REDES SOCIALES

Me lo contó un pajarito

La fuerza de Twitter es tal que hasta los medios de comunicación prefieren dar de primera mano su información por esta red.

Vladdo*
27 de junio de 2010

Llegué a Twitter no sé cómo, hace casi dos años, pero al comienzo no le prestaba mayor atención. Pero con el paso de los meses, ese programa –cuyo logo es un pequeño pajarito azul– se ha convertido en uno de los que más uso, tanto en el computador como en el BlackBerry o el iPhone.
 
Inicialmente, y por falta de tiempo, mis tweets –o trinos, que es como se les llama aquí a los mensajes que uno escribe– eran muy esporádicos. Claro que también pesaba el hecho de que tenía muy pocos seguidores, por lo cual era muy escasa la interactividad, que es clave en este mundo virtual.

Mi cuenta de Twitter (http://twitter.com/vladdo) estuvo en puntos suspensivos durante meses, hasta el 26 de febrero pasado, cuando la Corte Constitucional tumbó la nueva reelección de Álvaro Uribe. Esa tarde hablé con ahínco de la satisfacción que me produjo el fallo y vi que en Twitter muchos compartían ese sentimiento. Por esa época yo debía tener escasos mil seguidores y en la actualidad ya son más de 14.000; cifra bastante buena para mí, pero que no es comparable con los 5 millones de Britney Spears o los 4 millones largos de Barack Obama.

En Twitter muchas veces hay que dividir un mensaje en varias frases para completar la idea, ya que un trino no puede pasar de 140 caracteres (el equivalente al texto en cursiva que usted acaba de leer, por ejemplo). Esta norma le da una dinámica increíble a la comunicación por esa vía, a la vez que obliga al usuario a ser muy conciso al escribir, lo cual produce unos efectos colaterales espantosos, como la publicación de abreviaturas que nadie entiende, o los horrores ortográficos que a veces se le van a uno.

Tras la caída del referendo, y con el arranque en firme de la campaña electoral, Twitter se convirtió en una especie de tertuliadero virtual, al cual llegaba cada día más y más gente. Fueron legendarias las tertulias que se dieron, gracias al intercambio de comentarios durante los debates presidenciales, y durante los cuales acumulé muy buena parte de mis actuales seguidores.

Desde luego, como ocurre con las demás redes sociales, la adicción a un servicio como Twitter puede alterar la vida personal y profesional de la gente, pero también es innegable que cada día se consolida más y más como una poderosa herramienta de comunicación masiva, eficiente y directa, que en buena medida ha reemplazado los mensajes de texto tradicionales y que gracias a su agilidad, también ha copado con gran éxito predios hasta hace poco exclusivos de MSN o Yahoo!, y con una inmensa ventaja adicional: mientras que en los programas de chat los mensajes llegan apenas a unas decenas de personas, los trinos de Twitter llegan a miles y miles de usuarios a los que uno ni siquiera conoce, pero que lo siguen permanentemente y que ayudan a medir la temperatura y el ánimo de la sociedad, y lo ponen a uno al tanto de lo que ocurre en el mundo.

Los principales medios de comunicación muchas veces difunden su información primero por Twitter. Lo propio hacen las grandes estrellas del espectáculo y los líderes políticos, que prefieren comunicarse directamente con sus millones de seguidores por medio de estos cortos pero efectivos mensajes, que se reproducen como un virus en cuestión de minutos.

Gracias a Twitter, y con millones de usuarios que se suman diariamente a esa red, hoy más que nunca cobra vigencia aquella frase que dice: “Me lo contó un pajarito”.
 
*Caricaturista y director de Un Pasquín