PAREJA

Mejor solo que mal acompañado

Está confirmado: los casados viven más que los solteros. Pero un matrimonio infeliz puede traer peores consecuencias para la salud que no tener pareja.

3 de noviembre de 2002

Muchos piensan que casarse es ponerse la soga al cuello y que de ahí en adelante la vida se vuelve rutinaria, difícil y se duplican los problemas. Sin embargo hay razones de peso para estar casados. Desde hace un par de décadas se sabe que el matrimonio es como una especie de cinturón de seguridad que protege de las enfermedades y prolonga la vida de la pareja. No faltan los escépticos, para quienes esta afirmación es el resultado de una simple percepción: "Claro, lo que pasa es que con el matrimonio a uno se le hace la vida eterna mientras que cuando uno es soltero siente que el tiempo no alcanza para disfrutar la vida". No obstante, para sorpresa de los más incrédulos, aquello de que los casados gozan de mejor salud tiene un buen soporte científico. Los estudios, revelados por el periódico The New York Times, han demostrado a lo largo de los años que vivir con alguien ofrece las mismas ventajas para el organismo como no fumar, hacer ejercicio y tener una buena dieta. El matrimonio hace a las personas menos propensas a cirugías y a morir de muchas causas, entre ellas accidentes y ataques cardíacos.

Pero recientemente se han dado a conocer una serie de trabajos que ahondan más sobre el asunto y muestran que no es suficiente con casarse. Lo importante, dicen los expertos, es la calidad de la relación pues quienes sostienen vínculos emocionales que no son satisfactorios enfrentan más problemas de salud que quienes gozan de un matrimonio bueno. Aún más, para la sicóloga María Elena López, estar mal casado puede ser incluso más nocivo que ser soltero, divorciado o viudo ya que las malas relaciones desgastan mucho y generan cuadros de depresión que luego se somatizan en el organismo. "Cuando las personas pasan por dificultades reiterativas sufren de gastritis, dolores de cabeza, trastornos de sueño y alergias". Todo esto, según ella, tiene un gran impacto en la salud.

Sin embargo lo sorprendente es que los nuevos estudios muestran vínculos directos entre estar mal casado y un problema fisiológico específico como, por ejemplo, sufrir de encías débiles, tener presión arterial alta, incapacidad para respondera tratamientos o sufrir una enfermedad con mayor severidad.

El que sale más apaleado con las riñas es el corazón. James Coyne, profesor de siquiatría de la Universidad de Pennsylvania, evaluó la relación entre la calidad de la unión y la recuperación de pacientes con falla cardíaca. El experto grabó videos de las discusiones que estos enfermos sostenían en casa con sus maridos o esposas y las clasificó en términos de negatividad. Los que se involucraban en peleas negativas con sus parejas tenían 1,8 más probabilidades de morir en un año que aquellos enfermos que tuvieron enfrentamientos menos fuertes. En el estudio -publicado hace un año en el American Journal of Cardiology- Coyne logró predecir la recuperación de sus pacientes y la habilidad del corazón para bombear sangre de acuerdo con el tipo de relación que llevaban. "Sin duda un mal matrimonio puede ser peor que no estar casado", afirma. La explicación de este proceso no es muy clara pero Coyne se atreve a aseverar que tal vez una relación sólida y comprometida ayuda a que un enfermo tenga una buena razón para mantenerse vivo. "Aún cuando su propia determinación para mejorarse tambalee es la pareja la que puede inyectarle energía para continuar, explica. En matrimonios averiados sucede todo lo contrario. Si alguno de los dos le pidiera al otro 'respire durante media hora' es probable que contuviera el aire sólo por llevar la contraria", dice el especialista.

No obstante los reproches y las críticas constantes también afectan los sistemas inmunológico y endocrino. La siquiatra Janice Kiecolt y su esposo, el inmunólogo Ronald Glaser, han hecho estudios en los cuales se demuestra que la presión arterial aumenta -sobre todo en las mujeres- cuando hay discusiones muy frecuentes. Incluso otros corroboraron estos hallazgos y que además en mujeres infelices con su matrimonio la presión se incrementa tan sólo con recordar dichas peleas. El grupo adelanta un trabajo que busca establecer la relación entre un matrimonio malo y la capacidad del cuerpo para recuperarse de una herida. Para ello están realizando una investigación poco ortodoxa, que consiste en admitir a sus pacientes en una sala de urgencias y provocarles una pequeña herida en el brazo. Los doctores observarán la interacción de la pareja mientras la herida sana.

Las mujeres son las peor libradas en este asunto pues se ha demostrado que ellas se benefician menos de las bondades de un matrimonio satisfactorio y son las que más sufren las presiones de una relación tormentosa. Un estudio de 15 años realizado entre miembros de una organización de salud en Oregon encontró que no tener un poder de decisión equitativo generaba mayor riesgo de muerte entre las mujeres pero no en los hombres. En el estudio de falla cardíaca del doctor Coyne, siete de cada ocho mujeres con una vida marital negativa murieron del corazón dos años después de su diagnóstico. Los expertos, sin embargo, no se explican por qué las mujeres son más sensibles a las situaciones negativas que los hombres.

Con esta creciente literatura médica queda demostrado que las penas del alma no son sólo asunto del corazón sino de todo el cuerpo y que para mantener una buena salud física no basta con hacer ejercicio y alimentarse bien sino tener relaciones tranquilas y plenas con los seres más cercanos.

href="https://www.semana.com/imagesSemana/documentos/vidamo.pdf " target="blank">Marriage and Health: His and Hers. Estudio de la doctora Janice Kielcot -Glaser, siquiatra de la Universidad Estatal de Ohio