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SALUD

La vacuna contra el papiloma humano sí sirve

Un estudio mostró por primera vez la efectividad de la vacuna contra el VPH, virus que está relacionado con la aparición de múltiples tipos de cáncer como los de cuello uterino, pene y garganta.

16 de marzo de 2016

Un estudio publicado en la revista Pediatrics y avalado por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) demostró una disminución de más de la mitad en el número de adolescentes de entre 14 y 19 años infectadas por el virus. La investigación, para la que se recolectaron datos de las mujeres vacunadas contra el VPH desde el 2006, año en el que inició el programa en Estados Unidos, es la primera en mostrar, con base en evidencia científica, la efectividad de esta vacuna.

Este medicamento fue aprobado en el 2006 como una medida preventiva contra el cáncer de cuello uterino. Estudios han demostrado que el 100 % de este cáncer, que cobra las vidas de más de 3.000 mujeres al año, está relacionado con la infección por VPH. Aunque el número de casos ha disminuido con el uso de la citología, sigue siendo la segunda causa de mortalidad por cáncer.

El estudio encontró que entre mujeres de 14 a 19 años, la tasa de infección se redujo del 11,5 % entre el 2003 y el 2006 al 4,3 % entre el 2009 y el 2012. Entre las mujeres de 20 a 24 años las infecciones bajaron del 18,5 % al 12,1 % en el mismo período. La noticia ha llamado la atención porque es la primera evidencia en Estados Unidos del impacto de esta medicina en ese grupo.

A pesar de la efectividad en la protección de este virus asociado al cáncer, en Estados Unidos sólo el 40 % de la niñas de entre 13 y 17 años han recibido las tres dosis. Esto se debe en parte a que la vacuna ha tenido tropiezos.

En Colombia, por ejemplo, la vacunación se inició en el 2012 con la campaña “Que vivan las mujeres, que viva la vida”. En ese momento el Ministerio de Salud implementó la vacunación contra el VPH en todas las niñas escolarizadas en instituciones públicas y privadas. La idea era vacunar a 3,5 millones de ellas en todo el territorio nacional. Infortunadamente en el 2014, un grupo de estudiantes de El Carmen de Bolívar presentó alteraciones en su salud después de la aplicación de la segunda dosis. Este hecho abrió el debate en el país sobre su uso en la prevención del cáncer de cuello uterino.

En otros países la vacuna ha tenido detractores por sus potenciales efectos secundarios. La Asociación de Afectadas por la Vacuna del Papiloma (AAVP), con sede en España, lucha por suspender su uso alrededor del mundo y cuenta con un portal web donde recoge las opiniones de médicos y científicos que niegan la efectividad de la inmunización. Miguel Jara, periodista español especializado en temas de salud y crítico del uso de algunas vacunas como la del VPH, dice que “ el daño que esta provoca es abrumadoramente mayor que el beneficio esperado”.

Países como Japón, Nueva Zelanda y Austria han dejado de recomendar el uso de la vacuna. Consideran que no existen estudios que demuestren la efectividad y los efectos adversos de esta a corto plazo, lo que hace que el riesgo de la aplicación sea mayor que su beneficio. La autoridades sanitarias japonesas detuvieron las campañas de vacunación debido a la relaciones entre su uso y las muertes de cuatro mujeres en el 2011.

Pero para los expertos no hay dudas del beneficio. Para Santiago Moreno, ginecólogo de La clínica Reina Sofía en Bogotá, “la vacunación es una de las herramientas que tenemos para evitar este mal”. Sin embargo, añade que esta medida debe ir de la mano del uso de “preservativo, la práctica de una sexualidad responsable y la realización de citologías, según los esquemas establecidos”.

En efecto, Los científicos señalan que la estrecha relación que existe entre el virus y el desarrollo de cáncer hace pensar que las mujeres que no están infectadas tienen menor riesgo de desarrollar la enfermedad. Ivan Noreña, médico Internista y fellow en infectología de la Universidad Nacional considera que “generar intervenciones que contrarresten la infección viral evita la alteración de las células a nivel del cuello uterino, lo que en consecuencia prevendría el desarrollo del tumor”.

Aunque en Colombia no se han reportado muertes por el uso de la vacuna, el caso de las niñas del El Carmen de Bolívar encendió las alarmas. En el 2014 el grupo de vigilancia y análisis de riesgo del Instituto Nacional de Salud inició la evaluación de los casos y estudio de los brotes. Después de analizar los datos concluyó que no existía una relación entre la vacuna y los síntomas presentados por las afectadas. Se trataba de un episodio de reacción psicógena colectiva.

Sin embargo, este caso hizo mucho eco en los padres de familia que optaron por no vacunar a sus hijas. Aunque la vacuna era gratuita y se aplicaba en los colegios, muchas niñas no la recibieron por miedo a los efectos adversos. Para Isabel Puello, médica familiar y directora de una Unidad de Atención primaria en Bogotá, “el hecho de haberse presentado casos de posibles efectos adversos en relación con la vacunación contra el VPH, asociado a la información de libre acceso que se encuentra en internet, hace que sea difícil discernir sobre la seguridad de la vacuna y el riesgo que pueda traer su administración”.

La efectividad real de la vacuna sólo se verá reflejada con la disminución del número de casos de cáncer de cuello uterino, para lo cual hace falta que pasen por lo menos 20 años. “Las vacunas desarrolladas hasta la fecha han demostrado una gran efectividad en evitar la infección viral y disminuir el desarrollo de lesiones precancerosas en pacientes que llevan aproximadamente 10 años de seguimiento”, dice Noreña.

Esta vacuna, querida por unos y odiada por otros, es otro avance científico que se suma a la lista de nuevos enfoques en la lucha contra el cáncer. Aunque faltan estudios a largo plazo, el trabajo publicado en Pediatrics brinda evidencia científica de su efectividad. En ese sentido, no deja de ser sorprendente que la ciencia este ad portas de desarrollar herramientas que podrían llegar a convertir el cáncer de cuello uterino en una enfermedad controlada como el sarampión o la polio.