LA COMEZON DEL CUARTO AñO

Un nuevo estudio estadístico muestra que la famosa "comezón" no es a los siete sino a los cuatro años de matrimonio.

22 de marzo de 1993

SIEMPRE SE HA HABLADO DE LA "C0mezón del séptimo año", esa epidemia que ataca a los matrimonios, cuyos síntomas son el aburrimiento y su secuela, la infidelidad, y que fue retratado por Marilyn Monroe y Tom Ewell en un clásico del cine. Pero al parecer ese fenómeno ocurre mucho antes de lo que todo el mundo pensaba. La "comezón del cuarto año", ha sido descrita y probada estadísticamente por la escritora y antropóloga Helen Fisher, en un libro llamado "Anatomía del amor: la historia natural de la monogamia, el adulterio y el divorcio". Según la escritora, el ser humano está biológicamente preparado para sostener una relación afectiva únicamente por cuatro años. Lo demás, son ga nancias.
La polémica tesis de Fisher se basa en un pormenorizado análisis de las estadísticas mundiales de divorcio a través de 45 años. Buscando una visión natural sobre el matrimonio y las sepa raciones, la antropóloga revisó los anuarios demográficos de las Naciones Unidas y encontró, para su sorpresa, que la gran mayoría de los divorcios ocurren a los cuatro años de matrimonio. Las ci fras son contundentes. Pera quizás lo más asombroso es que este es un fenómeno que está presente en 62 eulturas diferentes. (Los registros demográficos que se iniciaron en 1947-incluyen países tan diversos como Finlandia, Rusia, Egipto, Sudáfrica, Venezuela y Estados Unidos).
Cuando Fisher comparó los indices de divorcio de todos los años disponibles en otras culturas, fue evidente que las tasas de divorcio alcanzan su punto más alto durante y alrededor del cuarto año de matrimonio. No había tal comezón del séptimo año, en su lugar emergía "la comezón al cuarto año".
Al parecer, la generación del Baby boom -aquellos que andan terminando la veintena o en la mitad de la cuarentena-, que ha visto la alta incidencia del divorcio entre sus pares, ha asumido que la disolución marital es más prevalente en la mediana edad, Pero no hay tal. Las cifras señalan que hombres y mujeres se divorcian con impresionante regularidad cuando están en sus 20, es decir, durante el punto culminante de sus años reproductivos.
Aunque en algunas sociedades las parejas se cortejan por años y en otras se casan rápidamente. Y unos lo hacen por amor y otros por conveniencia. E igualmente varía de un país a otro la faci lidad o dificultad para obtener el divorcio, existe un patrón que aparece en todas: sus divorcios regularmente se agrupan alrededor del cuarto año de matrimonio.
Y este patrón común se aprecia tanto en aquellas sociedades donde la tasa de divorcios es alta como en culturas donde es raro. Tanto entre una desconocida tribu africana como entre los habi tantes de un país industrializado. Pero hay más: incluso permanece constante en la misma sociedad a través del tiempo. Las tablas sobre divorcio en los años 50, al igual que las de los 80, muestran el punto más alto alrededor del cuarto año de matrimonio, seguido por una declinación gradual a medida que los años de unión de las parejas aumentan. No importa cuánta gente se separe en el mundo, y no importa a qué cultura pertenezca, la mayoría lo hace en el cuarto año de matrimonio. ¿Porqué? "EI divorcio está en nuestros genes", sostiene la antropóloga Helen Fisher, quien argumenta en su libro que las separaciones tempra nas son tan viejas como la humanidad. "Cuatro años es el período de la crianza. Darwing teorizaba que la gente se casa primariamente para engendrar y tenía razón. Hace millones de años, los seres humanos se emparejaban para criar un hijo y luego pasaban a una nueva relación. De esta forma, el hombre conseguía propagar su descendencia. La idea de encontrar un amor para toda la vida solamente llegó a ser importante más tarde".
El patrón que emerge de los datos de la Fisher es que una vez pasada la crianza, la gente se divorcia. Pero igualmente, entre más hijos, menos posibilidades de divorcio: las cifras muestran que las parejas con cinco o más hijos dependientes raramente se rompen. "Si una pareja tiene otro hijo tres años después del primero, como a menudo ocurre, su unión puede ser asegurada por cuatro años más" asegura la antropóloga. Según su teoría, si existe una buena relación y la pareja se mantiene engendrando hijos, esto lleva a una relación conyugal de por vida. "Es genéticamente lógico que permanezcan juntos para criar su reba ño. La naturaleza no va en contra de los buenos logros".
Lo cierto es que si los antropólogos han estudiado a fondo los rituales del galanteo y el matrimonio en todas las culturas, esta es la primera vez que alguien escudriña el divorcio. "Así como la gente se casa principalmente para reproducirse, las razones más comunes para el divorcio están estrechamente relacionadas con el sexo y la reproducción (infertilidad y adulterio)", anota la escritora.
En este análisis estadístico de los divorcios alrededor del mundo lo que la Fisher ve es el bosquejo de un primitivo dcsignio. Las estadísticas muestran también que la mayoría de las personas divorciadas en edad reproductiva se casan nuevamente: el 75 por ciento de las mujeres y el 80 por ciento de los hombres. "Nuestra química cerebral está diseñada para enamorarnos, procrear y romper, para después hacerlo de nuevo con enorme optimismo. Sin embargo, culturalmente hemos adoptado el concepto de amor eterno y por eso tendemos al pánico cuando hay problemas. Pero pienso que puede ser profundamente terapéutico aprender que ambos impulsos, el de permanecer y el de abandonar, son una reacción primitiva. Estoy convencida que en la naturaleza del ser humano está el abandonar una mala e improductiva relación e iniciar otra".
Lo cierto es que la tesis de que el divorcio y el adulterio pueden tener bases biológicas ha escandalizado tanto a los científicos como a los lectores.