M... oda a la nostalgia

La onda de los 70 regresa a las pasarelas, de la mano de los grandes diseñadores.

12 de julio de 1993

Moda a la nostalgia
QUIENES LA LUCIERON HACE 20 años ahora ven con asombro a sus hijos convertidos en una réplica de sus años mozos. El pantalón campana, los parches y los flecos en los jeans, los cinturones a la cadera, los vaporosos vestidos gitanos -al estilo de Joan Báez-, las faldas hindúes, los chalecos de crochet, los zapatos de plataforma, las sandalias de cuero, los anillos de grandes piedras, las pulseras trenzadas de cuero, los pañuelos anudados a la cabeza, los collares étnicos y el ombligo al aire han regresado. Y no solo a las esquinas y discotecas en la indumentaria de los muchachos de barrio, sino a las pasarelas de la moda de la mano de los grandes diseñadores.
Algunos dicen que se trata de ese típico ciclo de la moda, que ocurre cuando la falta de inspiración lleva a recurrir a las tendencias del pasado. Otros dicen que es la nostalgia de la generación del baby-boom -hoy al poder- lo que dicta esta tendencia que ha llevado a los modistos a recuperar los aires del hippismo. Lo cierto es que ni los manifestantes ds las barricadas de mayo del 68 en París, ni los hippis del parque de la 60 en Bogotá podían siquiera sospechar que un cuarto de siglo después sus retoños volverían a imponer los atuendos de su juventud perdida. Aquellos años en que se produjo una explosión en el mundo, una revolución natural y ecologista de una generación que llevada por el desencanto quiso destruir todos los esquemas y cambiar el mundo al grito de "la imaginación al poder" y "haga el amor y no la guerra".
Pero el hippismo fue una ideología, era una forma de vida, una búsqueda que quedó plasmada en la música, el arte y la moda, aunque años después sus protagonistas cambiaran las flores, el símbolo de la paz y la sicodelia por los paños ingleses y los chaneles. Ahora, una nueva generación, que no sabe quién fue Danny el Rojo ni ha oído hablar de Herbert Marcuse, se lanza a las calles a lucirla como si la hubiera inventado, por el simple hecho de seguir las frívolas pautas impuestas por la moda. Pero más que una señal de la rebeldía juvenil, es una moda cargada de nostalgia para quienes la impusieron cuando ni los años ni los kilos pesaban tanto.