“La probabilidad de que caiga un meteorito más grande que los que acaban de golpear a Rusia es muy pequeña”. | Foto: .

CIENCIA

La Tierra, entre asteroides y meteoritos

¿Por qué no se previó la lluvia de meteoritos que golpeó a Rusia y dejó heridas a más de 400 personas?

Alianza DW
16 de febrero de 2013

El fin del mundo, pautado por charlatanes para el pasado 21 de diciembre, llegó con retraso. Eso deben haber pensado los habitantes de Cheliábinsk, Ekaterimburgo y otras cinco ciudades rusas al pie de los Montes Urales cuando bolas de fuego comenzaron a caer del cielo a las 9:20 (hora local) de este 15 de febrero. Quienes presenciaron el apocalíptico espectáculo dicen que un estruendo en las alturas y una luz enceguecedora precedieron a la lluvia de meteoritos, cuya onda expansiva causó daños considerables.

Unas 400 personas resultaron heridas, sobre todo por los cristales de las ventanas rotas. La Agencia Espacial Europea (ESA, sus siglas en inglés) aseguró que los objetos astronómicos que cayeron en territorio ruso este viernes (15.2.2013) no están relacionados con el asteroide 2012 DA14, cuyo paso muy cerca de la Tierra –a 27.650 kilómetros de su superficie– estaba anunciado para horas más tarde, a las 20:24 (hora alemana). Cabe preguntar, ¿por qué no se predijo la lluvia de meteoritos, si hace un año se anticipó ya la visita fugaz del asteroide 2012 DA14?.

“Con un tamaño de entre 30 y 80 metros de diámetro, el asteroide 2012 DA14 es mucho más grande que los meteoritos que acaban de caer. Aunque aterrizaron de manera espectacular, causando muchos daños y dejando numerosos heridos, éstos no medían más de un par de centímetros. Meteoritos de esas dimensiones son muy difíciles de reconocer para los científicos”, señala Carolin Liefke, investigadora de la Casa de la Astronomía (Haus der Astronomie) en Heidelberg.

En esta ocasión, las temibles bolas de fuego cayeron en el norte del planeta. Pero, según Liefke, ninguna zona de la Tierra es más vulnerable que otra a la caída de meteoritos. “Después de todo, éstos van y vienen en todas las direcciones”, dice la experta, agregando que tanto Estados Unidos como Europa intentan desarrollar un sistema de alarma contra meteoritos en las instalaciones de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) y en las de la ESA, respectivamente.

Más allá de la ciencia ficción

“Sin embargo, como ya lo expliqué antes, los objetos astronómicos más pequeños no están en la lista de prioridades de estas instituciones, sencillamente porque éstos no se dejan ver con facilidad. La meta es determinar con mucha antelación el acercamiento de aquellos que tienen dimensiones grandes, como el 2012 DA14 que se aproxima a la Tierra este 15 de febrero, porque los daños que un asteroide como ese puede causar son considerablemente mayores”, comenta Liefke.

“El mismo criterio aplica para la creación de escudos protectores contra meteoritos y asteroides: estos escudos sólo funcionarían contra objetos astronómicos grandes y conocidos con suficiente antelación. Los conceptos para defender a la Tierra de cuerpos estelares amenazantes ya existen, pero no se han llevado a cabo. Una manera de evitar que un meteorito choque con nuestro planeta es creando una explosión en el espacio para que cambie de rumbo”, sostiene Liefke. Ese escenario trae a la memoria el drama hollywoodense Armageddon.

Gerhard Drolshagen, un investigador de la ESA especializado en el estudio de objetos astronómicos que avanzan hacia la Tierra, dijo a la agencia dpa que, si éstos se acercan demasiado a nuestro planeta, es necesario “darles un empujón” para alterar su trayectoria. “Un método relativamente sencillo consistiría en lanzar una sonda espacial para que choque contra el asteroide y lo desvíe de su ruta hacia la Tierra”, afirmó Drolshagen, acotando que un asteroide se desplaza a una velocidad veinte veces superior a la de una bala.

A juicio de Liefke, es importante diferenciar entre los riesgos reales y los que no lo son. “La probabilidad de que caiga un meteorito más grande que los que acaban de golpear a Rusia es muy pequeña. De momento, no se sabe de ningún objeto astronómico que pueda ser peligroso para nosotros en el futuro cercano”, asegura Liefke.