El deshielo en los polos ha contribuido a que el nivel de los mares se haya incrementado en los últimos años. La información satelital muestra que desde 1978 el hielo del ártico se ha replegado 2,7 por ciento en cada década. En la antártica, unos 15,000 kilómetros cuadrados se han perdido en los últimos 50 años

medio ambiente

Planeta herido

La conclusión de la conferencia sobre cambio climático de Bali es que el mundo finalmente despertó. La nueva pregunta es si lo hizo a tiempo.

Carlos Costa. Director del Ideam
15 de diciembre de 2007

En Bali estaba casi todo el mundo. Más de 10.000 participantes, entre observadores y delegados oficiales de 180 países, se reunieron en esa isla del 3 al 14 de diciembre para acordar medidas universales en desarrollo de las conclusiones del cuarto reporte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (Ipcc), recientemente premiado con el Nobel de Paz. Semejante tarea en 12 días parecía imposible.

La primera noticia positiva fue el anuncio de Australia de su intención de ratificar el Protocolo de Kyoto. No fue una sorpresa, pues el recién elegido primer ministro de Australia, Kevin Rudd, basó en parte su victoriosa campaña electoral en defender el Protocolo de Kyoto.

Este anuncio marcó el estado de ánimo de las negociaciones. Es un paso más hacia el ideal de la mayoría: un acuerdo global con metas globales para controlar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y con compromisos para todos los países, en particular para los desarrollados. Así, Estados Unidos quedó como el único país industrializado que no ratificó Kyoto. La presión no se hizo esperar. En la intervención del secretario de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y en la mayoría de las de los países, el mensaje de alegría y esperanza por la decisión de Australia fue un diplomático aunque claro llamado de atención para los norteamericanos.

Pero ese país ya empieza a dar señales: después de mucho trasegar y gracias principalmente al Ipcc y al ex vicepresidente Al Gore, hoy Estados Unidos por lo menos acepta que el cambio climático es una realidad. Durante la conferencia, Washington sostuvo con vehemencia que está haciendo importantes esfuerzos para reducir sus emisiones de GEI de manera individual y voluntaria, aunque no está dispuesto a asumir metas ni compromisos internacionales en esta materia.

¿Despertará Estados Unidos a tiempo? Parte de la respuesta puede estar en el ejemplo de Australia: con la presión social interna, el electorado estadounidense tiene la solución en sus manos, pues la presión internacional ha resultado insuficiente.

Ante la posición estadounidense, la convención se dedicó a hacer su tarea a pesar de que uno de los principales responsables del cambio climático no quiere asumir compromisos, al menos todavía. Tres fueron los principales objetivos: establecer un fondo para financiar la adaptación al cambio climático de los países más vulnerables; desarrollar incentivos globales para controlar la deforestación, y La Hoja de Ruta de Bali, un cronograma detallado para que antes de finalizar 2009, el planeta cuente con un instrumento que reemplace al Protocolo de Kyoto.

El Ipcc alertó sobre el hecho de que parte del cambio climático es imposible de evitar y que ya está teniendo consecuencias. En Colombia, por ejemplo, el Ideam ha confirmado un aumento de medio grado en la temperatura promedio del país, un aumento del nivel del mar de tres a cinco milímetros por año y la triste reducción de nuestros glaciares, que seguramente van a desaparecer en 25 años. Pero probablemente, lo que más nos afecta es el aumento en la intensidad de las tormentas fuertes. Esto se ve reflejado en más deslizamientos de tierra, más inundaciones por crecientes súbitas y la parálisis de grandes ciudades.

Parte de los impactos socioeconómicos del cambio climático se debe a nuestras propias debilidades: población ubicada en zonas de riesgo, infraestructura pública vulnerable y sistemas de drenaje limitados, entre otros. Pero no podemos culpar de todo al cambio climático y cruzarnos de brazos. Tenemos que redoblar esfuerzos para reducir nuestra vulnerabilidad ente los eventos climáticos extremos.

Por eso los países en desarrollo, con el apoyo de algunos países industrializados, presionamos y logramos en la conferencia de Bali, constituir el Fondo de Adaptación para financiar que los países vulnerables se preparen para los impactos del cambio climático, en particular las islas amenazadas por el aumento del nivel del mar, los países menos desarrollados y los países con alto riesgo de desastres naturales. El fondo ya cuenta con unos recursos iniciales, y el reto futuro es aumentar este monto. El ministro Juan Lozano fue enfático durante su participación en las negociaciones, sobre la necesidad de gestionar recursos adicionales con base en el Ipcc, el cual estima que se requieren entre 10.000 y 50.000 millones de dólares al año para esta tarea en el mundo.

En materia forestal, esta vez la convención finalmente reaccionó a las presiones que países como Colombia venimos haciendo desde tiempo atrás. Finalmente se abordó con seriedad el hecho de que el cambio climático no es causado sólo por las emisiones industriales, sino por la destrucción de los bosques. El Ipcc reporta que el 20 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la deforestación. Por ello, si se quiere controlar la emisión total de GEI en el planeta, es necesario controlar esta problemática.

Los países en Bali dejaron instaurada una línea de acción para generar, próximamente, incentivos para frenar la deforestación en el mundo. La idea es que los países o regiones dentro de países que estén en condiciones de controlar ese fenómeno en su territorio, reciban a cambio un incentivo económico. Este es un gran primer paso para el objetivo de Colombia porque se reconozcan los esfuerzos que se hacen en el país para manejar nuestros bosques. Aunque todavía es temprano para discutir los requisitos para recibir incentivos, Colombia presentó el programa de Familias Guardabosques y los planes de ordenación forestal, como instrumentos que deben ser beneficiarios de financiación internacional.

Respecto al tercer objetivo de la convención, es importante tener en cuenta que reemplazar el Protocolo de Kyoto no es tarea fácil. No sólo por la falta de respaldo de Estados Unidos, sino por la necesidad de que sea mucho más ambicioso. Para enfrentar las advertencias del Ipcc, se requiere mucho más que el compromiso de los países desarrollados y además fijar metas muy ambiciosas y a corto plazo. Por ejemplo, el cuarto reporte del Ipcc anunció que el calentamiento del planeta ya es inevitable. Lo máximo que podemos lograr es frenarlo en 2 grados centígrados y para ello se requiere que las emisiones totales de GEI en el planeta dejen de crecer a más tardar en 2015 y comiencen a disminuir de manera continuada para que, en el año 2050, se emita la mitad de lo que se emite hoy. Estas son metas muy ambiciosas si se tiene en cuenta que actualmente las emisiones totales de GEI en el planeta aumentan un 5 por ciento cada año (con todo y Protocolo de Kyoto). Sin embargo, tal propósito es indispensable, pues el mismo Ipcc advierte que 2 grados centígrados de aumento es lo máximo que el planeta puede soportar antes de que buena parte de sus ecosistemas se desestabilice.

Es por esto que el control del cambio climático no se puede lograr sólo con el compromiso de los países desarrollados. Algunos países en desarrollo como China e India, aumentan cada año de manera importante sus emisiones de GEI. Si Estados Unidos es reacio a asumir compromisos, no será fácil que China e India lo hagan, ya que sacrificarían su desarrollo para resolver un problema que crearon otros.

Con todas estas diferencias de intereses, de todas maneras se logró aprobar la Hoja de Ruta de Bali. Esta fija las fechas en las que se adelantarán las etapas consideradas necesarias para culminar en 2009 con un acuerdo y con la esperanza de salvar el planeta. La tarea por delante no es fácil, pero hay razones para estar optimistas. La Unión Europea, Japón e inclusive Australia anunciaron su compromiso de reducir el 20 por ciento de sus emisiones para 2020 y la mitad de sus emisiones para 2050, como lo recomienda el Ipcc. Se comprometen de manera unilateral, sin pedir compromiso de otros y con la intención de hacer que los demás tomen conciencia. Se espera que los países en desarrollo, aunque no somos responsables, también asumamos compromisos como señal de solidaridad mundial y como herramienta para presionar un pronto y efectivo acuerdo. Porque ya parece muy claro que queda poco tiempo.