Alejandra Castaño, Sugar Baby colombiana
Alejandra Castaño, Sugar Baby colombiana | Foto: Semana Noticias

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“Pasé de ser una mantenida a mantener a otro”: el relato de una Sugar Baby colombiana

Alejandra Castaño dice ser “bendecida y afortunada” con joyas, ropa de diseñador, viajes y toda clase de lujos. A cambio de estos regalos entregó su tiempo, su cuerpo y su cariño. Una historia con un final agridulce. #EspecialesSemana

Semana Noticias
2 de diciembre de 2020

“Si hay plata en la relación, hay amor; pero si ya no hay dinero, entonces no hay amor. Esa relación ya no va…”. Más que una frase, este es el precepto que rige la vida emocional de Alejandra Castaño, una bogotana de 40 años.

En entrevista con SEMANA, relata la experiencia que vivió durante 4 años junto a un Sugar Daddy, lo que traducido al español significa “Papi de azúcar”.

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El término hace referencia a una persona generalmente adinerada o con buena posición social, quien establece un acuerdo con una pareja más joven, en el cual se entregan obsequios y dinero a cambio de un aparente comportamiento romántico y sexual.

A la beneficiaria de este trato se le conoce como “Sugar Baby” o “bebé de azúcar”, entendiéndose la palabra “baby” bajo su connotación en inglés: un apelativo cariñoso para “chica linda”. Alejandra se identifica con esta figura, sin atisbo alguno de sonrojo.

“Me agrada ser una Sugar Baby porque estoy bien: me visto bien, viajo, disfruto, tengo regalos y se pasa bueno”.

“Me agrada ser una Sugar Baby porque estoy bien: me visto bien, viajo, disfruto, tengo regalos y se pasa bueno”. Alejandra Castaño
“Me agrada ser una Sugar Baby porque estoy bien: me visto bien, viajo, disfruto, tengo regalos y se pasa bueno”. Alejandra Castaño | Foto: Semana Noticias

“A mi Sugar Daddy lo conocí mas o menos en el año 2010: fueron miradas impactantes, nos perdimos un tiempo y nos volvimos a encontrar (…) ahí empezaron los viajes, los regalos, buenos restaurantes, buena comida, ropa, etc. Yo tenía 27 años y él como 42”.

Aunque el principio se asemejaba a un idilio de amor, las reglas de dicho arreglo fueron explícitas:

“Él me dice que necesita y quiere tener a alguien que lo acompañe: que esté con él, que en algunas reuniones de negocio lo acompañe, que sea la persona de mostrar. Entre los dos estaba muy claro que él siempre me iba a poner linda, hermosa, bien económicamente y que yo también le iba a responder llegando al acto sexual”, cuenta desparpajada.

Es en el aspecto íntimo donde las Sugar Babies ejercen poder sobre sus benefactores. Ellos se sienten muy recompensados con el acto sexual, porque dicen “¡Wow! Estoy haciendo las cosas bien y estoy recibiendo una paga”, la que le damos nosotras”.

“Si hay plata en la relación, hay amor; pero si ya no hay dinero, entonces no hay amor. Esa relación ya no va”. Alejandra Castaño
“Si hay plata en la relación, hay amor; pero si ya no hay dinero, entonces no hay amor. Esa relación ya no va”. Alejandra Castaño | Foto: Semana Noticias

Sus encuentros y salidas eran frecuentes, pero carecían de los atributos que componen a una relación formal: no existía la “exclusividad de pareja” y cada uno podía disfrutar de la compañía de otros.

“Se pueden tener varios Sugar Daddy al mismo tiempo. Si tú sabes manejar la situación no tiene por qué haber problema, porque puedes estar bendecida por un lado y afortunada por el otro”, cuenta entre risas.

A pesar del aparente dominio que ejerce con su sensualidad, una Sugar Baby no solo pone su atención y su cuerpo a disposición de su Sugar Daddy: se vuelve maleable, dispuesta a cambiar su apariencia y hasta su identidad para no perder el favor de él.

“Una bendecida debe tener buena empatía, ser agradable, ser linda, debe tener un cuerpo armonioso: Yo fui a una cirugía, a una liposucción pagada por él”, comenta mientras se le escapa un suspiro, al tiempo que su alegre expresión decae rápidamente. La moda y las intervenciones estéticas ayudan, pero nada devuelve la juventud: la base de su relación “Sugar”.

Ambos se frecuentaron hasta finales de 2014, cuando una tarde recibió una llamada del hombre con el que vivía tantas lujosas aventuras: “Mi Sugar Daddy terminó la relación porque encontró otra chica más joven; me dijo “se acabó esta relación, ya no puedo ser tu Sugar Daddy, hasta aquí llegamos”.

Es difícil establecer si tras esta ruptura, Alejandra experimentó el dolor que conlleva una decepción amorosa. Eso sí, asegura albergar sentimientos por su “papi de azúcar”.

“Aparte de que sea una bendecida y afortunada, si nace un sentimiento hacia esa persona; entonces es duro perderlo”. Resulta elemental inferir que el golpe certero no se propinó a su corazón o su ego, sino a su bolsillo.

“Obviamente tú sientes el cambio porque tenías todo: dos casas, todas tus cosas y después tienes que devolverte a donde empezaste; solventar tu comida, solventarte tu ropa, si quieres regalos también son caros, entonces es muy fuerte el cambio”, narra con nostalgia.

"Tienes que devolverte a donde empezaste; solventar tu comida, solventarte tu ropa, entonces es muy fuerte el cambio”, Alejandra Castaño.
"Tienes que devolverte a donde empezaste; solventar tu comida, solventarte tu ropa, entonces es muy fuerte el cambio”, Alejandra Castaño. | Foto: Semana Noticias

Alejandra tuvo que volver a trabajar y tras seis años de esfuerzo logró alcanzar el nivel de vida que llevaba con su antiguo compañero. En un particular giro de acontecimientos, pasó de ser una Sugar Baby a convertirse en la actualidad en una Sugar Mommy: en otras palabras, una proveedora.

“Hay una persona que está conmigo: es súper lindo y le he venido ayudando económicamente: le compro lo que quiere y él me acompaña. Ese cambio de roles es muy raro, porque ya no estás viendo que te llega el dinero sino tu lo estás dando: tú lo estás entregando por voluntad”, dice.

“Pasé de ser una mantenida a mantener a otro” Alejandra Castaño.
“Pasé de ser una mantenida a mantener a otro” Alejandra Castaño.

Aunque se siente satisfecha por sus actuales logros, no descarta volver a saborear el azúcar de antaño.

“Si a mí me aparece un tipo que tenga 70 años, o sea 20, 30 años más que yo; si tiene dinero y no sabe qué hacer con él, ¡yo me le pego! (rie). Si quieres gastarlo aquí estoy yo: gástalo conmigo, si quieres ser mi Sugar Daddy, dale”, retomando su anterior algarabía.

Sugar Baby: ¿Otra forma de prostitución?

Carolina Calle es la presidenta de la corporación Calle 7 y se enorgullece cuando la llaman prostituta: no le gustan los eufemismos y menos la forma en la que actúan las bendecidas.

“Las Sugar Babes no son trabajadoras sexuales definitivamente (…) ellas engañan a la persona haciéndola creer que están enamoradas, que son personas gratas para ellas, todo el tiempo les están retroalimentando ese ego y pues vendiéndoles un amor falso”, denuncia.

Alejandra reniega de esta posición: “Primero que todo no soy vagabunda: simplemente he tenido la suerte de conocer a esa persona que necesita amor o necesita algo de compañía por cambio económico (Sic) y yo se lo puedo dar”.

“Yo creo que la existencia de los Sugar Daddies definitivamente potencia en la sociedad este machismo de supuestamente estar moldeando a una mujer por el dinero que se ofrece”, puntualizó Carolina.

“Bandidas”, “mozas”, “vividoras”… existen mil apelativos dolorosos y ofensivos para referirse a las Sugar Babes por parte de quienes las consideran inmorales y una amenaza para el amor verdadero; lo cierto es que muchos otros lo ven como una forma de amor; una que crece por millares gracias a internet.

Existe un negocio lucrativo tras esta particular tendencia, uno que develaremos en la tercera entrega de esta investigación en #EspecialesSemana.