M&M’s rechazó la oferta de Steven Spielberg de aparecer en ‘E.T’. Las ventas de Reese, que sí lo hizo, aumentaron 65 por ciento luego de la ‘premiere’. | Foto: A.F.P.

COMPORTAMIENTO

Las equivocaciones más costosas de la historia

¿Sabía que una disquera rechazó a Los Beatles o que una editorial no le vio futuro a Harry Potter? Casos como esos hay muchos.

8 de noviembre de 2014

“Nunca he conocido a un guitarrista que valga un peso”, le dijo un hombre llamado Vernon a su hijo. Esta frase sería intrascendente si no fuera porque el apellido del padre es Presley y el nombre del joven Elvis. Este consejo ofrecido seguramente con todas las buenas intenciones en 1953 probó con el tiempo ser equivocado. El cantante y actor norteamericano no solo se coronó como el rey del rock sino que aún después de muerto sigue produciendo mucho dinero. En 2012 obtuvo el segundo lugar entre las diez celebridades fallecidas que más ganan, con 60 millones de dólares, según la revista Forbes.

Pero lo cierto es que casos como este abundan. Y no solo de  padres que subvaloran el talento de sus hijos sino de profesionales, ejecutivos de altos cargos, políticos y expertos que en algún momento dieron un concepto errado a la hora de evaluar un negocio, o de calcular el éxito de un producto o de un artista. En su libro The Expert Speaks, que traduce Hablan los expertos, el legendario periodista Victor Navasky señala que la ciencia de pronosticar es un negocio muy “impredecible” y por ello cerca de la mitad de las personas que tienen en su poder una decisión de este tipo se equivoca.

El error de Vernon Presley es entendible. Después de todo, dice Navasky, una cosa es un consejo familiar y otra muy diferente predecir el éxito en un profesional.  Por eso muchos no entienden cómo personajes encargados de descubrir nuevos artistas se pudieron equivocar tanto en sus apreciaciones. Siguiendo con Elvis, Jim Denny, gerente del Grand Ole Opry, le dijo al joven músico luego de su presentación el 25 de septiembre de 1954: “Hijo, no vas para ningún lado. Vuelve a tu oficio de manejar camiones”.

Es ampliamente conocido también que Harry Potter y la piedra filosofal, el primer libro de la saga de J.K. Rowling fue rechazado por 11 editoriales que argumentaron variadas razones para hacerlo. “Los niños no quieren saber de historias de magos” o “nadie quiere leer libros tan largos”, fueron algunas de las excusas. Uno de ellos, incluso, le recomendó a la autora que no renunciara a su trabajo diurno porque no le auguraba éxito en la literatura. La editorial Bloombury, no obstante, le dio el sí y se calcula que solo de ese libro se han vendido más de 107 millones de copias hasta hoy. En cinco años, Rowling logró amasar una fortuna que la catapultó a la lista de los más ricos en Gran Bretaña.

Así como estos editores que dejaron pasar una oportunidad de hacer plata, los directivos de la firma discográfica Decca, hoy parte del grupo Universal Music,  aún siguen dándose golpes de pecho porque en 1960 dejaron pasar a nada menos que Los Beatles porque no les gustó su sonido. “Los grupos con guitarra están fuera de moda”, fue la manera decorosa de rechazarlos. Pero más tarde dijeron que “Los Beatles no tienen futuro en el mundo del espectáculo”. El cuarteto de Liverpool tocó entonces la puerta en su rival EMI, donde los contrataron de inmediato. Hoy, ese rechazo a Los Fab Four se considera una de las metidas de pata más grandes en la historia de la música.

En esa lista de rechazos desastrosos está el que le hizo Hewlett Packard a Steve Jobs y a su socio Steve Wozniak, fundadores de Apple. En cinco diferentes oportunidades los dos jóvenes fueron sin éxito  a mostrarle un prototipo del Apple I a sus directivos. En alguna de estas visitas les dijeron: “No los necesitamos, ni siquiera se han graduado de la universidad”. Se dice que ante semejante oportunidad perdida Bill Hewlett más tarde diría: “A veces se gana, a veces se pierde”.

Algunas metidas de pata no tienen valor económico sino histórico. Es el caso de Fulgencio Batista, quien en 1959 dijo que Castro “solo durará un año. No más”. O la legendaria frase de Charles H. Duell, director de la oficina de patentes de Estados Unidos quien dijo en 1890: “Todo lo que puede ser inventado ya ha sido inventado”. Más increíble aún es la frase de Margaret Thatcher en 1970: “Ninguna mujer durante mi existencia será primer ministro de Gran Bretaña”.

Y estos errores también se dan entre expertos de las ciencias exactas, como Albert Einstein, el autor de la teoría de la relatividad, quien dijo en 1932 que no había posibilidad alguna de que se pudiera obtener energía nuclear. “El átomo no se puede destruir a voluntad”, dijo el físico. Trece años después caía sobre Hiroshima una bomba atómica.

En el campo de la tecnología abundan estas predicciones erróneas. “640k es una capacidad suficiente de almacenamiento para un individuo”. ¿Quién dijo este disparate? Nadie menos que Bill Gates, en 1981.  El tiempo demostraría cuán errado estaba pues hoy 640k equivale al espacio que ocupa guardar un documento de Word.

Ser experto en marketing y tener todos los datos a la mano parece no ayudar. Una de las más memorables metidas de pata en los negocios vino por cuenta de Thomas Watson, fundador de IBM, quien en 1943 dijo: “No creo que haya un mercado global para más de cinco computadores”. En esa misma línea se encontraba Darryl Zanuck, alto ejecutivo del estudio 20th Century Fox, cuando afirmó lo siguiente sobre la televisión: “Es una moda que no durará porque la gente pronto se cansará de mirar una caja de madera todas las noches”. Erasmus Wilson, reconocido profesor de la universidad de Oxford, dijo en 1878 que “cuando la Exposición Universal de París se cierre, la luz eléctrica se apagará también y nunca más escucharemos de ella”.

En 1903, el presidente del Michigan Savings Bank le aconsejó a Horace Rackham, el abogado de Henry Ford, que no invirtiera en la Ford Motor Company. “Los caballos están aquí para quedarse mientras que el automóvil es una novedad, una moda”. Por fortuna el abogado hizo caso omiso de esta recomendación e invirtió 5.000 dólares en acciones que al cabo de unos años pudo vender por más de 12 millones.

En el listado de aquellos que no vieron la oportunidad de un negocio lucrativo está el emporio de chocolates Mars. Steven Spielberg los contactó para ofrecerles la posibilidad de aparecer en una escena de E.T cuando Elliot atrae al extraterreste con una barra de chocolate hacia la casa. La idea era hacerlo con una bolsa de M&M’s pero la firma le informó al director que no estaba interesada. Sin embargo, la marca de chocolates Reese aceptó la oferta y luego del éxito de la película las ventas de estos productos aumentaron en más de 65 por ciento.

También ha habido errores históricos como el de la Nasa cuando accidentalmente borró las cintas de la llegada a la luna, por lo que hoy no existe ningún original del evento. O cuando perdió un satélite porque sus ingenieros hicieron los cálculos en el sistema inglés de medición (libras y pulgadas) mientras que sus socios en el proyecto, Lockheed Martin, usaron el sistema métrico. El satélite desapareció en 1999 debido a que la diferencia en estas mediciones provocó que los computadores en Tierra nunca pudieran establecer su ruta de navegación. El error costó 125 millones.

Como dice Navasky, hay que tener cuidado de las predicciones pesimistas y de las optimistas. Alexander Lewyt, presidente de la corporación Lewyt, una firma especializada en electrodomésticos, anunció en 1940 que las aspiradoras de energía nuclear serían una realidad en diez años. Tampoco se puede confiar de las predicciones basadas en datos ni en estadísticas ni en informes de mercadeo porque al final de cuentas, el futuro es incierto y errar es humano.