VIDA MODERNA

¿Por qué es malo que su hijo sea quisquilloso con la comida?

Una investigación encontró que estos niños podrían tener problemas de depresión y ansiedad más tarde.

7 de agosto de 2015

Algunos niños son comelones y reciben todo lo que les dan. Otros, sin embargo, cuando les sirven su plato empiezan a apartar ciertos alimentos porque los consideran desagradables. Se calcula que el 20 % son así desde muy pequeños y se vuelven un reto para los padres que a veces claudican en el intento de que prueben cosas diferentes. Pero una reciente investigación publicada en la revista Pediatrics les ayudaría a cambiar de estrategia. El estudio concluyó que estos niños podrían tener más tarde síntomas de ansiedad y depresión que quienes comen sin problemas.

Para el trabajo los investigadores siguieron a 900 niños entre 2 y 6 años durante 36 meses consecutivos. Los que presentan este comportamiento de manera moderada tuvieron síntomas de problemas sicológicos como ansiedad, depresión y déficit de atención e hiperactividad. Los casos más severos, que incluyen a niños que ni siquiera pueden comer afuera de sus casas, tuvieron siete veces más riesgo de sufrir de ansiedad social y dos veces más de padecer depresión que aquellos que comen normalmente.

Los expertos no encontraron una relación directa sino una con relación entre este hábito y dichos signos psicológicos. A pesar de ello el estudio es importante porque muestra que este comportamiento, que no pasaba de ser una anécdota de los crianza de los padres, podría ser un indicio de un problema más grande. “No quiero generar pánico entre los papás” le dijo Nancy Zucker, autora principal del trabajo y profesora de psiquiatría de la Universidad de Duke, al diario The New York Times. “Pero esta historia es mas complicada de lo que parece”.

El estudio sugiere que ser selectivo para comer no es simplemente terquedad de los niños ni una fase del crecimiento. Aunque muchos sí lo superan de grandes, 12% lo mantiene y por mucho tiempo. En muchos de ellos es tan severo que deben ser tratados para aliviarles el miedo a comer nuevas comidas.

Según Zucker, estos niños podrían tener exacerbada su sensibilidad al mundo y su  experiencia sensorial sería más intensa cuando reciben ciertos estímulos en áreas de gusto, tacto y visión. “Cortarles las frutas en formas divertidas no les va a ayudar”, dijo la experta a los medios.

Mientras se hacen más investigaciones para confirmar el hallazgo, Zucker recomienda que los papás dejen de sentirse culpables porque sus hijos no comen. También es un recordatorio de que la manera como los niños se relacionan con la comida es reflejo de cómo ven el mundo y por eso que sean quisquillosos con la comida implica que lo serán en otros aspectos de la vida. También es una señal de alerta para posibles problemas sicológicos. Por último, Zucker aconseja a los padres que vivan la comida más alrededor de compartir con la familia que de los alimentos.