Una de cada tres mujeres diagnosticadas con ayuda de una mamografía se sometió a un tratamiento oncológico sin que fuera necesario. | Foto: Archivo.

SALUD

¿Sirven las mamografías?

Un nuevo estudio refuerza la idea de que este examen no reduce las muertes por cáncer de mama y fomenta que muchas sean tratadas sin necesidad.

17 de enero de 2017

Una de cada tres mujeres diagnosticadas con ayuda de una mamografía se sometió a un tratamiento oncológico sin que fuera necesario, aseguran los investigadores del Centro Nórdico Cochrane y el Rigshospitalet de Dinamarca. Esto se debe a que a través de estos exámenes también se suelen encontrar tumores pequeños, de crecimiento lento y que no suelen ser mortales a los que se les da el mismo tratamiento que a un tumor de riesgo elevado.

Según revelaron los investigadores, la detección con mamografía no sólo aumenta el diagnóstico de tumores que no habrían presentado problemas, sino que no reduce la incidencia del cáncer en estados avanzados, pues las cifras de quistes más peligrosos tampoco mejoran con estas pruebas. Esto hace que aumenten las dudas sobre la efectividad de la mamografía para la reducción de muertes por cáncer de mama. El estudio se basa en datos recopilados durante 30 años de más de 1,4 millones de danesas de entre 35 y 84 años de edad.

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“El sobrediagnóstico conlleva a que haya mujeres sanas que reciben diagnósticos innecesarios de cáncer de mama”, reconoció Karsten Juhl, uno de los autores de la investigación, quien añade que a su vez el “sobretratamiento con cirugía, radioterapia y en ocasiones quimioterapia, trae serias consecuencias para estas mujeres”.

Por otro lado tener que someterse a procedimientos médicos que se pueden evitar genera consecuencias anímicas para las diagnosticadas. “El diagnóstico de una enfermedad como el cáncer no es fácil de asimilar. Es común que las diagnosticadas caigan en estados depresivos y de ansiedad, pues la noticia de que la vida está en riesgo obliga a que todo cambie”, explica la psicóloga Milena Rodríguez.

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La mamografía es un procedimiento sencillo que utiliza bajas dosis de radiación ionizante para visualizar lo que está ocurriendo en los senos. Uno de los riesgos de este examen es que en algunos casos, tal exposición puede elevar la posibilidad de cáncer. También, puede que no identifique tumores que se alojan debajo del tejido mamario, lo que se denomina un falso negativo, o, por el contrario, puede arrojar un falso positivo, que es cuando identifica una anomalía que puede parecer cáncer, pero es una lesión normal.

Algunos recomiendan empezar con las mamografías después de los 40 años, pero en los últimos años el consenso es hacerlo a partir de los 50; antes sería injustificado y aún más si no existe un riesgo alto. No se puede negar que el mayor beneficio de este examen es la identificación temprana del cáncer y su consecuente tratamiento oportuno que puede evitar una mastectomía o extirpación del seno.

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La idea de los investigadores no es desestimular la prevención y el autocuidado, sino promover que las mujeres estén mejor informadas sobre las implicaciones de tomar exámenes de este tipo si no existe un riesgo elevado.

No hay que olvidar que la detección temprana sigue siendo la manera de asegurar las mayores posibilidades de supervivencia: “en un cáncer diagnosticado en estadio 0, a 5 años es del 99 %. Detectado en un estadio 1, a 5 años la supervivencia es superior al 95 %”, explica el cirujano oncólogo mastólogo, Sebastián Quintero. Adicionalmente, para un descubrimiento oportuno, no sólo está la mamografía, sino el autoexamen mensual, los controles médicos anuales del seno a partir de los 30 años y, según la edad y el riesgo de la paciente, otros estudios imagenológicos como las ecografías.