Los expertos creen que esta luz que se observó en Santander es un meteoro, aunque no tan grande como otros que han caído recientemente en la Tierra. La foto fue captada por Diana Jiménez .

ASTRONOMÍA

Lluvia de rocas

Todo parece indicar que el extraño fenómeno que se vio en Santander la semana pasada corresponde a la caída de un meteorito. El evento no es tan raro como se cree.

11 de septiembre de 2010

En la tarde del domingo pasado, muchos santandereanos fueron testigos de un fenómeno muy particular: un objeto luminoso cruzó el firmamento de norte a sur mientras dejaba una estela blanca. Luego se escuchó un estruendo seco cuya vibración rompió los vidrios de varias casas. Algunos todavía creen que fue un ovni. Otros dicen que se trató de un pedazo de basura espacial debido a que un satélite en desuso fue programado para caer en el Pacífico sur ese domingo. Para los expertos, existiría la posibilidad de que una de sus partes se desprendiera antes del reingreso y se desplomara en algún lugar. Pero hoy, la teoría más sólida es que se trató de un meteorito.
Según Alan W. Harris, investigador del Space Science Institute de Boulder, Colorado, la basura espacial vuelve a la atmósfera con mucha frecuencia, pero tiene un recorrido mucho más bajo y lento que el de un meteoro, y viaja casi en forma horizontal al suelo. Según las descripciones y fotografías, para él lo que cayó del cielo ese día fue un bólido, es decir, un meteoro de cierto tamaño. "A diario un meteoro de medio metro o más entra a la atmósfera y se quema antes de caer al piso o al mar, lo suficientemente cerca como para que se escuche ese ruido", dice Harris.

Miguel Ángel Sandoval, astrónomo del grupo Halley, de la Universidad Industrial de Santander, coincide con Harris en esa hipótesis. Según él, lo que se escuchó no fue una explosión sino el sonido característico que se produce cuando el meteoro entra en la atmósfera y supera la barrera del sonido, algo que se conoce como 'boom' sónico.

En todo caso, saber a ciencia cierta qué fue, si era un meteorito o no, o conocer su tamaño, será difícil. "Si se desintegró en la atmósfera, será difícil encontrar un pedazo de roca para demostrarlo", dice Sandoval. Y si cayeron restos al suelo, dado el terreno montañoso y selvático de la región, será muy difícil encontrarlos. Por si acaso, estas rocas son negras y tienen una apariencia diferente a las terrestres. "Es como si estuvieran derretidas", explica el astrónomo Germán Puerta. También son muy pesadas porque están compuestas de materiales como el hierro. Como dato curioso, se cotizan muy bien en el mercado pues son apreciadas por museos y coleccionistas privados. Si son meteoritos metálicos, podrían avaluarse en 2.000 dólares el kilo.

Eventos muy similares al de Santander se han registrado recientemente en diferentes partes del mundo. Uno de ellos ocurrió en septiembre de 2007 en Perú, que produjo un pequeño cráter. Pero el más interesante ha sido el de Sudán, que cayó en octubre de 2008 y fue inusual porque los astrónomos lo detectaron 17 horas antes de que ingresara a la atmósfera, lo que permitió seguir su trayectoria. El asteroide fue bautizado 2008 TC3, y aunque explotó 37 kilómetros antes de tocar tierra, fue posible recuperar pequeños fragmentos suyos dispersos en el desierto. "El de Colombia no parece ser tan grande como estos, pero lo que hablan los testigos es exactamente lo que se espera de estos eventos", agrega Harris.

Ya se habían registrado este tipo de fenómenos en Colombia. En 1687, las crónicas de Santa Fe denominan el Ruido a un episodio que ocurrió el 9 de marzo de ese año y que fue acompañado de un tremor. Según Fredy Moreno, director del observatorio astronómico del Gimnasio Campestre, el Ruido habría sido causado por un meteorito. "El paso de este objeto genera sonidos, no el 'boom' sónico sino porque a veces estalla", dice Moreno, quien ha estudiado el caso. En el Museo Nacional hay varios meteoritos que tienen 200 años y que fueron encontrados en Boyacá, luego de la independencia. Y hace unos años, en Cali sucedió un fenómeno similar al de Santander, del cual se encontraron meteoritos muy pequeños. Hace poco se escuchó otro estruendo extraño en Chocó que podría ser de un bólido de estos. "El problema es que encontrar vestigios en esa zona es muy difícil", dice Moreno.

Según Puerta, se calcula que a diario caen 200 toneladas de material del espacio; algunas son partículas tan pequeñas que se conocen como estrellas fugaces (ver recuadro). Pero otros son más grandes y han dejado rastros de su impacto en diferentes sitios de la Tierra. El más devastador fue el que cayó en la península de Yucatán, que causó la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años. Pero en la historia reciente se destaca el de Tunguska, Rusia, en 1908, cuando se produjo una explosión que afectó una vasta área forestal y acabó con todos los renos de la zona. "En 1927 se realizó la primera expedición, pero no se encontró cráter ni rastro de fragmentos de meteoritos. Ahora se sabe que fue producido por un objeto del espacio exterior, posiblemente un cometa que explotó a siete kilómetros de altura, con una fuerza varias veces superior a la de la bomba atómica de Hiroshima", dice Puerta. Otro muy famoso es el Meteor Crater en Arizona, un hueco de 1.200 metros de diámetro que dejó un meteorito al chocar con la Tierra hace 50.000 años.

Para Puerta, el vecindario del planeta azul es muy peligroso pues existen piedras de todos los tamaños circulando en el espacio. "Estos objetos son como carros que van a toda velocidad por una autopista sin semáforos, por lo que chocan constantemente entre sí", señala. Entre Júpiter y Marte hay una zona conocida como cinturón de asteroides, y estos a veces colisionan. De estos choques resultan piezas más pequeñas que salen disparadas hacia otros planetas. Júpiter, por ser el más grande, es el que atrae la mayor parte de los objetos, y si no existiera, dice Puerta, "tendríamos 100 veces más riesgo de ser atacados por cometas".

Los que están más cerca se conocen como NEO por su sigla en inglés Near Earth Objects. Uno de ellos, conocido como 2010 AL30, de 10 metros de diámetro, pasó muy cerca el 13 de febrero pasado, a un tercio de la distancia de la luna. Los científicos también les siguen la pista a otros, como Apophis, cuya probabilidad de entrar en la atmósfera en 2029 es de una en 250.000.

Los grandes son fáciles de visualizar, y la Nasa los tiene catalogados a casi todos. Pero constituyen el verdadero temor los más pequeños, que por su tamaño no alcanzan a reflejar luz solar, y por lo tanto son invisibles para los telescopios especializados, incluso cuando pasan cerca de la Tierra. Y aun si no son asesinos de dinosaurios sino objetos más pequeños, hacen daño. Dentro de este rango, los que más preocupan son los de 300 metros de diámetro. "Podrían crear destrucción regional, y si caen en el mar podrían inundar ciudades costeras", le dijo a Scientific American Edward Beshore, astrónomo de Catalina Sky Survey, de la Universidad de Arizona.

El riesgo de que caigan en cualquier parte de la Tierra es el mismo, pero debido a su topografía, en Colombia son más difíciles de encontrar cuando tocan suelo. Y aunque hay casos de abolladuras de autos, ganado muerto o vidrios rotos a causa de estas rocas viajeras, curiosamente ninguno de los expertos está preocupado por el tema. El propio Harris dice que "hay más temor por el asunto del que realmente merece". El argumento es que la probabilidad de que uno de estos caiga es muy baja. Sin embargo, los científicos los siguen de cerca, les calculan su trayectoria y están ideando maneras para desviarlos en caso de que un día se dirijan directo a la Tierra. Lo mejor es, entonces, disfrutar de este espectáculo natural, pues como dice Harris, aunque son comunes, es probable que un individuo tenga solo una oportunidad en la vida de observarlo.
 
¿Qué es qué?
 
Los asteroides son las pequeñas rocas que viajan por el espacio. Si están cerca de la Tierra, se llaman NEA o NEO para incluir también a los cometas. Los pequeños objetos que se ven desde la Tierra son meteoroides, y cuando entran en la atmósfera se les llama meteoros. Un meteoro grande es a veces conocido como bólido. Un meteorito es la piedra que cae a la Tierra. “De esta forma, el 2008 TC3 que cayó en Sudán fue todo esto: un asteroide o meteoroide, un meteoro o bólido y un meteorito después de aterrizar”, dice Harris. Como todos los meteoritos que se rebautizan, ahora se le conoce como Almahata Sitta.