SEXO

Las trampas del porno

Gracias al auge de internet la gente consume cada vez más pornografía. Sin embargo, cuando las parejas tratan de imitar lo que ven pueden sufrir frustraciones y afectar su vida sexual. Los expertos hablan.

13 de octubre de 2012

Las cifras son impactantes. Uno de cada cuatro clics en internet está relacionado con búsquedas de material de alto contenido sexual, cada segundo cerca de 30.000 personas están viendo pornografía en el ciberespacio y se estima que X-Videos, la página triple x más grande de la web, recibe más de 4.400 millones de visitas mensuales. Estas estadísticas recientes evidencian el poder del porno y su nivel de consumo a nivel mundial. Pero a pesar de su popularidad, los videos triple X pueden causar un impacto negativo en la vida de pareja, especialmente en las más jóvenes.

Ese es el caso de Juan Andrés, un joven de 20 años que ve videos pornográficos en internet desde que tenía 13. Cuando empezó a tener relaciones sexuales con su novia sufrió un bloqueo frecuente y no lograba una erección porque sentía que su pene era muy pequeño. Según el sexólogo Armando Dávila, ahora es muy frecuente ver a pacientes que llegan al consultorio con este mismo problema o que sufren de eyaculación precoz y su referente es el actor de la película porno que vieron. "El estereotipo del macho que está muy bien dotado y es una máquina sexual termina por afectarlos", dijo Dávila a SEMANA.

Varios investigadores y profesionales han señalado que el porno aumenta las expectativas de los hombres, pues creen que las mujeres van a estar siempre dispuestas a hacer lo que ellos quieran a la hora que les plazca, y en la realidad no sucede así. "En el porno duro el juego previo al coito no existe. No hay lugar para el afecto sino que el centro de acción es la penetración y los genitales. De esa forma se pierde toda la mística alrededor del sexo", dijo a SEMANA la sexóloga Luisa Torres. Se estima que una mujer necesita de 30 a 45 minutos de estimulación previa con besos, caricias y roces corporales para lubricar y poder disfrutar del coito sin dolor. Sin embargo, en los videos porno las actrices siempre están listas y los hombres, como dice Dávila, "se crean esa falsa imagen".

Los estereotipos que muestra el porno afectan también a las mujeres, que pueden sufrir problemas de autoestima porque no tienen las medidas perfectas ni un cuerpo voluptuoso de las actrices de estas películas o porque se ven obligadas a experimentar prácticas sexuales que no quieren. "Los hombres esperan que su pareja sea capaz de hacer todo tipo de maromas como si fuera una clase de gimnasio y no una relación sexual natural", señaló Dávila a SEMANA.

Si bien es cierto que estas películas pueden ayudar a encender la líbido y es legítimo usarlas como terapia sexual, los problemas empiezan cuando las parejas se rigen por los estereotipos del porno para vivir su sexualidad. "Algunos hombres no entienden que el porno es una fantasía. Por eso no es de extrañarse que muchos no sepan cómo satisfacer a su compañera ni hacerla llegar al orgasmo", señala Michael Castleman, experto en sexo y bloguero del portal web de la revista Psychology Today. Por eso, los sexólogos recomiendan el cine erótico o el llamado soft porn o porno suave, donde el juego sensual previo al coito sí tiene relevancia y no se desvía demasiado de la realidad.

Para Wendy Maltz, coautora del libro The Porn Trap, el porno es la guía educativa de los hombres para saber todo sobre el sexo, pero lo que les enseña es irreal, ficticio, y debido a su uso masivo no es extraño hallar trastornos relacionados con su consumo. "Es muy fácil acceder a estos materiales actualmente y la gente está viviendo sus experiencias sexuales con base en este fenómeno", afirma Maltz. De hecho, varios estudios científicos han encontrado correlación entre el consumo constante de pornografía y la práctica frecuente de sexo oral, sexo anal, tríos o sexo grupal.

Por eso, es alarmante que los adolescentes, al tener fácil acceso a este tipo de material, aprendan a ver y vivir su sexualidad de esa forma. "Se identifican con ese modelo y piensan que de eso se tratan las relaciones sexuales. Por eso no canalizan bien su energía y sufren de eyaculación precoz", explicó Torres a esta revista.

Además de deformar el sentido de la sexualidad, la pornografía puede convertirse en una adicción. Según los expertos, el uso excesivo de material triple X en internet afecta el cerebro del individuo, pues se crea un mecanismo de defensa que disminuye la sensibilidad a la dopamina, hormona vinculada al placer en las personas, y se genera dependencia. "Internet ofrece estimulación infinita y novedad constante con un solo clic. Los jóvenes pueden tener de 10 a 20 ventanas abiertas al mismo tiempo, se detienen y se devuelven a la parte que les gusta de cada una", señaló a SEMANA Gary Wilson, experto en la adicción al porno y fundador de la página web yourbrainonporn.com. De esa forma, se llega a un punto en el que la búsqueda de novedad y material impactante se vuelve necesaria para obtener placer. Por eso, hay casos en los que una persona no puede llegar al orgasmo con su pareja si no tiene el estímulo del porno.

Los expertos coinciden en que el material triple X no es la mejor herramienta educativa para mejorar y vivir una sexualidad saludable. Sin embargo, quienes lo ven no están destinados a convertirse en unos depravados ni dañar su vida en pareja. "Lo importante es que no vuelvan ese hábito un estilo de vida", señala Torres, pues todo en exceso es perjudicial. Como concluye Castleman, "la pornografía es como las escenas de persecución en carros de las películas de acción, excitantes y divertidas para ver, pero no la forma en que cualquiera debería conducir en la calle".