INNOVACIÓN

¿Puede un software de reconocimiento facial diferenciar quien es gay y hétero?

Los programas para identificar rostros y leer expresiones faciales se están volviendo cada vez más populares. Aunque ayudarán en muchas áreas, también amenazarán la privacidad.

16 de septiembre de 2017

La semana pasada Apple dio a conocer su nuevo iPhone, que tiene entre sus grandes atractivos un software de reconocimiento facial que funcionará como huella de seguridad para tener acceso al dispositivo del usuario, incluso en la oscuridad. La empresa de Cupertino hizo el anuncio en la misma semana en que la revista The Economist puso en su carátula el tema de cómo será la vida en la era del reconocimiento de rostros, en la que, entre otras cosas, lanzó una chiva: un software que permite inferir la inclinación sexual de las personas con mucha más habilidad que un ser humano. Científicos de la Universidad de Stanford hicieron la investigación, que saldrá publicada próximamente en la revista Personality and Social Psychology. Sometieron al análisis de un programa de inteligencia artificial más de 130.000 imágenes de hombres y mujeres de un sitio web para encontrar parejas. El algoritmo distinguió si la persona era gay o heterosexual con 91 por ciento de certeza. En cambio, cuando otros seres humanos trataron de hacer la diferenciación, solo acertaron en 61 de los casos en hombres y 54 en las mujeres, una cifra similar al azar.

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Además de esto, la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences divulgó otro avance que consiste en dibujar la cara de una persona, a partir de su ADN, gracias a un algoritmo entrenado para ello. El autor es el biólogo Craig Venter, reconocido por su trabajo en la decodificación del genoma humano en 2000 y presidente de Human Longevity. Su experimento consistió en escoger una muestra de más de 1.000 personas de diferentes razas y edades a quienes les hizo una secuencia de sus genomas. Además de eso tomó fotos en alta resolución de sus caras y recogió datos sobre la medida de los ojos, el color de la piel, el peso y la talla, y otros detalles de su fisonomía. Esa información sirvió para desarrollar un algoritmo que determina la apariencia a partir de los genes. Luego vino la prueba de fuego: aplicar el programa a genomas desconocidos. Venter logró generar imágenes muy similares a fotografías reales en 8 de 10 participantes. Cuando este tipo de programas sean más sofisticados, ayudarán en criminalística pues con un rastro del ADN se posible conocer el rostro de un sospechoso.

Estos ejemplos de innovaciones en reconocimiento facial prometen cambiar la manera como las personas se relacionan con su entorno. Pero hay muchos más en la práctica y vienen otros en un futuro cercano. Según Dimitri Bestuzhev, director del grupo de investigación y análisis de Kaspersky Lab en América Latina, el reconocimiento de rostros se basa en el escaneo de imágenes. Mientras más, mejor porque así se pueden obtener rasgos únicos de modo que un algoritmo pueda identificarlos. “No es nada nuevo”, dice, aludiendo a lo que hace Google con los álbumes de fotos de la gente o lo que hace Facebook cuando identifica entre las imágenes de cada usuario a sus amigos.

La diferencia es que cada día son más sofisticados. Hay varias aplicaciones que con solo ver el rostro pueden determinar si una persona está enferma o no. Otras pueden detectar qué lesiones de la piel son cancerosas o miran el ojo de la persona para diagnosticar a tiempo el cáncer de páncreas, uno de los más letales. Una app conocida como FDNA permite a un doctor identificar las posibles dolencias de un individuo con solo mostrarle unas fotos. Los desarrolladores señalan que de un listado de 10.000 enfermedades, su programa de reconocimiento de rostro puede detectar 2.500 con un alto nivel de certeza.

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En materia de seguridad, el poder visual de las máquinas se empieza a usar cotidianamente. Según Bestuzhev, los sistemas de vigilancia de los aeropuertos y otros lugares públicos multitudinarios cuentan con cámaras que pueden reconocer rostros de prófugos. En Estados Unidos se usa en las iglesias para reconocer a los miembros más asiduos de su fe. También para autorizar pagos por internet e identificar a los usuarios con sus cuentas en los cajeros automáticos. En China, según cuenta The Economist, la firma Megvii ha dispuesto cámaras de video en su recepción para reconocer a los visitantes en un abrir y cerrar de ojos. Pero el dato interesante es que la firma provee de este tipo de software a 300.000 empresas en el mundo. Entre estas, las aerolíneas sueñan con agilizar los procesos de embarque a partir de un reconocimiento basado en las fotos de los pasaportes. De esta forma se podría prescindir del pasabordo.

Las aplicaciones comerciales de esta tecnología también son enormes. Ant Financial, una subsidiaria de la empresa china Alibaba, lanzó un sistema de pago en los restaurantes KFC en China que solo requiere de que el cliente sonría para cancelar su cuenta. Los expertos creen que en el futuro se utilizará el reconocimiento de rostros para dirigir anuncios a clientes potenciales. Esto se lograría, por ejemplo, tomando fotos de los asistentes a una feria del automóvil o a un almacén de muebles. Los rostros de esos visitantes se relacionarían con las muchas imágenes de Facebook para identificarlos y dirigirles la publicidad de carros o muebles.

Aunque todo lo anterior promete mejorar la calidad de vida, preocupa que esta inteligencia artificial pueda generar discriminación y vulnerar la privacidad de las personas, entre otros problemas éticos. Seth Stephen-Davidowitz, autor del libro Everybody Lies, señala que la gente tiende a mentir más sobre sus preferencias sexuales, y muchas personas quedarían al descubierto con aplicaciones de este tipo. Una de las preguntas que las esposas más hacen a Google es la orientación sexual de sus maridos. “Es 10 por ciento más frecuente que la frase ‘es mi esposo…’ se complete con gay que con infiel, alcohólico y deprimido”, dice el autor. Y si se trata de un país donde no se acepta el homosexualismo, o incluso es ilegal, estas aplicaciones serían peligrosas.

Otros ven con preocupación que los gobiernos se conviertan en el Gran Hermano del que nadie escapa. Esto porque, por ejemplo, en China se usa para identificar a los peatones imprudentes y para atrapar a ladrones de papel higiénico de los baños públicos. Hace poco se supo que investigadores de la Universidad de Cambridge lograron desarrollar un programa que permite identificar personas con la cara cubierta, lo que podría revelar la identidad de criminales o manifestantes escondidos tras máscaras. En el trabajo, aún no publicado, los expertos lograron identificar a estos sujetos correctamente en 56 por ciento de los casos. Zeynep Tufekei, sociólogo de la Universidad de Carolina del Norte, señala que este tipo de inteligencia artificial es opresora “y cada vez tendrá más capacidad para servir a los regímenes autoritarios mejor”, dijo en un tuit.

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Y la angustia no es gratuita. La cara es pública a diferencia de la huella digital, que está oculta a los ojos de la mayoría. Chris Calabrese, vicepresidente del Center for Democracy and Technology, una ONG con sede en Washington DC, señala que la mayor fuente de preocupación es la vigilancia secreta a distancia. “Significa que otros podrían saber a dónde voy, si estuve en una manifestación o no. Eso tiene un efecto escalofriante”.

Aún más terrorífico será pensar en el día que este software podrá no solo detectar la inclinación sexual de las personas, sino muchas emociones que la gente trata de esconder. Los seres humanos se pasan leyendo el rostro de sus interlocutores para atrapar allí señales de atracción, confianza, hostilidad. Pero como quedó demostrado en los experimentos, el cerebro humano tiene limitaciones en ese frente. Esa frontera seguramente no existirá cuando los algoritmos logren descifrar cada expresión de la cara con un alto nivel de confianza. Ese día no habrá dónde esconderse.