El desarrollo precoz puede generar trauma en las niñas. por eso el apoyo de los padres es vital

SALUD REPRODUCTIVA

Muy pequeñas para ser grandes

Las niñas se vuelven mujeres cada vez más temprano. Los científicos no saben cómo explicar el fenómeno, pero señalan la importancia de detectar los signos a tiempo.

5 de septiembre de 2009

Hace un año Patricia notó que su hija Juanita, de 7 años, estaba rara. No quería ir a clase de educación física, lloraba sin decir por qué y se le veía retraída. Pero un día la niña explotó en llanto y le contó a su mamá lo que le atormentaba. Su cuerpo estaba cambiando, sus senos habían empezado a crecer y ella se sentía muy mal en frente de sus amigas que todavía eran "planas". Como era de esperarse, Patricia se alarmó. "No podía imaginar a mi hija lidiando con los asuntos de mujer a los 7 años", dice. En su época la pubertad apenas comenzaba a los 12 o más. Pero la sorpresa fue aun mayor cuando el pediatra le dijo que esos cambios a esa edad eran normales.

En parte es cierto. Al comparar datos de hace 50 años, los científicos han visto una disminución dramática en la edad en que las niñas empiezan a menstruar y estas tasas continúan cayendo vertiginosamente. Más difícil ha sido establecer cuándo les empiezan a crecer los senos, debido a falta de información. No obstante, con datos de la última década se ha podido observar la misma tendencia. "A las niñas les llega su primer período, en promedio, unos cuantos meses antes que a las niñas de hace 40 años, pero les empiezan a salir sus senos entre uno y dos años antes", dice Sandra Steingraber, autora del libro The falling Age of Puberty in US.

Esto ha provocado una confusión porque lo que para una mamá es precoz, bajo las nuevas cifras se consideraría algo normal. "Hoy el promedio para la primera menstruación es 12 años con una variación de más o menos dos años", dice Germán Salazar, médico ginecólogo especialista en adolescencia. Según esos estándares, un desarrollo precoz se daría cuando el período comienza antes de los 10 años.

Hay dos términos clave en este tema. Uno es pubertad, que significa el proceso de maduración del cuerpo al punto de que sea capaz de reproducirse, y otro es la menarquia o primera menstruación. Entre el inicio de la pubertad y la llegada de la menarquia, que es la culminación de ese proceso, pueden pasar dos años o más, dependiendo de cada organismo. Como explica la endocrinóloga pediatra Camila Céspedes, en la pubertad juegan dos variables, que son el tiempo, es decir, la edad, y el ritmo o la velocidad a la que se da el desarrollo. Algunas niñas comienzan esta etapa a los 8 años en un proceso muy lento, mientras que en otras se da de manera vertiginosa.

Lo anterior hace que sea difícil establecer una norma general de qué es normal y qué no. La hija de Patricia estaba entre los casos de desarrollo precoz acelerado. Ella pudo saberlo porque, aunque su pediatra hubiese dicho que era normal, un año después Patricia decidió consultar a un endocrinólogo y, con la ayuda de un carpograma (un estudio óseo de la mano), se pudo ver que sus huesos correspondían a los de una niña de 11 años. Si bien Patricia había perdido un año valioso, los médicos lograron detener el desarrollo de la niña sometiéndola a una dieta y a una rutina de ejercicio. "Por eso es importante ver cada caso de manera independiente", explica Céspedes

Para los expertos este fenómeno es real, pero nadie sabe por qué está ocurriendo. En algunos casos hay una causa subyacente, un tumor en el cerebro o quistes en los ovarios, que dispara la producción de estrógenos, las hormonas femeninas que inducen a estos cambios. Pero estas historias son las menos comunes. La mayoría de las niñas que se desarrollan temprano son completamente sanas. Los expertos, incluida Steingraber, consideran que la pubertad temprana tiene que ver con mejoras en la nutrición en el mundo y con el mayor control de las enfermedades. De hecho, la obesidad y el sobrepeso son factores directamente ligados al problema. Según Salazar, el peso incide porque cuando el cuerpo alcanza los 33 kilos, logra acumular suficiente grasa para producir estrógenos. Si la niña es obesa, es probable que llegue a ese peso antes de los 10 años. Por eso el tratamiento de Juanita consistió en dieta y ejercicio. Ella tenía un sobrepeso de cinco kilos y una vida muy sedentaria.

Otros han establecido un vínculo entre el desarrollo precoz y ciertos pesticidas y químicos en el ambiente que son muy parecidos al estrógeno. Una de las sustancias más señaladas es el Ftalato, que se usa para fabricar cosméticos y juguetes, y otra, el Bisfenol A, empleado para recubrir las botellas y latas. Steingraber cita en su trabajo estudios en ratas en las que se observó una madurez sexual más temprana ante su exposición a estos agentes. Y aunque este coctel es un factor muy significativo, no hay suficientes estudios para condenar a estas sustancias como los verdaderos culpables.

En hombres la pubertad precoz no es muy común y sucede cuando los cambios se dan antes de los 9 años. "Cuando ocurre, en el 50 por ciento de los casos hay alguna patología que está disparando el proceso", dice Céspedes.

A simple vista el tema parece inocuo, pues se trata de niñas sanas, sin embargo, este aceleramiento tiene un gran impacto en ellas. La gran preo-cupación es que una vez la niña empieza a menstruar sólo crecerá 10 ó 12 centímetros más. "Si la menstruación le llega a los 9 años, cuando ella apenas ha alcanzado alrededor de un metro y 37 centímetros, significa que será muy bajita y eso le genera un impacto sicológico enorme", dice Salazar. El desarrollo precoz también tiene consecuencias emocionales. Una niña a esa edad no está preparada mentalmente para ese desarrollo físico, por lo que es probable que su autoestima se vulnere y sufra de ansiedad y depresión. "Se acompleja porque se siente diferente a las demás", dice el experto. Salazar explica que en estos casos ellas tratan de ocultar su cuerpo usando ropa ancha o se vuelven retraídas, no salen de sus casas ni quieren ir al colegio.

Otro escenario posible, y no menos complicado que el anterior, es que la niña asuma su papel de mujer, con lo cual hay un gran riesgo de que comience a explorar su sexualidad más temprano e incluso haga parte de las estadísticas de embarazos juveniles. Los estudios muestran que estas niñas empiezan a tener novios más pronto e incluso a casarse antes que sus compañeras. "Esto tiene implicaciones sociales en un país como Colombia cuya problemática de maternidad en adolescentes no se ha podido controlar", señala Salazar.

Ante esto, la recomendación de los expertos es que los padres consulten siempre que noten un cambio físico en sus hijos. Céspedes dice que muchos no lo hacen de inmediato o no consultan al especialista idóneo y esto acarrea un costo, pues si se detecta a tiempo es posible plantear tratamientos que van desde dietas hasta medicamentos que ayudan a frenar el proceso. Otra sugerencia es evitar sobrealimentar a los niños. En ciertas ocasiones el crecimiento de los senos no se nota porque los papás creen que ese aumento se debe a la obesidad.

El apoyo de los padres es crucial. Una relación cercana permite detectar la pubertad precoz a tiempo. Salazar ha visto casos en que la niña nunca comenta acerca de sus cambios y los papás se enteran sólo cuando ella ha tenido su primer período, en cuya situación ya no hay nada qué hacer. Pero aún en ese momento, es importante guiarla para que ese cambio que implica dejar las muñecas y asumir la nueva condición de mujer no sea tan traumático.