Llamadas peligrosas

Un nuevo estudio concluye que no deben subestimarse las posibles relaciones entre la radiación generada por los celulares y el cáncer cerebral.

18 de septiembre de 2000

Shari Welsh no puede imaginar la vida sin su celular. Lo lleva a todas partes: cuando monta en bicicleta por las colinas, cuando maneja su automóvil por la ciudad. “¡Me siento tanto más segura cuando tengo el teléfono a mano!”, dice.

Sin embargo, Shari, de 32 años, no puede dejar de cuestionarse acerca de los peligros que está corriendo su salud. “Muchas veces, cuando estoy usando mi celular, me pregunto si me estaré ganando un cáncer cerebral”.

Otro tanto ocurre con muchas personas. Un crecido número de norteamericanos —100 millones, según las últimas estadísticas— utilizan actualmente teléfonos celulares y decenas de miles de nuevos usuarios se suscriben al servicio diariamente. Las preocupaciones de salud llenaron por primera vez los titulares de prensa en 1993, cuando un hombre afirmó que su esposa había muerto de cáncer cerebral debido a la utilización del teléfono celular y, en consecuencia, demandó al fabricante. Su demanda le valió aparecer en el show de Larry King, aunque finalmente el juez consideró que la demanda no era procedente.

La semana anterior, la gaceta médica de Medscape —MedGenMed— planteó nuevos interrogantes en un polémico artículo que repasa el estado actual de la investigación médica acerca de los aparatos inalámbricos. Su conclusión es que las afirmaciones de los fabricantes en el sentido de que los aparatos son totalmente inofensivos “ya no pueden sustentarse”. George Carlo, principal autor del artículo, dice que se sintió chocado por los datos reunidos. “Estamos comenzando a ver un crecido número de estudios médicos y científicos que sugieren la existencia de problemas potenciales”.

Está claro que las posibles amenazas a la seguridad deben ser investigadas. Desde hace mucho tiempo se sabe que la exposición intensa a las radiaciones electromagnéticas puede perjudicar los tejidos humanos. La cuestión radica en saber si las ínfimas cantidades de emisiones de las antenas de los celulares pueden producir perjuicios significativos. Carlo, ex presidente de la firma Wireless Technology Research (que fue fundada por las empresas productoras de celulares en 1993 para estudiar la seguridad del usuario de los teléfonos móviles), revisó más de 50 estudios, muchos de los cuales no han sido publicados. La mayoría no mostraba relación alguna entre el uso de los aparatos y los problemas de salud. Los resultados preocupantes que él señala provienen de los estudios más recientes, muchos de los cuales tienen un carácter preliminar y no son, por consiguiente, concluyentes. En un experimento, los investigadores de Integrated Laboratory Systems en Research Triangle Park (Carolina del Norte) encontraron que elevados niveles de radiación proveniente de teléfonos celulares (2,5 veces más altos a los niveles máximos legales autorizados para los teléfonos) pueden causar anomalías en los cromosomas de las células sanguíneas humanas.

En un estudio sueco acerca de pacientes con cáncer cerebral publicado el año pasado, los científicos encontraron que los teléfonos celulares no plantean riesgos adicionales de contraer tumores cerebrales. Sin embargo, en un grupo de pacientes muy pequeño, los tumores se encontraron mayoritariamente en el lado de la cabeza del cual el paciente usaba el aparato telefónico portátil. Por otra parte, un equipo de científicos dirigido por el doctor Joshua Muscat, de la American Health Foundation en Valhalla, Nueva York, estudió 470 pacientes con tumor cerebral sin encontrar señales de riesgo en la gran mayoría; no obstante, en un pequeño subgrupo de 35 pacientes hubo alguna correlación entre el uso de teléfonos celulares y un raro tipo de cáncer cerebral.

La revisión del material científico realizada por el doctor Carlo, muchas de cuyas conclusiones ya ha expuesto en público, ha sido objeto de ataques por parte de funcionarios del sector de la producción de celulares. Dichos funcionarios dicen que él ha exagerado en sus conclusiones. Jo-Anne Basile, de la Asociación de Industriales Fabricantes de Teléfonos Celulares (CTIA), dice que los resultados científicos disponibles a la fecha demuestran que “no hay efectos adversos sobre la salud provenientes del uso de teléfonos celulares”. Algunos de los autores de los trabajos citados por Carlo objetan la manera en que ha presentado o interpretado sus datos, al decir que requieren mucho más análisis. Carlo, quien cuenta con un título de abogado y un PhD en patología, ha pasado años realizando investigaciones financiadas por industriales (también trabajó para fabricantes de implantes para senos) y ha sido un personaje polémico en el campo de la salud. El insiste en que se limita a cumplir con su trabajo. Inicialmente pensó que los datos no aportarían novedades; pero que ahora está convencido de que hay preguntas que resolver.

Algunas de esas preguntas serán planteadas en forma más completa durante los años venideros. Esta semana, la Administración de Alimentos y Drogas de Estados Unidos y la CTIA se reunirán en Washington para colaborar en investigación acerca de seguridad. El Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos se encuentra actualmente analizando datos provenientes de una encuesta de gran tamaño acerca de las causas del cáncer cerebral, la cual incluye un análisis alrededor de los teléfonos celulares. Por su parte la Organización Mundial de la Salud, al observar que para el año 2005 habrá en el mundo 1.600 millones de usuarios de celulares, está planeando un estudio que se realizará en más de 10 países para examinar la relación de dichos aparatos con los cánceres del cuello y el cerebro.

Mientras tanto, si usted está preocupado por las posibles repercusiones que el uso del celular pueda tener sobre su salud, debe tomar algunas precauciones. Comience por retirar un poco el aparato de su cabeza mediante el uso de un auricular adicional. Adquiera un celular de modelo viejo para el carro en el cual la antena esté por fuera del vehículo. Cuelgue cuando la señal sea deficiente, pues esa deficiencia implica que el teléfono tiene que trabajar con mayor intensidad y ello aumenta las emisiones de radiación de la antena. Utilice teléfonos digitales ya que emiten menos radiación que los análogos. Tenga cuidado cuando le sugieran el uso de aparatos adicionales que se supone bloquean la radiación, pues cualquier cosa que bloquea la transmisión puede generar problemas de funcionamiento en el aparato y aumentar el riesgo. Finalmente, procure no usar el celular mientras maneja, no se imagina cuánta paz ganará y, definitivamente, es mucho más seguro concentrarse en la conducción del vehículo.