MENUDITIS AGUDITIS

Rabiosos clubes de fanáticas de Menudo reclutan ejércitos de niñas entre los 8 y los 15 años

12 de septiembre de 1983

"No quiero que se repita lo de la caminata", gritaba Carlos Eduardo Hernández, organizador de los Clubs de Fans de Menudo en Colombia, en medio de las 250 alborotadas presidentas de la junta directiva que se encontraban reunidas en la Escuela de Carabineros. "¡Al primer desmayo o ataque de histeria, suspendemos el acto!". Los Menudos las esperaban en un salón al fondo, para que ellas pasaran en grupos de a cinco, los saludaran y se tomaran fotografías. Ante la amenaza, la niñas se portaron "como señoritas". Ahogaron los gritos de emoción y se limitaron a darles la mano. Sólo los besaron cuando fueron ellos los que tomaron la iniciativa. Todo iba en orden y más protocolario que un vals vienés, hasta que una flaquita de once años, al llegar donde su favorito, no aguantó la tensión y se desmayó después de dejar escapar un débil "¡ ...Johnny!" . En el bus de regreso se desató la locura. "Ricky me besó, ¡a mí, a mí!" y "¡Es divino, lo amo, lo amo!", fueron las exclamaciones que precedieron el desmayo de las 249 restantes presidentas de clubes de fans de Menudo.
VIEJA HISTORIA
Londres, 1963. Frenéticas muchachitas se tiraban a matar con tal de ver y tocar a sus ídolos, los Beatles. El fenómeno se arreciaba mes tras mes y lo que era fanatismo empezaba a transformarse en adoración. Las fans de John, Ringo, George y Paul no sólo compraban sus discos por millones, sino que pagaban gustosas su quincena entera por un calzoncillo de John que un hábil comerciante vendía con certificación de autenticidad, como si se tratara de una guaca de la Galería Cano. A la salida de los conciertos muchas se desmayaban y eran pisoteadas por las hordas que se avalanchaban sobre los héroes; todas comían pollo Meryland que era el plato favorito de Paul, todas bailaban extasiadas en las discotecas "A hard day's night" con los ojos entrecerrados y sin importarles si tenían o no parejo, pues el amor por el ídolo era siempre más intenso que el que pudieran sentir por otros compañeros más accesibles. Simultáneamente, los Rolling Stones desataban una histeria colectiva semejante entre sus seguidoras, e institucionalizaban un arrollador fenómeno de masas que dio en llamarse la Stone-furia. Alrededor de éstos y otros grupos, y también de cantantes masculinos individuales, el síndrome de las fans degenero, principalmente en Inglaterra y Estados Unidos, en el de las groupies, admiradoras perdidas que perseguían a los cantantes durante meses cuando éstos andaban de gira. La más alta aspiración de las groupies era llegar a acostarse con el ídolo, cosa que en realidad muy pocas lograban. Muchos de los conjuntos famosos de rock ya tenían standarizada la fórmula para manejar a las enardecidas groupies: el manager o alguno de sus auxiliares le echaba un vistazo al grupo de muchachas, escogía las dos o tres más bonitas, y las hacía pasar a un cuarto donde las esperaban los cantantes para tener un breve encuentro amoroso. Ecos de este frenesí llegaron a América Latina, donde la onda a go-gó hizo que fueran varios los Enriques Guzmanes y los Oscar Goldenes que empezaran a generar tímidos clubes de fans, que enloquecían con la "boca de chicle" y los "zapatos de pom-pom. Ya en los 80, una figura como la de Julio Iglesias agrupa masivamente jovencitas que cada vez que el español les grita desde el escenario un afectado "os amo", quedan de por vida comprometidas con la causa del amor incondicional por él. Algo similar, aunque en menor escala, sucede con El Puma, que mata mujeres adolescentes y otras ya no tanto con el estudiado destello de sus ojos amarillos o con el clásico latigazo de su mechón entrecano. Pero los verdaderos clubs de fans, los masivos, rabiosos y radicales, sólo vinieron a aparecer con los Menudos y los Chamos, que reclutan ejércitos enteros de peladas entre los 8 y los 15 años, que se organizan en clubes con estatutos, junta directiva y todas las de la ley, y que hacen de la defensa y promoción del grupo, el objetivo primordial de sus vidas.
MENUDITIS
Hace unas semanas entró a SEMANA una llamada de Medellín. A juzgar por las voces, se trataba de dos niñas muy jóvenes, que pidieron hablar con una periodista de la revista que había escrito en algún artículo un párrafo desobligante para Menudo. Las dos vocecitas paisas eran dos iras desatadas. "Qué necesidad tiene de hablar mal deMenudo, acaso ellos qué le han hecho a usted", y "si no le gustan, cállese la boca, no tiene para qué insultarlos", eran parte de la andanada de regaños que duró 15 minutos. Quienes con tan admirable vehemencia y convicción hablaban resultaron ser miembros de uno de los 250 Clubs de Fans de Menudo que hay actualmente en Colombia: el de Las Chavatas de Menudo, el de las Chicas Locas, el de Las Menudas... Para fundar un club de fans de Menudo hay que enviar a Prodiscos una carta explicando los motivos para su creación, tener asegurados 15 miembros y una sede y elegir junta directiva. Con esto se está en condiciones de obtener la autorización y el club empieza a funcionar legalmente. Las socias fantasean con imposibles romances con los cinco adolescentes puertorriqueños que componen el grupo: Ricky, Charlie, Miguel, Johnny y Ray; llenan su cuarto de afiches y fotos de ellos; llevan siempre a mano grabadoras con sus vocecitas infantiles registradas, practican ante el espejo los pasos de baile de Menudo hasta que los dominan a la perfección, y se visten con gafas negras, camisetas, chaquetas y zapatos tennis marca Menudo. Y escriben semanalmente cartas a sus ídolos, que generalmente se quedan sin respuesta, ya que ni el ejemplar aparato comercial que tiene montado en torno suyo el grupo da abasto para contestar los millones de misivas que reciben los chicos. Las reuniones obligatorias son semanales, y se llevan a cabo en la sede, que por lo general es el dormitorio de la presidenta. Asisten uniformadas, con ropa que mandan hacer sobre los modelos originales del grupo, que se distingue por usar una extraña mezcla entre trajes de astronauta y de bufón del rey. La voz de Dios, para todas ellas, es la de la emisora HJJZ (reedición de la antigua Radio 15) que transmite de las 6 a. m. hasta las 12 p. m. las canciones de Los Chicos, Los Chamos, los Menudos, ex Menudos, y todos los demás grupos adolescentes de habla hispana. Pero no sólo de música viven las radioescuchas. Su emisora predilecta también les suministra noticias: "Notichicos", "Notichamos" y NotiMenudo" las mantienen informadas sobre las últimas novedades. "Chayan (uno de los Chicos) acaba de tener un accidente en moto, mientras paseaba por las calles de San Juan, Puerto Rico. Aunque no se lesionó, quedó muy adolorido por un golpe en el muslo. Le alivia el dolor su madre, que en este preciso momento le está haciendo fricciones con un unguento especial. ¡Quién fuera la mamá de Chayan! ¿No quisieras ser tú la que lo soba?" De golpe, "Un mensaje de Miguel ¡Qué todos los chicos estudien!" Después, los nombres de las fans que viajarán este mes a Puerto Rico."Marta, tú que nos escuchas desde el Barrio las Lomas, ¿no quieres acompañar a los chicos de Menudo cantando Dame un beso?", y a continuación la voz de Marta, entrecortada por la timidez, que trata de tararear siguiendo el disco... "Marta, Marta, ¿qué pasa que no te escuchamos?" "Es que me da pena...".
El manejo de las finanzas hace parte primordial de la vida de los clubes. Mantienen un fondo común para estar al día en la compra de afiches y discos, pero además ahorran para viajar a Puerto Rico, para entrevistarse, si no con los Menudos, al menos con alguno de los ex Menudos. También tienen sus postulados de principio: la defensa del grupo sobre todas las cosas, lo cual pasa por llamar a los medios de comunicación cada vez que aparece un comentario que no las satisface, o dejar de saludar a un amigo que ha comentado que "Los Menudos son basura". Pero no sólo de ilusiones y canciones viven estas "chicas locas". Con frecuencia arrancan con el mismo furor con empresas de caridad o de acción comunal, como sucedió tras el terremoto de Popayán, cuando fueron centenares las bolsas de comida drogas y ropa recolectadas por los clubes de fans. Una tremenda rivalidad enfrenta entre sí a los distintos clubes pro-Menudo. Como son tantas las aspirantes, sólo un número limitado puede alcanzar el reconocimiento de la empresa Padoza (aparato comercial del grupo). Todas buscan ganarse el lugar, y para ello apuntan a ser las que más obras de caridad acometan.
A diferencia de los grupos punk o de rock pesado en otras latitudes, Menudo y los Chamos agrupan en torno a banderas que nunca son "antisistema": llaman al orden, al estudio, a la relación amistosa y respetuosa con los padres. Según sus propias declaraciones, para ellos la peor travesura son "las guerras de almohadas". En clara contraposición con el hirsuto pelo verde y las agresivas cuchillas de un Sid Vicious, o la demoníaca apariencia de los Kiss, Menudos, Chicos y Chamos son muchachitos extremadamente pulcros, de melenita, sí, pero siempre bien cuidada. Nada en ellos llama a la rebeldía sino, por el contrario, a hacer las cosas "como toca". Esto se refleja en el carácter mismo de los clubes y en las actividades que emprenden. En el fondo, esta orientación se puede interpretar como otro cabezazo comercial de los organizadores: el público adolescente no es económicamente independiente, sino que está en manos de los padres para poder comprar discos, etc. Por eso era necesario montar una fachada que fuera al mismo tiempo atractiva para los jóvenes y soportable para los adultos. A pesar de que todas las fans se enamoran de ellos, Menudos y Chamos presentan una imagen claramente asexual. Nada que ver con los agresivos gestos fálicos de Mick Jagger, o con la pantomima de coito que montaban los Sex-Pistols en el escenario. Los Menudos son angelicales desde sus vocecitas hasta el contenido romántico e idealizado de sus canciones. Como dato curioso, se está registrando el surgimiento de los primeros clubes masculinos de fans. Aún son muy pocos y permanecen en la sombra, posiblemente por el temor de los muchachos a que los consideren "poco machos" por su admiración por unos adolescentes de su mismo sexo. Y si no surgen más clubes masculinos, es porque el sentimiento que estos grupos musicales despiertan entre los muchachos, es generalmente el de celos y rivalidad, e instinto tribal de defensa del territorio: "Nos jartan los Menudos porque vuelven locas a las niñas y nos quitan las novias. Las peladas son taradas, porque no se dan cuenta de que ellos son es nenas", declaró para SEMANA un grupo de estudiantes de quinto año.