Y LA NOCHE QUE LLEGA...

Los científicos se desvelan en busca de una fórmula que ayude a los insomnes a recuperar el sueño perdido.

7 de agosto de 1995

LA MAYOR ESPERANZA PARA LOS INsomnes parece estar en los gatos. Mientras millones de personas en el mundo pasan la noche en vela, sus mascotas disfrutan de una reparadora siesta en cada cojín que encuentran en la casa. Esta facilidad de los felinos domésticos para conciliar el sueño es motivo de investigación por parte de los científicos. Hace poco investigadores del Instituto Scripps de San Diego, California, encontraron en los gatos una sustancia que puede ayudar a mejorar las píldoras que los humanos consumen para combatir el insomnio. Se trata de un químico cerebral que produce el organismo de los mamíferos durante el sueño profundo, el cual promete convertirse en el elixir del futuro para poder conciliarlo sin sufrir al día siguiente del aturdimiento o el cansancio que producen los medicamentos.
Después del resfriado, ésta es la principal queja de los mortales. EL insomnio no es, sin embargo, igual para todos: mientras algunos pasan las primeras horas de la noche escuchando los ronquidos de su pareja, otros pasan la madrugada al compás del tic-tac del reloj. Y la recomendación de contar ovejas o tomar leche caliente no es siempre el mejor remedio.
La estrategia depende de qué lo desencadena, porque lo que es bueno para sincronizar el reloj biológico no tiene ningún efecto si lo que le quita el sueño es la ansiedad o un desarreglo hormonal o una combinación de varios de estos factores. Lo mejor es visitar al especialista y acudir a un tratamiento en una clínica del sueño. Pero mientras tanto, vale la pena conocer los resultados de los últimos estudios que se han hecho sobre terapias naturales.
La primera tiene que ver con la sincronización del reloj biológico. El ciclo natural de sueño y vigilia sigue las 24 horas del ciclo solar. Si una persona es aislada en oscuridad por varias semanas el organismo gradualmente tiende a aumentar este ciclo a 25 horas, lo cual significa que el sueño llegará cada día una hora más tarde, hasta que pierde la noción real del tiempo. Alcontrario, si alguien es expuesto a 24 horas de luz, el efecto es opuesto. Así que si usted no puede dormir en la noche, media hora de fuerte luz solar temprano en la mañana puede ayudarle a reparar el reloj biológico. Igualmente una rutinaria exposición a la luz fuerte -con una lámpara fluorescente- antes de ir a la cama ayuda a evitar la desvelada en la madrugada. Este es un tratamiento que muchos especialistas del sueño aplican en sus clínicas para poder monitorear la intensidad y duración de éste y sus efectos.
La segunda recomendación de los expertos es darle menos tiempo al insomnio. Paradójicamente, mientras menos tiempo se gaste tratando de dormir más sueño se consigue. En un estudio, el profesor Arthur Spielman restringió el tiempo de sueño de sus pacientes al número de horas que gastaban para dormirse. Un insomne que estaba obteniendo seis horas de sueño por noche y típicamente se despertaba a las siete de la mañana, por ejemplo, era mantenido despierto hasta la una de la mañana. Las horas de sueño aumentaron en cada semana media y una hora. Después de dos meses la mayoría de los pacientes reportó menos problemas para conciliar el sueño y mantenerlo.
Todo el que haya contado ovejas sabe que dormir mal puede dejarlo hecho una piltrafa al día siguiente. Y este letargo ayuda a agravar el problema. Sino se está activo durante el día es menos probable que se concilie el sueño en la noche. La recomendación es hacer 15 minutos de ejercicio fuerte en la mañana y otra sesión dos horas antes de irse a la cama.
Como las canas y las arrugas, el insomnio es un invitado indeseado de la edad adulta. Siempre se había pensado que ello obedecía a que es la etapa en que el ser humano tiene sobre sus hombros el mayor peso de las responsabilidades y, en consecuencia, las preocupaciones los desvelaban. Aunque no existe duda de que la ansiedad contribuye en gran medida, existen otros factores de tipo biológico que agudizan el problema.
Al parecer este también es un asunto de hormonas. Se trata de la melatonina, cuya producción en el cerebro decae en la edad adulta. Al llegar a los 50 años, cerca del 80 por ciento de las personas empiezan a dormir menos profundamente y por períodos más cortos. En otros casos, la culpa no está tanto en las hormonas como en el reloj biológico. Por razones aún desconocidas, este mecanismo interno se desajusta con el paso de los años. El desastroso resultado es que a partir de cierta edad usted empieza a bostezar en los cocteles y a dormirse en vespertina mientras a las cuatro de la mañana está mirando la nueva programación de televisión o esperando impaciente la llegada del periódico. El único consuelo es que usted no está solo. Una tercera parte de las personas sufren de ocasionales ataques de insomnio en el transcurso de su vida, y para uno de cada 10 dormir se convierte en un sueño frustrado.