La tricotilomanía afecta a más mujeres que hombres.

CIENCIA

Más ayuda contra la tricotilomanía

Las personas que sufren tricotilomanía -el hábito recurrente y compulsivo de arrancarse el cabello- necesitan recibir más ayuda, dicen expertos.

Alianza BBC
8 de noviembre de 2010

Se cree que el trastorno, que puede producir desde una pérdida leve de cabello hasta calvicie severa, puede llegar a afectar a una de cada 25 personas en algún momento.
Y expertos del Instituto de Tricólogos del Reino Unido afirman que debe haber más terapias y ayuda psicológica disponible para estos individuos.
 
Porque si el trastorno no se controla a tiempo puede convertirse en una enfermedad duradera y difícil de tratar.
 
La tricotilomanía está caracterizada por la necesidad urgente y recurrente de arrancarse el cabello, pelo facial, pestañas, cejas y todo tipo de pelo corporal.
 
Aunque el trastorno puede aparecer en la infancia por lo general surge en la adolescencia y suele ser provocado por crisis de depresión o estrés. Aunque no ha habido estudios sobre su prevalencia, se cree que puede ser hasta de 1,5% en los hombres y 3,4% en las mujeres.
 
Sin embargo, tal como expresa Marilyn Sherlock, presidenta del Instituto de Tricólogos, la reacción más común de los médicos cuando ven a un paciente que sufre el trastorno es: "Deja de hacerlo. Es simple, no te jales el pelo".
 
"En general los problemas de cabello no son problemas que pongan la vida en riesgo" dice la experta.
 
"Por esa razón, tienden a ser tratados de forma ligera. Sin embargo éste es un problema más grave de lo que se le considera debido a que es tan visual", agrega.
 
Las autoridades del Departamento de Salud del Reino Unido afirman que esperan que los médicos del Servicio Nacional de Salud tomen el asunto con seriedad en todo el país, pero reconocen que quizás las terapias psicológicas para estos pacientes no están ampliamente disponibles.
 
"Realmente me afectó"
 
Emiliy, una joven de 19 años, comenzó a arrancarse el cabello cuando tenía nueve años.
"Mis tareas escolares decayeron y los profesores comenzaron a notar mi conducta. Llamaron a mi mamá y le dijeron que me estaba arrancando el cabello", dice la joven.
 
"Tenía que arrancarme pedazos de cabello de diferentes lados de la cabeza. No se veía normal pero era la única forma de disfrazarlo".
 
Emiliy fue colocada en una lista de espera y eventualmente referida a psicólogos. Sin embargo, afirma que éstos no entendían realmente su problema.
 
"Para mi crecer fue muy difícil debido a mis amigas. Bueno, todas tenían sus propios problemas pero ellas siempre llevaban el cabello muy bonito".
 
"A veces me ponía realmente mal cuando alguna de ellas decía '¡Ay, mi cabello está horrible hoy!'". "Yo pensaba: '¡No te quejes por favor!'"
 
Llegó un momento en que mi cabeza tenía tantos pedazos de calvicie que mi mamá me colocaba listones para cubrirlos".
 
Tratamiento
 
La tricotilomanía está clasificada en el Manual de Diagnóstico y Estadística de Enfermedades Mentales (la "biblia" de los psiquiatras en muchos países del mundo) como un trastorno de "control de impulsos", pero existen dudas sobre cómo debe ser clasificada.
 
Los expertos no se ponen de acuerdo en si es un hábito, una adicción o una enfermedad obsesiva compulsiva, pero si concuerdan en que si no se le trata puede volverse un trastorno crónico y difícil de tratar.
 
Según Sherlock, descubrir cómo es el hábito en una persona es una buena forma de comenzar a ayudar.
 
"¿Se arrancan el cabello cuando están viendo televisión o leyendo un libro? Podemos encontrar formas de que la persona se distraiga o para que tenga las manos ocupadas haciendo otras cosas".
 
El doctor Graham Archard, del Real Colegio de Médicos Generales del Reino Unido dice estar "sorprendido" por las afirmaciones de que estos pacientes no están recibiendo ayuda suficiente.
 
"Decirle a alguien que 'deje de hacerlo' no es suficiente", señala el experto.
 
"Si un médico le dice eso a un paciente mi consejo para el paciente es que busque a otro médico y que encuentre a alguien que realmente lo escuche".
 
Muchos de estos pacientes, sin embargo, prefieren pagar para recibir ayuda.
Lucinda Ellery dirige una cadena de clínicas especializadas en pérdida de cabello y tal como dijo a la BBC cada año llegan "cientos de niñas para recibir tratamiento que puede costar miles de dólares".