NINFOMANIA

¿Un mito machista o una realidad médica? SEMANA investigó sobre este tema

27 de agosto de 1984

"Yo me rehúso a dejar pasar a los hombres interesantes. Me encantan las aventuras. Soy amigable con todo el mundo. Para mí el amor es muy importante, pero no busco a través de él la seguridad. Para mí es imposible permanecer mucho tiempo al lado del mismo hombre, porque no busco relaciones profundas con ninguno y no me gusta que me compliquen la vida. Yo soy muy abierta y para mí, hacer el amor es poner en juego las energías esenciales. Es como un principio vital..." dice Violeta, una modelo de 26 años.
"Sufro frecuentes períodos de depresión. Soy muy destructiva conmigo misma y cuando estoy deprimida, busco con todas mis fuerzas caer lo más bajo, envilecerme... Por eso, no importa con quién, no importa cómo, ando en permanente búsqueda de relaciones sexuales. En general, escojo al hombre que menos me gusta. Y le exijo el máximo, pero le doy el mínimo. Yo me dejo hacer... Ellos se ponen furiosos conmigo, pero trato de no volverlos a ver nunca. En general mis depresiones me lanzan a una vida sexual completamente anárquica y autodestructiva, frecuento los bares para buscar hombres. Ninguna de estas relaciones, sin embargo, me deja satisfecha sexualmente. En el fondo, creo que no busco placer, sino sufrimiento. Los hombres me tratan de ninfómana. Ellos creen que tengo un apetito sexual extraordinario, pero yo creo que lo que tengo es un apetito desenfrenado por la muerte", dice Mariana, una profesional de 28 años.
Estos dos casos de mujeres a quienes aparentemente caracteriza una hiperactividad sexual, son comúnmente englobados por la gente bajo un mismo concepto: ninfomanía. Sin embargo, Violeta y Mariana están muy lejos la una de la otra. Mientras el caso de la primera podría enmarcarse dentro del fenómeno que se conoce como "donjuanismo", el caso de Mariana es más bien el cuadro clínico de una persona con un severo trastorno de personalidad. Esta es la verdadera ninfómana. El término, usado tan alegremente para caricaturizar a mujeres liberadas sexualmente, tiene, desde el punto de vista médico y científico, muy graves implicaciones y quien experimente sus síntomas requiere una pronta ayuda profesional.
El "donjuanismo"
A pesar de que el "donjuanismo" es un fenómeno que generalmente se ha atribuido a los hombres, también hay mujeres "don Juanas" que se diferencian de las ninfómanas en que su activa vida sexual no obedece propiamente a trastornos mentales, sino que constituye una manera de comportarse socialmente.
Josef Rattner, en su libro "Psicología y psicopatología de la vida amorosa", recoge la leyenda de Don Juan y afirma que "es una de las figuras más grandes e imperecederas de la fantasía occidental, perfectamente comparable a las de Fausto, Don Quijote y Hamlet". Cada uno de estos personajes es, según el autor, el prototipo de una forma de existencia humana y sostiene que mientras "Fausto personifica al hombre que aspira sin descanso a saber y descubrir; Don Quijote el fantástico ser ajeno al mundo; Hamlet, el hombre desgarrado entre el pensar y el actuar, el irresoluto ante la acción, en Don Juan se ha personificado el irrefrenable conquistador de mujeres, el aristocrático seductor, que colecciona sus triunfos con las mujeres como si fueran trofeos de caza."
Don Juan, a través de los tiempos, ha calado en el pensamiento y en el sentir de la humanidad. El fenómeno del "donjuanismo" implica una relación entre los sexos que otorga al hombre una superioridad sobre la mujer y no sólo tiene el sello de la aceptación social, sino que con frecuencia despierta admiración. Sin embargo, las mujeres "don Juanas", que en estas épocas de liberación sexual ya no son especímenes exóticos, son señaladas con el dedo e impunemente calificadas de ninfómanas. Las "don Juanas" proclaman su filosofía del goce, su ideal de humillar la virtud y de desmitificar el amor y aun cuando socialmente se alejan de lo que se considera normal, científicamente no puede afirmarse que tengan graves desórdenes mentales.
Las anteriores consideraciones permiten concluir que no todas las mujeres a quienes les gusta hacer el amor como quien come una manzana, por simple apetito, son ninfómanas.
La ninfomanía
¿Qué significa exactamente el término ninfomanía? La sola mención de esta palabra pone los pelos de punta a muchos psicólogos, psiquiatras y sexólogos. La vulgarización del concepto y su aplicación indiscriminada, han determinado que incluso algunos hayan llegado a negar que exista la ninfomanía, y que ultrafeministas afirmen que es una invención más de los hombres.
Sin embargo, cuidadosos estudios realizados sobre el tema, permiten concluir que la ninfomanía no es algo que se pueda tomar a la ligera y que, aunque por fortuna muy poco común, es una realidad y se presenta como síntoma de profundos trastornos mentales. El doctor Jacques Waymberg, fundador del Instituto de Sexología de Francia, ha realizado un intento para definir el verdadero significado del concepto de ninfomanía en los siguientes términos: "El sentido de la palabra ninfómana no es gratificante. El público designa con este término una actitud de bulimia sexual, ignorando que ella no supone ni placer real savoir-faire. Pero científicamente, la palabra no significa lo mismo. Aquélla a quienes los científicos llaman ninfómana es una mujer víctima de un problema psiquiátrico extremadamente grave, que consiste en una demanda de amor y de excitación sexual completamente desordenada e irracional".
La ninfomanía presenta tres síntomas característicos: una necesidad obsesiva de actividad sexual repetida, una insatisfacción sexual permanente y fuertes remordimientos y autorrecriminación subsecuentes.
Una típica ninfómana podría ser aquella secretaria que, al ser solicitada por su jefe para que le tome un dictado, queda convencida de que la está deseando como un loco. Cree ser constantemente solicitada y, al mismo tiempo, intenta seducir a su jefe. En lugar de ser un delirio de persecución, es un delirio de seducción que se produce a pesar de ella.
Muchas veces, sin embargo, la ninfómana no tiene vida sexual activa. Habla de sexo todo el tienipo, incluso alardea de él, pero no pasa al acto. Es un delirio, es una composición intelectual, es un frenesi erótico. Pero el problema más grave es que generalmente obedece a un desorden mental del mismo calibre del que podría llevar a alguien a sentirse Napoleón o Jesucristo, y eso hace que no se encuentren a menudo verdaderas ninfómanas fuera de las áreas de competencia de los psiquiatras.
Estudios adelantados en esta materia, permiten distinguir tres tipos de ninfómanas. Existen las que no logran gozar de su sexualidad, pues no logran llegar al orgasmo. Más que frígidas, entonces, son anorgásmicas. Sus relaciones se multiplican en busca del hombre que logre algún día permitirles llegar al orgasmo.
Un segundo tipo serían aquéllas que se dedican a la sexualidad de grupo, siempre en períodos cortos de sus vidas. En muchos casos, llega a establecerse que son casadas y fieles a sus esposos, y que además son madres de familia modelos.
Finalmente están aquéllas que viven una sexualidad desordenada a causa de un estado depresivo, que constituye el caso más frecuente de ninfomanía. Este tipo de mujeres manifiestan su padecimiento fisiológico por medio de comportamientos aberrantes.
Sin embargo, lo anterior no excluye la posibilidad de que lo que puede considerarse un desordenado apetito sexual se deba a otras causas distintas a las sicológicas. A veces la presencia intempestiva del síndrome de la ninfomanía puede ser asociado con causas fisiológicas. No deben descartarse, entonces, problemas de origen ormonal que pueden manifestarse ambién en cambios como hipertrofia litoral, desarrollo de acné, crecimiento de los ovarios. También es posible que los sintomas de la ninfomanía se presenten a causa de enfermedades infecciosas de los órganos geniales, o como reacción a ciertas drogas como en el caso de la ingestión de esteroides anabólicos que pueden cambiar el tempo y los requerimientos sexuales de algunas mujeres.
Pocas mujeres consultan por un apetitio sexual excesivo, pero el médico o psicólogo se pone alerta con aquellas que lo hacen. Algunas buscan reafirmar que su apetito sexual no es ni excesivo ni patológico, mientras que otras lo hacen con el pretexto de hablar de los problemas que tienen con su pareja o de sus necesidades afectivas. Generalmente, en los casos clínicos que acusan el sindrome de la ninfomanía, éste va acompañado de otros síntomas que son característicos de trastornos graves de la personalidad. En la historia clínica de una paciente que acusa hiperactividad sexual, acompañada de insatisfacción y autorrecriminación, el, médico incluye detalles sobre edad del despertar sexual, duración de los síntomas de la libido excesiva, cambios recientes de comportamiento y potencial orgásmico. Pero el médico generalmente descarta la ninfomanía cuando la paciente que experimenta ese aumento del apetito sexual no presenta los síntomas clásicos de remordimientos y autorrecriminación, porque lo más probable es que más bien se trate de una mujer que vive su sexualidad sin sentimiento de culpa alguno, lo que constituye la principal característica de la "don Juana".
En la ninfómana clásica, la actividad sexual repetida tiende a neutralizar sentimientos de falta de autoestima. Pero ocasionalmente los contactos sexuales repetitivos son sustituidos por comportamientos agresivos, hostiles y desafiantes, que no son otra cosa que la manifestación del profundo estado de depresión que, en la mayoría de los casos, se esconde en la psiquis de una ninfómana.
Las mujeres ninfómanas que se deciden a consultar el problema con su médico lo hacen casi siempre en el momento en el que toman conciencia de que ya no controlan los eventos, sino que son víctima de ellos. Como los alcohólicos, los drogadictos, los anorécticos, los jugadores, las ninfómanas tratan inútilmente de modificar su comportamiento negando inicialmente el problema, y luego desesperándose ante la pérdida casi total de control.
Pero lo que hay en el fondo de una ninfómana es que casi siempre, a diferencia de las "don Juanas", no son verdaderamente hipersexuales, usualmente son anorgásmicas y giran en torno a la obsesión de que son víctimas del desafecto de los demás. Su comportamiento sexual puede ser impulsado por un ansia de intimidad, pero siempre se está en búsqueda de algo imposible: nutrirse y ganar seguridad de parejas ocasionales. De ahí que el comportamiento sexual se vuelva repetitivo, debido a la falta de éxito en conseguir la ansiada intimidad. En su búsqueda de confianza y aceptación se recuestan en la actividad sexual, pero sólo dolor e insatisfacción quedan de estas relaciones, por lo que el ciclo fatalmente se repite. Y hay casos en los que en un intento de romper este ciclo, la víctima llega al extremo de buscar experiencias bisexuales y homosexuales.
Qué hacer
Cuando el problema tiene causas sicológicas, el médico debe presumir que existe un estado pre-psicótico o que la paciente es una maniacodepresiva y obrar en consecuencia a través de un tratamiento siquiátrico. Pero si por el contrario, el problema de la ninfómana ha sido ocasionado por factores biológicos, ni el siquiatra, ni el sicólogo, ni el sexólogo serán de mucha ayuda: ésta deberá buscarse en un cirujano o en un endocrinólogo, o en el propio ginecólogo.
Una vez determinadas las causas de la enfermedad, en especial si éstas resultan ser sicológicas, debe brindársele a la ninfómana adicta tratamiento a largo plazo, que la proteja contra la depresión y el juicio errático y la ayude a evitar el sentimiento autodestructivo. El tratamiento, en últimas, debe convertirse en un proceso educativo, buscando que la paciente recupere una actitud sexual que tenga significado y le produzca satisfacción duradera.
La gente debería pensar, antes de utilizar el calificativo de ninfomaníaca para caricaturizar a las "don Juanas", que en realidad la ninfomanía es casi una forma de suicidio, para quienes se ven abocadas a ella por motivos sicológicos, y una enfermedad para las que manifiesten sus síntomas por motivos biológicos. Pero en uno u otro caso, la ninfomanía genera, además de los padecimientos sicológicos, padecimientos físicos, ya que las ninfómanas tienen excitaciones incontrolables a nivel de su vagina, y también sufren numerosos dolores anexos: en el vientre, por ejemplo, generalmente acompañados de problemas urinarios.
Por eso, mientras las "don Juanas" son impermeables a la censura, ya que su hiperactividad sexual constituye una forma consciente de vida social, con las ninfómanas han comprobado ser totalmente contraproducentes los pronunciamientos morales.
En últimas, la ninfomanía podría definirse como una degradación total de la imagen de la relación sexual. Es lo que la psiquiatría llama una perversión, concepto que científicamente carece de connotación moral y que se traduce en un padecimiento espantoso, por fortuna muy poco común. De ahí que no debiera seguirse utilizando tan alegremente este término. La ninfómana sufre, no goza.