Bienestar

Meditación para el cerebro

La relajación budista desaceleraría el envejecimiento natural. María Cristina Caballero, de SEMANA, habló con Sara Lazar, investigadora de Harvard, quien dirigió el primer estudio que relaciona esta práctica con el crecimiento de estructuras físicas del cerebro.

15 de abril de 2006

La meditación es una forma de ejercicio mental que se desarrolló en Asia y se ha ido popularizando en Estados Unidos y otros países occidentales. Investigadores de las universidades de Harvard, Yale y MIT establecieron recientemente que la gente que medita aparentemente tiene cerebros más grandes, en contraste con aquellos que no lo hacen. Este estudio provee la primera evidencia de que la meditación puede estar asociada con cambios en la estructura física del cerebro.

Sara Lazar, investigadora asociada a la Escuela de Medicina de Harvard -quien dirigió el estudio-, explicó a SEMANA que los escáneres de experimentados meditadores revelan un aparente engrosamiento o mayor complejidad en partes del cerebro relacionadas con la capacidad de atención y el procesamiento de señales sensoriales, así como con la interconexión entre la parte cognitiva y la emocional.

La mayoría de los hallazgos de este estudio se localizó en el hemisferio cerebral derecho. "Esta zona, que se activa con este tipo de meditación, es esencial para los procesos de atención", anota Lazar.

Numerosas historias se han publicado recientemente acerca de las diferencias en las funciones cerebrales entre monjes budistas y la población en general. Pero no se había realizado una exploración científica acerca de los efectos de la meditación en aquellos que la practican regularmente en países occidentales como Estados Unidos. Los practicantes de meditación escogidos para el estudio le dedican un promedio de 30 a 40 minutos al día e incorporan su práctica a la rutina diaria que incluye carrera, familia y amigos. El estudio en cuestión se concentró en los efectos a largo plazo de esta meditación al estilo occidental y si esta genera cambios en la estructura cerebral.

Los investigadores usaron resonancia magnética nuclear (MRI) con el fin de evaluar el espesor de la corteza -la parte externa de la materia gris que cubre el hemisferio cerebral- en 20 individuos que practican regularmente meditación en el área de Boston. Todos los participantes habían aprendido a meditar con una técnica budista que se concentra en cultivar una mente plena y una conciencia profunda de los estímulos sensoriales en el momento presente. (ver recuadro)

Entretanto, los 15 integrantes del grupo de control no habían tenido experiencia alguna con sesiones de yoga o meditación. El promedio de edad de los meditadores fue de 38 años y el de los del grupo control, 36,8 años. Todos los sujetos reposaron en total silencio dentro del escáner mientras se tomaban imágenes detalladas de la estructura de su cerebro.

Lazar y sus colegas encontraron que en un área de la materia gris el engrosamiento o crecimiento tiende a ser más pronunciado en gente de mayor edad y experiencia como meditadores. Esto intrigó al equipo científico porque esas partes de la corteza se adelgazan con el paso de los años. La diferencia entre meditadores y no meditadores era de entre uno y dos diezmilímetros.

Ese espesor de las áreas corticales de aquellos meditadores de entre 40 y 50 años es similar al promedio del espesor de esas regiones en personas cuyas edades oscilan entre los 20 y los 30 años -sugiriendo que la práctica regular de estos ejercicios podría desacelerar el ritmo de la degeneración neuronal-. "La meditación puede generar una mayor plasticidad en áreas relacionadas con el bienestar y el procesamiento emocional, una zona que establece la interconexión entre la parte cognitiva y la emocional", insistió Lazar.

La profundidad de la meditación se midió a través de la desaceleración del ritmo de la respiración. Aquellos que estaban meditando más profundamente fueron aquellos que tenían mayores cambios en las estructuras cerebrales.

Estos hallazgos son consistentes con investigaciones previas que muestran un engrosamiento de las áreas del cerebro relacionadas con la música (en el caso de músicos profesionales) y de áreas visuales y motoras en los cerebros de aquellas personas dedicadas a realizar acrobacias que requieren de una alta destreza manual.

En otras palabras, la estructura del cerebro de un adulto puede cambiar como respuesta a prácticas repetitivas. Otros estudios destacan que la relajación facilita los procesos de aprendizaje que dan más plasticidad a esta región del cerebro.

Sin duda, del estudio se pueden derivar muchas preguntas: ¿Qué es exactamente lo que causa el engrosamiento? ¿Podría ser que la meditación genera más conexiones entre células del cerebro y arterias y venas? ¿Cómo impacta la conducta o el comportamiento diario el engrosamiento de la llamada materia gris? ¿De qué manera la meditación incrementa la comunicación entre las áreas intelectuales y emocionales del cerebro?

Para tratar de encontrar respuestas a estos y otros interrogantes se están diseñando nuevos estudios en el Hospital General de Massachussets, afiliado a la Universidad de Harvard, dónde Lazar llevó a cabo las primeras mediciones.

Lazar y su equipo han formulado la hipótesis de que cuando se está más alerta o consciente de los estímulos sensoriales, como sucede durante las prácticas formales de meditación, la persona gradualmente se hace más capaz de emplear esta conciencia para navegar a través de encuentros potencialmente estresantes que se presentan en la vida diaria. Así mismo, según los datos preliminares, todo indica que se dan procesos de decisión más adaptativos.

Algunos colegas de Lazar se preguntan, entre otras cosas, si la meditación podría desempeñar un papel en desacelerar o controlar el envejecimiento en general. Lazar, sin embargo, prefiere ser cauta en este sentido. "Nuestros datos sugieren que, de hecho, una pequeña parte del cerebro parece tener una desaceleración en el adelgazamiento de la membrana. Entonces, la meditación podría llegar a ayudar a mejorar algunos aspectos del envejecimiento cognitivo. Pero es importante reconocer que los monjes y yoguis que practican meditación sufren del mismo tipo de enfermedades que nosotros sufrimos. Ellos también envejecen y mueren. Sin embargo, gozan de una mayor capacidad de atención y una mejor memoria, lo cual significa un mejoramiento de la calidad de vida, un mayor desarrollo de su potencial".

Aunque en teoría existe la posibilidad de que aquellos que tienen una corteza cerebral más gruesa en áreas asociadas con estados de alerta y procesamiento sensorial tendrían una mayor probabilidad o tendencia a practicar meditación, Lazar está convencida de que la práctica de la meditación en sí juega un rol vital en los cambios estructurales que se presentan en áreas del cerebro.

Si bien el estudio se basó exclusivamente en sujetos que practican meditación "hacia el interior", se cree que otras formas de yoga y meditación tendrían un impacto similar en la estructura cortical y en la plasticidad. "Para identificar si hay diferencias significativas en los cambios en estructuras cerebrales según diferentes tipos de meditación, habría que diseñar un estudio comparativo", dijo Lazar a SEMANA.

Esta investigadora insiste en que el estudio -financiado por el Centro para el Control de las Enfermedades, el Instituto Nacional de Salud y el Centro Nacional para Medicinas Alternativas y Complementarias- sugiere que los cambios en la estructura y la función cerebral no sólo se limitan a los monjes que practican meditación, sino a personas occidentales que tienen la disciplina o el rigor de meditar con regularidad.