ciencia

Pequeños gigantes

De las fauces de una mosca a la estructura de la vitamina C, la microfotografía expande como nunca antes las fronteras de la visión humana del mundo.

12 de febrero de 2006

Hay cosas que a simple vista no se pueden ver. El ojo humano apenas tiene capacidad para distinguir objetos de 0,1 milímetros. Una bacteria, por lo tanto, no está a su alcance, pues mide mucho menos que eso, alrededor de una micra. Hay incluso organismos y estructuras mucho más pequeñas. Por fortuna, existen herramientas para superar esta limitación y así como los telescopios les permiten a los humanos acercar los grandes y lejanos objetos del universo, también existen microscopios para magnificar hasta mil veces los objetos más diminutos que se escapan a la lente humana. Cuando se observa cualquier cuerpo o sustancia bajo el microscopio, una puerta se abre para develar un mundo sorprendente: el ojo peludo de una abeja, las barbas blancas de una mosca casera, la dentadura macabra de una orquídea drácula, las fibras de una alfombra, que más parecen la obra de un pintor abstracto, el ovario de una flor, la sal cristalizada. Estas imágenes se logran con la fotomicrografía, un campo de la ciencia que se empezó a desarrollar en 1970, cuando se les añadieron cámaras fotográficas a los microscopios de aquella época. Desde entonces, la técnica se ha ido perfeccionando para lograr magnificar las imágenes hasta mil veces sin que estas se distorsionen, permitiéndole al ojo humano ver detalles del mundo que antes no podía apreciar. Los aparatos de última generación cuentan con lentes potentes, rayos láser, sondas y luz especial para tomar fotos de los seres más diminutos del planeta. En la Universidad Nacional se encuentra uno de los centros de microscopía mejor dotados del país, el cual ha servido para que científicos de todas las áreas puedan ver con ojos más atentos todo lo que les interese, desde organismos vivos hasta pedazos de roca con depósitos auríferos. Según la profesora Gloria de Pérez, coordinadora del laboratorio de microscopía de esta institución, las posibilidades de estudio son enormes y están a disposición de todas las especialidades. Prácticamente cualquier cosa puede resultar interesante bajo un lente magnificador: la piel, unas escamas, una pluma, los insectos, las bacterias, un glóbulo rojo. Nadie sabe lo que verá cuando asome el ojo por el lente. "El microscopio muestra un mundo maravilloso que nadie nunca se hubiera imaginado", dice la profesora. Tan cautivante es lo que se ve, que hasta los artistas se han interesado en el tema. Muchos de ellos participan con los científicos en el Nikon Small World Competition, un concurso que se estableció en 1974 para premiar anualmente las mejores fotos captadas a través de un microscopio óptico. En los últimos tres años la participación ha crecido 150 por ciento. En la versión 2005 se recibieron 1.700 imágenes del mundo. Las inscripciones para la versión 2006 se encuentran abiertas. Lo fascinante es observar que muchas imágenes del microcosmos al ampliarse resultan similares a otras del mundo visible. Una uva vista en forma transversal puede parecer como una arveja; una arveja, como un ovario, y un ovario, como una flor. Estas fotos ayudan a comprender mejor el mundo y a mostrar que "la historia natural es una sola", dijo a SEMANA Norman Booth, portavoz del concurso. "Nuestras células son iguales y comparten muchas de las mismas características, de modo que en cierta forma todos estamos conectados por nuestra herencia biológica común", agrega. Para ver una muestra bajo el microscopio, los expertos agregan azúcar, proteínas o marcadores fluorescentes. Hay equipos para cada necesidad. Según la profesora Pérez, para observar especímenes vivos transparentes se utiliza el microscopio de campo claroscuro. Para los organismos vivos se requiere de un estereoscopio que permite observar el animal en tres dimensiones. El futuro de este campo se ve interesante. Los microscopios se están convirtiendo poco a poco en plataformas de información, pues las imágenes captadas se transmiten y se comparten con otros científicos para el estudio de ciertas enfermedades. Los aparatos más novedosos permiten el análisis en vivo de las células, algo que ayudará al desarrollo de terapias contra el cáncer. Pero, más allá del aporte científico, hay que agradecer al microscopio óptico haber logrado que ese refrán que reza 'la belleza está en el ojo con que se mira' cobre más fuerza que nunca.