biologia

Mar de sorpresas

Una expedición de 30 días en las profundidades del mar de Tasmania arrojó como resultado el descubrimiento de 1.500 nuevas especies marinas.

27 de julio de 2003

Tres cuartas partes de la superficie del planeta están cubiertas por mares y océanos y la mayor porción de este volumen de agua reside a grandes profundidades. Por esto la exploración de los suelos y montañas marinas a ese nivel ha sido lento. No es exagerado decir que se conoce más del espacio exterior que de aquello que sucede a 1.500 metros bajo el nivel del mar, donde se sospecha que existen numerosas especies que se han adaptado a la vida sin la luz del sol y con un limitado número de recursos. Para conocer mejor lo que se esconde bajo el agua el pasado 10 de mayo un grupo, conformado por más de 20 científicos de Australia y Nueva Zelanda, zarpó a bordo del barco Tangaroa desde la bahía de Wellington rumbo a las islas Lord Howe y Norfolk, al norte de Nueva Zelanda y frente a las costas australianas. La expedición se denominó Norfanz porque navega alrededor de Norfolk y es un esfuerzo conjunto entre Australia y Nueva Zelanda. En esa zona del mar de Tasmania, sumergido bajo el agua, yace un sistema de montañas marinas conocido como Seamounts, volcanes extintos de forma circular o cónica en donde habitan numerosas especies marinas y corales que se han adaptado a la vida bajo condiciones muy precarias. Se estima que existen 30.000 montañas cubiertas por agua en el mundo. Las que estos científicos iban a visitar tienen 70 volcanes extintos ubicados entre 200 metros y 1,5 kilómetros de profundidad. La expedición duraría cuatro semanas, al cabo de las cuales el grupo de científicos recolectaría muestras, tomaría fotos y videos, así como revisaría los planos cartográficos de este sistema de montañas. Ese 10 de mayo, ya en alta mar, los expertos preparaban los equipos, las redes y demás herramientas y establecían los turnos de trabajo de cada participante. Desde el segundo día de navegación los científicos comenzaron a poner manos a la obra. Lanzaron hacia las profundidades una red especializada en recolectar especímenes pequeños pero se decepcionaron cuando vieron que sólo había peces pequeños, calamares y langostinos. Pero al siguiente día utilizaron una caja de metal para recolectar sedimento, rocas y animales invertebrados y el océano les ofreció una mejor recompensa: moluscos, esponjas, equinodermos y langostinos. "Estos animales viven toda su vida sin ver la superficie o el piso del océano. Ellos en realidad nadan en el espacio interior entre estos dos límites", escribió en el diario del viaje Andrew Stewart, uno de los científicos. "Lo que pescamos llenaría una bolsa de supermercado, lo cual da una idea de la densidad de vida de estas aguas profundas. Era una mezcla de extraños y maravillosos animales". Treinta días después de haber salido de las costas de Nueva Zelanda, tras haber cubierto más de 5.000 millas náuticas y clasificado 14 sistemas de montañas submarinas a una profundidad de 2.000 metros, llegaron a Wellington con un botín de más de 500 especies de peces y 1.300 invertebrados, muchos de ellos nuevos para la ciencia. Era el final de una de las más completas y ambiciosas expediciones marinas jamás hecha en Australasia. "Más de 100 ejemplares podrían constituir nuevas especies", dice Mark Norman, del Museo Victoria (ver recuadro). La expedición no sólo resulta importante por el trabajo taxonómico sino también porque permite conocer una de las áreas menos exploradas y entendidas, y a partir de esto elaborar políticas para su protección, como hoy se hace con las selvas tropicales, hogar de una gran variedad de especies. Otro de los logros fue establecer mapas precisos del suelo marino de esta zona con el apoyo de escáners, lo cual ayudó además para enviar las cámaras y equipos al fondo sin que sufrieran golpes con las rocas. Las muestras serán entregadas a diferentes organismos de investigación, en los cuales los expertos podrán examinarlas en forma más detallada. Estos análisis ayudarán a conocer más sobre la composición y la diversidad de estas comunidades que viven en las profundidades y darán mucho de qué hablar en los años siguientes. Lo más interesante es que este gran cargamento fue el resultado de una exploración superficial, lo cual supone que estas zonas del océano albergan más diversidad de lo que se pensaba y, por consiguiente, aún queda un mundo entero por conocer. Página Web relacionada www.oceans.gov.au