ARQUEOLOGIA

La piedra angular

Un osario de hace 2.000 años podría ser la evidencia arqueológica más antigua de la existencia de Jesús.

28 de octubre de 2002

Los cristianos del mundo nunca han necesitado pruebas materiales de la presencia de Jesús. Para eso está su fe. Y aunque entre catedráticos, arqueólogos y científicos hay consenso sobre su existencia muchos de ellos han dedicado buena parte de su trabajo a buscar cualquier vestigio físico que pueda ser relacionado con la vida del Hijo de Dios en la Tierra. La semana pasada recibieron una señal: Andre Lemaire anunció que había encontrado lo que podría considerarse como el documento más antiguo distinto a la Biblia que atestigua la vida de Jesús de Nazaret. Se trata de un osario, una caja de 50 centímetros de largo por 25 centímetros de ancho, en el cual se acostumbraba guardar los huesos de los muertos. Lo más relevante fue la inscripción que Lamaire encontró esculpida en la piedra: "Ya'akov bar Yosef akhui di Yeshua", que en arameo significa "Santiago, hijo de José y hermano de Jesús". Lemaire, un profesor de la Universidad de la Sorbona en París y un respetado especialista en inscripciones del período bíblico, cree que es muy probable que se trate del osario de Santiago, uno de los apóstoles y quien sentó los cimientos de la Iglesia Cristiana en Jerusalén.

"Pero si Jesús no tuvo hermanos?", se preguntarán algunos. Pues ese asunto no es tan claro. En el Nuevo Testamento hay menciones de que María habría tenido a Jesús siendo virgen pero luego de su nacimiento ella y su esposo, José, tuvieron otros hijos, entre ellos Santiago. La Iglesia Ortodoxa afirma que Santiago era un hijo de José fruto de una relación previa. Otra posibilidad es que se trate de un primo por el lado paterno o que, como sucede en la Iglesia Católica Romana, simplemente se le mencione como hermano por tratarse de un amigo o un familiar muy cercano.

También podría tratarse de cualquier Santiago, pero según Lamaire el hecho de que haya otros dos nombres asociados reduce las probabilidades. Además en aquellos tiempos no se hubiera inscrito el nombre del hermano del difunto de no ser porque ese hermano fuera una persona prominente. Santiago, José y Jesús eran además nombres muy comunes en esta ciudad. Lamaire explica que es muy difícil que existiera un Santiago que además tuviera un hermano llamado Jesús y un padre con el nombre de José. "Probablemente en dos generaciones en la Jerusalén del siglo I sólo 20 personas pueden coincidir con la inscripción", dijo el experto en la revista Biblical Archaeology Review, en la que publicó su hallazgo.

Según un historiador judío del siglo I Santiago habría sido ejecutado en el año 63, lo cual coincide con la antigüedad de la caja. En aquella época se usaba enterrar a los muertos en una cueva por un año. Al cabo de ese tiempo se recogían los huesos y los depositaban en una caja de piedra con la inscripción del nombre del difunto.

Lo más curioso de la historia es que Lamaire encontró la caja por accidente. En una noche de junio de ese año un coleccionista de antigüedades citó a Lemaire en su casa para que le ayudara a descifrar unas palabras en arameo que estaban grababas en la superficie de una vieja caja que había comprado 15 años atrás en un anticuario por 700 dólares.

Como no existían restos orgánicos en el objeto no se pudo hacer una prueba de carbono. Pero por la forma de las letras y el estilo de la escritura Lamaire logró establecer que fue hecha antes de la destrucción de Jerusalén en el año 70. Además una investigación realizada en Israel indicó que no había evidencia de pinturas modernas o de que para esta talla se hubiesen utilizado herramientas actuales.

Nadie duda del trabajo de este francés y de que la pieza sea auténtica pero algunos creen -incluyendo al mismo Lamaire- que será muy difícil confirmar rotundamente ese vínculo pues no hay más información en la piedra que dé más luces sobre esa identidad. Otros son más escépticos frente al tema y basan su críticas en el hecho de que la caja de piedra hubiese sido producto de la actividad de saqueadores y no de una excavación controlada, en la cual se tiene mucho cuidado en preservar todos los detalles para después poder identificar el contexto del hallazgo.

Antes de que apareciera este osario sólo se conocía un papiro en el que estaba escrito un fragmento del Evangelio de San Juan, escrito en griego alrededor del año 125. La mayoría de textos del Nuevo Testamento datan del año 300 de la era cristiana. Se cree que el documento más antiguo, el Evangelio según San Marcos, fue escrito alrededor del año 70. De modo que esta inscripción sería una de las más antiguas referencias a Jesús.

Aun si no se trata de Jesús la pieza por sí sola ya es una reliquia histórica que merece la pena exhibirse en cualquier museo. Pero se necesitará algo más que un milagro para poder establecer a ciencia cierta si el Jesús de la piedra es el salvador de los hombres; si José es su padre, el carpintero, y si Santiago es uno de sus apóstoles.