Una de las pastillas más usadas para el alcoholismo es la Naltrexona, cuyo efecto es calmar la ansiedad. Sin embargo, este medicamento no necesariamente funciona en todas las personas.

ADICCIÓN

Píldoras contra el trago

Cada vez gana más fuerza la idea de tratar el alcoholismo con medicamentos. Para algunos expertos esto solo funciona si se acompaña con psicoterapia.

11 de septiembre de 2010

El consumo excesivo de licor es un tema que no deja de preocupar. Según la revista especializada The Lancet, el alcohol es el responsable del 3,8 por ciento del total de las muertes en todo el mundo, y el culpable del 4,6 por ciento de las enfermedades y discapacidades. Por esta razón, varios expertos han evaluado nuevas posibilidades para combatir esta adicción, y una de estas es tratarla con medicamentos.

Aunque este enfoque no es nuevo, en la actualidad son pocos los centros de rehabilitación que acuden a la farmacéutica y por eso hay especialistas que abogan por que esta alternativa se convierta en un tratamiento habitual. Stephanie O'Malley, director de la División de Investigación de Abuso de Sustancias del Yale School of Medicine, dijo a la revista Newsweek: "Es un momento emocionante para el tratamiento del alcohol". Y agregó que sería una solución para los jóvenes que no acuden a métodos contra la adicción porque implican abstinencia. En la actualidad, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) reconoce cuatro métodos medicinales para tratar la adicción al trago, pero la Naltrexona es quizá la que más se ha usado hasta el momento. Cuando una persona bebe licor libera endorfinas en el cerebro que le producen una sensación de placer. La función de la Naltrexona es controlar el deseo de tomar mediante el bloqueo de los receptores que secretan este tipo de hormonas. David Sinclair, creador de The Sinclar Method, un tratamiento para dejar la bebida, es un defensor de este medicamento, muy popular en Finlandia. Su método consiste en ingerir una pastilla una hora antes de beber y, de este modo, la ansiedad por el licor disminuye para que la persona pueda consumir con moderación.

A pesar de las bondades que pueda tener esta alternativa, no todos están de acuerdo con usar drogas, al menos como tratamiento único. Según dijo a New Scientist James West, director del centro Betty Ford, en California, Estados Unidos, para obtener mejores resultados "el tratamiento debe implicar un completo cambio psicológico, espiritual y emocional, mediante el cual las víctimas de esa enfermedad son liberadas de su compulsión de beber". Posición que comparte Andrés Rueda, psicoterapeuta experto en adicciones, quien señala la importancia de hacer un trabajo psicológico con el paciente para conocer su personalidad y las razones que motivan su adicción. "No podemos pretender que un problema que se ha desarrollado en un lapso se solucione por arte de magia con una pastilla". Lo mismo piensa Otto Held, experto en farmacodependencia, quien aclara que si bien al comienzo los fármacos pueden mostrar cambios significativos en el control de la ansiedad, uno de los riesgos es que la persona sustituya su dependencia etílica por las medicinas.

Por otro lado, varios estudios han demostrado que los beneficios de la Naltrexona varían según la persona. Por eso, investigadores de la Universidad de Pennsylvania y el Medical University of South Corolina, están trabajando en un proyecto para identificar una serie de variantes genéticas para clasificar a los alcohólicos en grupos, y así suministrarles la clase de medicina más adecuada. Sin embargo, tanto Rueda como Held difieren de esta idea, y aclaran que cada paciente debe evaluarse individualmente para conocer si el medicamento suministrado es efectivo, según su personalidad.

Así mismo, los expertos no creen que se pueda solucionar un problema de alcoholismo si la persona no deja el trago del todo. Rueda advierte que quienes abusan de cualquier sustancia solo tienen el 5 por ciento de probabilidades de llegar a un nivel de consumo normal. "Es un problema propio de las adicciones, llamado aumento de la tolerancia, en el que la persona va a necesitar cada vez más cantidad para sentir el mismo efecto", explica Held.

Las opiniones, por ahora, están divididas. Sin embargo, hay quienes creen que en un futuro próximo aparecerá un medicamento parecido al Prozac, que ayude a solucionar esta, la adicción más antigua de la historia.