SALUD

La cura del envejecimiento

Para un experto en Gerociencia del Instituto Nacional de Salud de EE. UU, todo niño que nazca en la próxima década podrá vivir en promedio 100 años.

21 de marzo de 2015

La gente vive en el siglo XXI más que nunca. Una persona que nace hoy tendrá en promedio una expectativa de vida 15 o 20 años mayor que la de una nacida en 1920. Ese logro se debe a medidas sanitarias como el acceso al agua potable, mejor alimentación y buena disposición de las basuras para evitar las enfermedades contagiosas, y a otros hitos de la medicina como las vacunas y los antibióticos.

En ese sentido es muy poco lo que la ciencia del envejecimiento ha contribuido en el tema. Según el doctor Felipe Sierra, director de la división de Biología del Envejecimiento del Instituto Nacional de Envejecimiento (NIA) de Estados Unidos, parte de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), la longevidad de los que hoy tienen 50 ha mejorado pero “no tanto como se piensa. La mayor ganancia ha sido en la mortalidad infantil y no tanto en la prolongación de los años tardíos. El cuerpo se sigue envejeciendo al mismo ritmo”, dijo a SEMANA (ver infografía).

Pero eso podría cambiar muy pronto, porque expertos como él han logrado descifrar las claves del envejecimiento y hacer más lento ese proceso en la levadura, en la mosca de la fruta y en roedores. En estos últimos han logrado aumentar su expectativa de vida hasta en un 20 por ciento en promedio, lo que equivale a 16 años humanos. Si esto se tradujera a las personas significaría una expectativa promedio de cerca de 100 años.

Este hito se logró con una droga conocida como rapamicina, que hoy se usa para evitar el rechazo del órgano en pacientes con trasplante y parece detener el envejecimiento y el daño que dicho proceso provoca en las células. El gran reto hoy es que esa hazaña se pueda replicar en las personas. Si fuera así el mayor efecto se vería en las mujeres. Algunos expertos creen que un individuo podría llegar a vivir hasta 142 años en el futuro.

La Gerociencia se ha vuelto una de las áreas más activas del envejecimiento, y  describe la relación entre la vejez y las enfermedades crónicas. Se basa en la teoría de que en todas las que aparecen al final de la vida, la edad es el factor de riesgo más importante. Sierra explica que, por ejemplo, el colesterol, la obesidad y la presión arterial alta comportan los riesgos más conocidos de tener problemas cardiovasculares; sin embargo, dice que “pesan menos que tener 70 años”. Por eso, estos expertos se enfocan en las particularidades del envejecimiento, pues es mucho más eficiente retardar el proceso que origina las demás enfermedades que matan en la vejez, desde el cáncer hasta el alzhéimer, que buscar soluciones particulares para cada una de ellas. Investigaciones en los modelos animales les han dado un claro panorama de cuáles son las marcas del envejecimiento, qué cosas lo promueven y cuáles lo inhiben. “No estamos probando millones de moléculas. Tenemos ya 16 compuestos de los cuales cinco han dado resultados positivos”, dice Sierra.

La semana pasada el diario The Wall Street Journal reportó el comienzo del proyecto Tame,  un experimento liderado por Nir Barzilai, director del Institute for Aging Research de la escuela de medicina Albert Einstein de Nueva York. Tame busca probar la droga metformina, utilizada para tratar la diabetes II, y ver si logra posponer el inicio de las más frecuentes enfermedades crónicas como el alzhéimer y la enfermedad coronaria. Aunque el objetivo del estudio no es prolongar la vida, es posible que esto ocurra si él tiene éxito. El trabajo se hará con 100 pacientes viejos y tardará siete años. La metformina no es más eficiente que otras que han mostrado posibilidad de extender la vida en ratones, pero su gran atractivo es que se ha usado durante 60 años sin efectos secundarios graves.

La rapamicina es otra de ellas y tiene múltiples ventajas: funciona en varias especies y se le han visto efectos positivos en ratones a los que se les ha suministrado a partir de los 20 meses, el equivalente a 60 años en humanos. Como si fuera poco, cuando la rapamicina fue suministrada a ratones que desarrollan una variedad de enfermedades crónicas, el tratamiento hizo más lenta la aparición de esos males. En otros trabajos se ha visto que los ratones centenarios a los que se les ha dado esta droga son más activos que los del grupo control, lo cual indica que en principio los volvería más jóvenes.

La rapamicina interrumpe la función de un gen, el mTOR, presente tanto en ratones como en seres humanos, que actúa como un semáforo que le indica a las células cómo tomar y usar la energía. Si hay comida en abundancia le da luz verde para que absorban nutrientes y crezcan, pero en épocas de vacas flacas da la orden de parar. Los expertos creen que la droga funciona como una restricción calórica, un proceso que puede postergar el envejecimiento, pero que  implicaría someterse a un régimen dietético muy estricto que raya en la hambruna, algo que pocos seres humanos hoy estarían dispuestos a hacer.

Con la droga es más fácil porque la rapamicina se encargaría del mismo proceso metabólico sin que los individuos tengan que someterse a ese tipo de restricción alimenticia. El problema es que como todos los remedios, este también tiene efectos secundarios: cataratas, riesgo de diabetes y pérdida gradual de la función testicular. Como la idea no es solo vivir más sino mejor, los investigadores buscan cómo suministrarla con otros medicamentos o encontrar la dosis perfecta para modular esos efectos secundarios.

Algunos estudios se van acercando al meollo del asunto. El primero, que se publicó en diciembre pasado, fue hecho con un grupo de mayores de 65 años  a los que se les dio rapamicina por seis semanas y luego se les administró la vacuna de influenza. “Los científicos vieron que se  mejoró la respuesta a la influenza, lo que indica que algo positivo está pasando allí”.

También se está probando la rapamicina en monos que viven apenas diez o 12 años, y que tienen una estructura genética muy parecida a los seres humanos. También en perros porque no solo comparten el medioambiente con las personas sino también su flora bacteriana, la comida y una excelente atención médica. Esto puede ser interesante ya que “es muy difícil obtener reportes de salud en la mosca de la fruta, pero los amos de estos perros sí pueden relatar los cambios que vean en sus mascotas”, dice Sierra. Además, si se logra aumentar la vida del mejor amigo del hombre “todo el mundo estará feliz”.

Además de la rapamicina, otras intervenciones parecen prometedoras. “En un experimento hecho por un  grupo de la Clínica Mayo se observó que al usar un truco genético para eliminar las células senescentes, aquellas que están próximas a morir, la hipertrofia cardiaca se revirtió”, señala el experto. En este caso, no solo se detuvo el proceso de envejecimiento sino que se pudo echar el reloj para atrás.

Eso es lo que la gente siente hoy: que los 50 son los nuevos 40, y los 60 los nuevos 50, y así sucesivamente. Sierra confirma que actualmente la gente tiene un mejor estado de salud que hace más de 100 años, pero la verdadera revolución llegará cuando alguno de los compuestos que estos expertos están probando dé resultado en los humanos. Mientras eso sucede, y muchos esperan que sea pronto, su consejo para detener el reloj es hacer ejercicio a cualquier edad, comer sano y equilibrado, y sobre todo, reírse mucho.

Cifras


70,2 expectativa de vida en hombres, en años.

77,5 expectativa de vida en mujeres, en años.

3,5 Número de años que se añadiría a la expectativa de vida si se cura el cáncer.

4,5 Número de años que se añadiría a la expectativa de vida si se cura la enfermedad cardiovascular.

10 a 15 Número de años que se añadiría a la expectativa de vida si se lentifica el proceso de envejecimiento, principal riesgo de cáncer, demencia, enfermedad coronaria y diabetes.