzaron en mayo pero debido a su complejidad se prevé que solo estarán listos en agosto. La idea es que estos dos tubos intercepten el principal para liberarlo de presión. "Es como cuando en una casa se abren dos duchas en forma simultánea: la presión del agua baja", explica Vargas. En el caso del pozo Macondo los operarios esperan que la disminución de la presión facilite el trabajo para taparlo. Mientras tanto, los otros dos orificios capturarían el petróleo de manera segura. "Personalmente, tengo esperanzas en esa solución", dice el geólogo.

Es posible que así sea, pero queda como moraleja que la industria no está preparada para solucionar una crisis de esta envergadura en aguas tan profundas. Como señala Vargas, "nos estamos aventurando a buscar este recurso sin tener la tecnología adecuada para solucionar este tipo de problemas, en caso de que se presenten".