Desde que Einstein predijo su existencia, los científicos hallaron pruebas indirectas, como las encontradas por Russell Alan Hulse y Joseph Hooton Taylor Jr. en 1974. La semana pasada, por primera vez se observaron directamente. | Foto: NASA

ASTROFÍSICA

Las ondas gravitacionales son reales

Científicos encontraron evidencia de las pequeñas vibraciones en el espacio-tiempo que había predicho Einstein hace 100 años. Se abre una ventana para descifrar los grandes misterios del universo.

13 de febrero de 2016

La idea de las ondas gravitacionales surgió con la teoría general de la relatividad propuesta hace un siglo por Albert Einstein, la cual derrumbó la física newtoniana que había predominado por 200 años. El físico alemán argumentaba que la materia y la energía distorsionaban la geometría del universo, de la misma forma en que una persona deforma el colchón en el que duerme, produciendo lo que se conoce como gravedad. Cualquier disturbio en el cosmos, según la teoría, ocasionaría que ese tramado del universo, conocido como espacio-tiempo, se sacudiera produciendo unas ondulaciones de la gravedad. Esas serían las ondas gravitacionales.

Aunque muchos creían en su existencia nadie había podido observarlas directamente por falta de la tecnología apropiada. Pero el jueves pasado un grupo de expertos del Laboratorio de Interferometría de Ondas Gravitacionales, Ligo, anunció haberlas detectado por primera vez. El experimento tuvo lugar en septiembre de 2015 y el evento que las produjo fue la colisión de dos agujeros negros sucedido hace 1.300 millones de años. El logro se consiguió gracias a dos interferómetros idénticos separados por 3.000 kilómetros (uno en el estado de Washington y otro en el de Luisiana). Estos aparatos, considerados los primeros ‘telescopios’ de ondas gravitacionales, sintieron el remezón, de apenas una milésima del diámetro de un protón. Al traducir la frecuencia de las ondas gravitacionales a ondas sonoras, fue posible escucharlas como un trino en do mayor.

Pero ese tenue movimiento fue suficiente para generar un gran júbilo en el mundo. “El hito es comparable al hallazgo de la partícula de Higgs o al descubrimiento del ADN”, señala Felipe Guzmán, físico experimental del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología en Maryland, Estados Unidos. En los círculos científicos se da por descontado que los físicos Kip Thorne y Ronald Drever, de Caltech, y Rainer Weiss, del MIT, reciban el Premio Nobel por el experimento.

Lo importante no es solo haber comprobado los postulados de Einstein. Lo más interesante es que este experimento abre una ventana para investigar los más oscuros misterios del universo. Hasta el momento, los científicos solo contaban con instrumentos que median las ondas electromagnéticas como los rayos X y gamma. Pero estos resultan limitados para mirar los agujeros negros, que por ser tan densos atrapan la luz. Como estas regiones del cosmos se aceleran y emiten ondas gravitacionales se espera poder observarlas de esta manera. Por eso, para Szabolcs Marka, físico de la Universidad de Columbia y científico del Ligo, hasta el momento en astronomía todo se daba a través de los ojos pero “finalmente desarrollamos los oídos”, dijo al diario The New York Times.

Con las ondas gravitacionales la comunidad científica espera estudiar cómo se forman los agujeros negros o cómo es el ciclo vital de las estrellas, e “incluso ayudará a cerrar la brecha entre la teoría cuántica, que se ocupa de las pequeñas partículas, y la de la gravitación”, dice Guzmán. El campo de la astronomía gravitacional ya se está agitando. Se espera que a Ligo lo acompañe pronto un observatorio de ondas en Italia y uno más en Japón, así como otro en la India. El más ambicioso, sin embargo, es el proyecto Lisa, programado para 2030, que consiste en enviar un observatorio de ondas gravitacionales a 50 millones de kilómetros de la Tierra y colocarlo en la órbita del Sol. De esta manera, se eliminaría el ruido del planeta, que podría interferir con las mediciones. Con esto, los astrónomos podrán escuchar literalmente música celestial: desde las ondas que producen la colisión de las galaxias hasta la explosión que produjo el big bang millones de años atrás.