8 NO ES SUFICIENTE

La experiencia demuestra que con menos de 3 carros y 16 hombres, no hay escolta segura en la Colombia de 1987.

28 de diciembre de 1987


Teniendo en cuenta que Pablo Emilio Guarín y Jaime Pardo Leal eran dos de los colombianos particulares más protegidos por el estado, su muerte, sumada a la del coronel Jaime Ramírez y a la de Rodrigo Lara Bonilla, pone en tela de juicio la eficacia de una de las instituciones que más vuelo ha cogido en los últimos tiempos: la escolta.

Pero no sólo en Colombia las escoltas han tenido fracasos. Uno de los hombres más custodiados de Italia, el primer ministro Aldo Moro, fue secuestrado por las Brigadas Rojas mientras estaba rodeado por sus guardaespaldas. El presidente Reagan, mientras recorría los 10 metros que separaban el edificio en que se encontraba de su limosina blindada, recibió un disparo en el costado sin que el enjambre de guardias que lo protegían pudieran detener a tiempo al agresor. Y si lo anterior fuera poco, el auto superblindado del ex dictador nicaraguense Anastasio Somoza, se despedazó ante el poder de un bazookazo, en pleno centro de Asunción.

A pesar de que Pardo Leal y el coronel Ramírez fueron asesinados el día en que sus escoltas estaban de descanso, el hecho de que cuatro hombres con escolta a todo dar estén hoy enterrados, pone sobre el tapete cuáles deben ser las medidas mínimas de seguridad para personas amenazadas en la Colombia actual.

SEMANA, consultando con diferentes expertos en la materia, enumera las medidas básicas para defenderse de este tipo de ataques.

En primer lugar, el carro en que se transporte la persona susceptible de ser atacada debe ser blindado. "Lo más posible es que Pardo Leal y Lara Bonilla se hubieran salvado de los atentados de haber contado con carros blindados", afirmó a SEMANA un militar en retiro que presta asesoría en seguridad a varias compañías. Recientemente el gobierno colombiano hizo una importación de carros blindados, fabricados en Italia por la compañía Lancia (con un costo aproximado de 15 millones de pesos la unidad), que se encuentran a disposición del Ministerio de Defensa.

En segundo término, se requieren dos carros de escoltas uno adelante y otro atrás. Esto con el fin de que, en caso de bloqueo de la vía, el primer auto cubra la escapada del auto del protegido, que contaría con el apoyo del segundo carro escolta en caso de persecución. "Lo ideal en estos casos es que los carros escoltas tengan características similares al del custodiado", explicó un coronel del ejército especializado en estos temas, con el fin de que se haga más difícil para los atacantes la identificación del automóvil en que va la persona custodiada. Pero 3 Mercedes del mismo color, blindados, sin embargo se acercan más al mundo de Hollywood que al de Colombia.

Es primordial que los carros de escolta no permitan que otro automotor se interponga entre ellos y el del custodiado, porque de los contrario, como ocurrió con el asesinato de Guarín, cuando un camión se interpuso entre su auto y el de la escolta trasera, queda un flanco descubierto que puede ser aprovechado sorpresivamente por los asesinos. En este sentido es importante hacer énfasis en las condiciones de los carros utilizados para la protección y en la habilidad y sincronización de los conductores.

De inmediato surge la pregunta sobre el número de guardaespaldas que se deben tener y el tipo de armamento que deben utilizar. Si se tiene en cuenta que en cada carro escolta deben ir el conductor y dos hombres disponibles, encargados de vigilar todos los frentes, y en el del custodiado el chofer y un guardia, el número mínimo es de 8. Pero como la experiencia de Pardo y Ramírez demuestra que a la escolta no se le puede dar vacaciones, lo prudente es que haya dos turnos para que la protección sea permanente, con lo que el número de hombres sube a 16.

En cuanto al armamento, pese a la creencia general, no es necesario contar con armas de largo alcance--como fusiles--ni de gran volumen de fuego --como las subametralladoras--. "Un revólver calibre 38 en manos de una persona adecuadamente entrenada y con buena capacidad de respuesta, es suficiente para hacer frente a cualquier eventualidad de este tipo", aseguró uno de los expertos consultados.

Y por último, si se quiere ser perfeccionista, es necesaria una motocicleta. Sobre este punto las opiniones están divididas. Un experto norteamericano en seguridad, que trabaja para una compañía gringa en el país, afirma que "los asesinos utilizan las motos por su gran versatilidad y sólo otra moto puede igualarlas. Además la presencia de una moto les hace más difícil, no sólo acercarse a su posible víctima sino huir después del atentado". Otros opinan que la inestabilidad de la moto hace que fácilmente se le ponga fuera de acción y su único valor estriba en abrirle campo al convoy de automóviles en el denso tráfico de las ciudades.

La gran pregunta es: ¿cuánto cuesta todo este aparato de seguridad? El auto del protegido (si es del tipo Mercedes Benz) cuesta unos 20 millones de pesos, a los que hay que sumarle los 11 millones que cuesta en Colombia un blindaje con todas las de la ley. Los carros escolta, que deben cumplir con unas condiciones mínimas de velocidad, potencia, resistencia y maniobrabilidad, nunca inferiores a las del carro del custodiado, tienen un costo aproximado de 13 millones cada uno. El equipo para los escoltas, armas y aparatos de comunicación, fácilmente puede llegar a 1.2 millones con lo que se alcanza una suma de 58.2 millones de pesos, sólo para empezar.

El resto se soluciona con desembolsos mensuales de 1 millón de pesos, que incluyen 800 mil en sueldos (un promedio de 50 mil por hombre, aunque la cifra puede variar si el contrato es por intermedio de una compañía de seguridad o si lo presta una entidad oficial como el DAS, caso en el cual el custodiado correría sólo con gastos de alimentación y transporte) y unos 200 mil en el mantenimiento de los autos, por lo bajo.

Pero las anteriores medidas son sólo una parte de la estrategia de defensa. Tanto los guardaespaldas como la persona que va a ser custodiada, deben cumplir una fase de preparación. Los guardias deben recibir un entrenamiento en el que no sólo se les prepare física sino sicológicamente, con el fin de reaccionar a tiempo para evitar los ataques. Siempre es mejor prevenir un atentado que enfrentarlo. El custodiado debe someterse a obedecer las indicaciones del jefe de su escolta. Las rutas a seguir, el carro a utilizar y el puesto que debe ocupar dentro del automóvil los decide la escolta y el custodiado está en la obligación de someterse a esas decisiones. Cualquier desobediencia a estas normas, como ocurrió con Pardo Leal, puede crear fisuras en el diseño de seguridad que eche por tierra todo el esfuerzo.

Todo parece indicar, sin embargo que pese a la elevada inversión y a las incomodidades del sistema de escoltas, no hay seguridad total en este mundo, especialmente cuando existen fuerzas de ataque tan poderosas como las de la guerrilla y el narcotráfico. Es por esto que los amenazados necesitan, después de todo, una buena dosis de suerte.--