Sicología

¿Por qué se ponen los cachos?

Un libro sobre la infidelidad cuestiona los estereotipos según los cuales en la pareja siempre hay un infractor y una víctima

7 de junio de 2008

Sobre la infidelidad se ha escrito de todo: tratados desde el punto de vista biológico, se han descrito los tipos de infieles, se ha dicho cómo los deslices a veces ayudan a fortalecer la relación e incluso se han hecho guías para atrapar a los infieles in fraganti. Aun así, un nuevo libro sobre la infidelidad, escrito por tres sicólogas de la Universidad de los Andes, acaba de aparecer en las estanterías de las librerías. Las autoras, Carmen Elvira Navia, Evelyn Peckel y María Isabel Navia, se dieron a la tarea de escribir Infidelidad: pesadilla y pasión porque ven con preocupación que en su práctica diaria la inquietud de los pacientes frente al tema ha aumentado. No tienen estadísticas a la mano porque no creen en ellas. Son conscientes de que es una problemática humana que casi siempre se aborda con juzgamientos.

El infiel se ve como el malo del paseo, que se divierte con otro amor, mientras que la otra persona es la víctima. La realidad que ellas han visto es muy diferente: tanto el infiel como el otro viven una experiencia devastadora que difícilmente pueden compartir con otros. "Es un proceso muy solitario para ambos", dice Carmen Elvira. Por eso consideran que también hay que reivindicar el papel del infiel. La propuesta del libro es ir más allá del problema moral y mirar sin culpabilidades las situaciones de fragilidad que llevan en un determinado momento a una persona a abrirle la puerta a otro amor.

Las razones son muchas. Casi se podría decir que cada caso es único. Pero estas tres expertas han encontrado que una de las causas más frecuentes de la infidelidad radica en la propia manera como está planteada la relación de pareja. Amor y matrimonio son invenciones recientes. Anteriormente las bodas se arreglaban por intereses económicos y no por el amor romántico. Pero en la medida en que este quedó vinculado a la vida conyugal, también quedó unido a lo doméstico. "Pasión, romance y aventura deberán ahora conjugarse con rutina, compromiso y la seguridad de un vínculo matrimonial", un equilibrio más difícil de lograr, según las autoras, pues la misma relación que se construye en el día a día es la que genera la defunción del deseo, que algunos buscan por fuera de la pareja. "La tranquilidad puede ser una trampa porque la gente siente que ya todo está asegurado. Esa seguridad rutiniza y acaba con la pasión", dice María Isabel Navia. En esas circunstancias la infidelidad se vislumbra como una salida "pero termina siendo un túnel", agrega Evelyn. Y más que una traición es una situación que habla de la pareja, del individuo y del medio social en que se da. Cuando sucede lo mejor es escuchar lo que dice.

De ahí que tratar de hacer borrón y cuenta nueva no les parece lo más indicado, aunque sea la manera más frecuente en que las parejas resuelven estos casos. Las expertas recomiendan darle vía a un proceso de perdón, una especie de ley de justicia y paz para las parejas, que busque la verdad, la reparación y la proyección de una nueva relación.

Las autoras identificaron seis situaciones que hacen frágiles a los individuos para vivir una aventura.



1.La trampa de la adulación: en ella caen aquellas personas que necesitan un constante reconocimiento, valoración y admiración de los demás y de alguna manera no los están obteniendo en su relación de pareja. Ante esa carencia, se dejan deslumbrar por personas exitosas, brillantes y con atributos que ellos o ellas buscan en los demás y que creen no tener.

2.Experimentar lo sexual libremente: hay quienes ven en la infidelidad la oportunidad para vivir sin tapujos una vida sexual que por inhibición se niegan a tener con su pareja. Por lo general en las relaciones estables, con hijos, algunos sienten dificultad para experimentar cosas novedosas, fantasías y deseos por miedo a ser criticados e incluso abandonados por el otro.

3.Aburrimiento: en ocasiones las relaciones de pareja son asfixiantes debido a los constantes conflictos y la falta de comunicación, lo que termina por limitar y aburrir a cada uno de sus miembros. En esta situación es común que, ante la oportunidad, algunos encuentren en otras personas la posibilidad de una relación erótica placentera que les dé un respiro. Así, ese otro u otra se convierte en alguien que escucha sin recriminaciones y con quien la relación fluye más, lo cual puede ser muy excitante.

4.Volver a ser joven: a partir de los 40 años cuando el demon de midi toca a la puerta, algunos sienten una fragilidad que puede terminar en infidelidad. La crisis de la mediana edad, como también se le conoce, es un momento en el que la persona echa una mirada atrás para ver lo que ha sido su vida y trata de rehacer en el tiempo que le queda lo que no hizo antes. Muchos quieren volver a sentir la vitalidad a través de una nueva persona, por lo general más joven, y con la que se sienten vivos, ante el susto que genera —y la dificultad de aceptar— la visión de una vida en la que sólo resta envejecer y cuidar nietos.

5.No quiero cerrar la puerta: ante el compromiso de tener una pareja estable y de amar y ser amado por una sola persona, algunos se angustian. Esto se debe al temor a depender emocionalmente de ese único personaje, en caso de que algún día este se marche. Ese miedo hace buscar otros amores para no dejar que su pareja estable sea el único. Es aplicar en la relación de pareja la máxima de no poner todos los huevos en una misma canasta.

6.Rabia: la infidelidad puede darse por deseos de venganza ante necesidades y expectativas no cumplidas dentro de la relación de pareja. No necesariamente se trata de hacer valer el ojo por ojo por un acto de infidelidad que el otro haya cometido. Es, en todo caso, una rabia más inconsciente ante situaciones poco claras, como por ejemplo que la pareja no sienta deseo sexual con ella o que él sienta que ella gana más que él. La manera de expresar esta ira interna suele ser con un amor paralelo.