Mentiras en la red

Mensajes fraudulentos, como la venta de gatos en frascos, llegan todos los días a los correos electrónicos sin que nadie pueda evitarlo.

13 de agosto de 2001

Una amiga de una amiga estaba ennoviada con un afgano y de un momento a otro él desapareció. El 10 de septiembre ella recibió una carta en la que su novio le pedía disculpas por haberse ido sin avisar y le pedía que al día siguiente no viajara por ninguna línea comercial y que no fuera a ningún centro comercial el día de Halloween. Después de la tragedia del 11 de septiembre la chica entregó la carta al FBI para que la investigara. Espero estar equivocada pero les envío esta información para que estén alerta”.

Tan pronto como este mensaje electrónico comenzó a circular por Internet el pasado 5 de octubre las líneas del FBI se atestaron de llamadas de ciudadanos atemorizados que querían comprobar la veracidad de la historia. El pánico llegó a tal punto que las propias autoridades tuvieron que desmentir el contenido del e-mail y aclarar que se trataba de un hoax, es decir, un mensaje engañoso que se distribuye en cadena y cuyos principales objetivos son congestionar los servidores y conseguir direcciones de correo electrónico para armar bases de datos.

Según un informe de la Comisión Europea cada día se envían 500 millones de mensajes no solicitados, lo que representa un gasto de casi 10.000 millones de dólares anuales para los usuarios.

Las célebres leyendas urbanas, como la historia de las agujas infectadas de sida en los asientos de los cines o las hamburguesas con carne de lombriz, que siempre le sucedían a un amigo de un amigo y que hasta hace unos años se transmitían oralmente, han encontrado en los hoaxes una manera fácil de propagarse ya que por muy descabellada o escabrosa que sea la historia el simple hecho de aparecer en Internet la hace creíble para la mayoría de las personas, sobre todo si el que envió el mensaje es un conocido pues se da por sentado que las intenciones de los amigos siempre son buenas.

“Las historias apelan a los sentimientos de la gente, al humor, al miedo, al morbo. Parecen absurdas pero podrían llegar a ser ciertas. Las personas no se toman el trabajo de comprobarlas y prefieren creerlas”, afirma Eugenio Siccardi, creador de la página rompecadenas.com, un portal dedicado a detener la proliferación de hoaxes, spams y virus en la red. Uno de los hoaxes más difundidos hasta el momento es el que hace referencia a un sitio llamado Bonsai Kitten, desde el cual un inescrupuloso comerciante japonés vendía gatos bonsai. De acuerdo con el mensaje los gatos recién nacidos eran metidos en frascos y luego les administraban químicos para ablandarles los huesos hasta que el cuerpo de los felinos adoptaba la forma del recipiente. Luego de rastrear la información —incluso el FBI intervino en la investigación— se comprobó la falsedad tanto del e-mail como de la página que lo sustentaba y se descubrió que el responsable de la broma era un estudiante del Instituto Tecnológico de Massachussets.

Las falsas cadenas de solidaridad que pretenden reunir firmas para ayudar a niños enfermos de cáncer o los repentinos regalos de multinacionales como Nokia y Microsoft también se consideran hoaxes y, según Siccardi, la mejor manera de acabar con este flagelo informático es no reenviar los mensajes. “A los supersticiosos les cuento que yo he roto infinidad de cadenas y no me he vuelto millonario y tampoco me ha sucedido nada malo”.