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PSICOLOGÍA

Las desventajas de pensar demasiado

La tendencia a racionalizar todo puede llevar a grados inmanejables de indecisión y a olvidarse de vivir el presente. ¿Es usted una de estas personas?

15 de agosto de 2014

En español no existe traducción exacta para la palabra 'overthinking'. Los conceptos más cercanos son cavilar, elucubrar, intelectualizar o racionalizar. Sin embargo, se queda corta al faltarle el superlativo “de más”, pues las connotaciones de estas palabras no necesariamente son negativas.

El 'overthinking' es sencillamente pensar en algo mucho y por mucho tiempo sin conseguir un mejor resultado. Este tipo de pensamiento, advierten los expertos, no es sano y es atribuible a ciertas personalidades.

Edgar Correa, psicólogo clínico de la Universidad de los Andes, asegura que “todos tenemos en algún grado la tendencia a caer en el 'overthinking'. Es algo que nace de la necesidad de racionalizar todo y de negar la parte emocional”. Sin embargo, dejarse llevar por las emociones a veces implica “olvidarse de uno mismo” y permitir que la razón no tenga todo el control.

“En el psicoanálisis, hay un mecanismo de defensa que se llama racionalización. Sucede cuando la persona no quiere entrar en contacto con sus sentimientos y solo quiere encontrar razones lógicas para no dejarse afectar por su lado emocional”, agrega Correa.

“Estas personas son generalmente ‘intelectuales’ o sujetos con buena formación académica, dados a la precisión del dato y a la información fáctica, pero no a los sentimientos. Creen que entre más conocimiento adquieran van a tener mejor capacidad decisoria, y eso no es así”, señala el especialista. Hay cosas que sencillamente no tienen explicación lógica, coherente ni racional, que por tranquilidad mental es mejor aceptarlas sin resistirse y sin intentar comprenderlas.

Para evaluar si tiene o está cayendo en esta tendencia pregúntese si usted es una persona dubitativa o si al tomar una decisión muchas veces queda insatisfecho o arrepentido. Evalúe si le cuesta vivir el presente y disfrutar de “los pequeños placeres de la vida”.

Si es así, la recomendación para desintoxicar la mente es no desgastarse en “lo que pudo haber sido” o en el “hubiera” de cada situación. Una vez tome una decisión lo mejor es no mirar atrás y trabajar sobre ella.

También es recomendable no exponer el dilema a opiniones de los demás. Aunque en ocasiones es útil recibir consejos, hacer evidente su indecisión y escuchar muchas opiniones podría llevarlo a confundirse y enfrascarse aún más. Es válida la consulta si se trata de avanzar sobre la decisión tomada. Por eso, es recomendable tener presente que frente a una opción siempre habrá pros y contras, y que no todos los factores ni los resultados están bajo su control. El mensaje puede reducirse entonces a una simple advertencia: que el análisis no le provoque parálisis.

Este comportamiento se presenta en todas las circunstancias de la vida desde las más complejas a nivel afectivo de vida, hasta las prácticas en el campo profesional o empresarial.

La razón, aunque muy útil en la vida, no debe motivar todas las decisiones, actuaciones y comportamientos. Las acciones basadas en la espontaneidad del sentimiento y la emoción podría brindar en algunos casos mayor satisfacción y tranquilidad.

La mente no tiene la respuesta para todo.