POR UN PUÑADO DE DOLARES

En EE.UU., los asesinos a sueldo ofrecen sus servicios a través de anuncios en una revista

30 de junio de 1986

Por cinco mil dólares (unos 950 mil pesos colombianos), cualquiera puede eliminar a la esposa, a la suegra o al socio indeseable, escribiendo o llamando en respuesta a uno de los numerosos avisos clasificados de las páginas especializadas de la revista norteamericana Soldier of Fortune, la cual aparece mensualmente con una circulación de 181 mil ejemplares.
Los clasificados son simples pero efectivos: "Mercenario profesional de 37 años de edad, se ofrece para realizar distintos trabajos. Discreción y privacidad. Guardaespaldas, correo y otras especialidades. Se aceptan todos los trabajos".
En Estados Unidos y luego de numerosos atentados, asesinatos frustrados y crímenes cometidos por ex maridos desesperados o cónyuges que no aceptaban el cáncer de su mujer, ha saltado un escándalo nacional al descubrirse por parte de autoridades federales y estatales que, gracias a esos clasificados se ha mantenido una ola de crímenes que intentó ser camuflada mediante el anonimato de quienes pagaban y eran pagados para estos delitos.
El escándalo contra Soldier of Fortune y sus anunciantes y clientes, se vio reflejado en periódicos y revistas con el caso de Norman Norwood, un ex guardia carcelario de 31 años y estudiante de derecho en la Universidad de Arkansas a quien repetidamente intentaron matarlo, sin que en principio supiera quiénes ni por qué. Primero dos hombres entraron a su apartamento, lo sometieron y paralizaron con una descarga eléctrica.
Cuando intentó defenderse, dispararon contra él y desaparecieron sin dejar huellas. Otro día, al encender su automóvil en el parqueadero de la universidad, el vehículo explotó y por poco lo mata. Pidió protección a la Policía mientras sospechaba del ex marido de su novia actual, Larry Garry. Varias semanas después la Policía capturó a un sospechoso que rondaba en las cercanías. Le encontraron varias armas, fue identificado como Michael Wayne Jackson, ex jefe de Policía en una población de Texas. Lo interrogaron y descubrieron que Jackson intentaba matar a tiros al otro. No había motivos personales. Ni siquiera se conocían. Había sido contratado, en efecto, por el ex marido de la muchacha. Jackson había publicado un aviso en Soldier of Fortune ofreciendo sus servicios: se descubrió que Larry Garry, coleccionista de armas, había enviado al mercenario un cheque por cinco mil dólares para que liquidara al otro. Las autoridades acusaron al ex marido de conspiración para asesinar a Norwood y lo liberaron luego de una fianza de 250 mil dólares.
Lo curioso de todo, como afirma un investigador, es que estos asesinos no son profesionales del todo, apenas veteranos de Vietnam o Corea que matan porque están sin dinero y sin empleo, son descuidados, dejan sus huellas, giran cheques y dejan la peor evidencia de todas: los avisos en la revista ofreciendo sus habilidades. Un siquiatra afirma que esta conducta obedece a las fantasías de quienes quieren seguir en acción, como si estuvieran aún en la selva.
Pero detrás de Michael Wayne Jackson se escondía el que puede considerarse el empresario de estos delitos, Richard Michael Savage, de 38 años, quien lo subcontrató como hizo con numerosos veteranos ansiosos de entrar en acción. Un asesino confesó a la Policía que recibían más de quince llamadas al mes, generalmente de maridos aburridos de sus mujeres. Otro cliente quería un pequeño ejército para explotar una mina de oro en Alaska, otro intentaba invadir Nicaragua y ofrecía 50 mil dólares a cada mercenario pero Savage, el cerebro, rechazaba lo que no fuera sencillo, como matar esposas. Por eso contrató a un muchacho de 21 años, Sean Trevor Doutre, para que atendiera los deseos de un cliente, Robert Spearman, de 56 años, cuya esposa, Anita de 48 años, acababa de sufrir una mastectomía. Spearman se había dedicado en las últimas semanas al alcohol y las prostitutas. Hizo contacto con Savage y este envió a dos de sus hombres a contactarlo y preparar el terreno. La operación le costaría al cliente 20 mil dólares.
Una noche de noviembre último, Doutre entró a la casa de 105 Spearman, en Palm Beach, llegó al dormitorio donde Anita dormía y la mató a tiros. Para simular un robo se llevó una pistola y numerosas joyas. El marido apareció como el primer sospechoso pero por falta de pruebas la acusación no prosperó. Pero el joven
asesino fue capturado 24 horas después con un automóvil robado y una enorme cantidad en efectivo, además de las joyas y la pistola ajena. Pagó una fianza de 10 mil dólares y salió libre.
Otro cliente los buscó gracias al aviso de la revista. Les ofreció cuatro mil dólares por matar a un socio de su empresa pesquera. Savage le dio al muchacho una Magnum 357 pero el joven asesino fue capturado por la Policía, acusado por el dueño de un hotel de no haber pagado una cuenta. Asustado y presionado, Doutre habló, lo confesó todo. Comenzaron las detenciones, incluyendo la del marido hastiado de la mujer enferma mientras otros crímenes aparecían, en otros lugares, con otros precios.
Ante todo este escándalo, ¿qué piensan los editores de la revista? Bill Guthrie, responsable de la publicación responde curiosamente: "Lamentamos todos los inconvenientes dolores y sufrimientos que se han desprendido de esos clasificados y esperamos que esos mercenarios sean castigados por la ley, pero no tenemos la mínima responsabilidad: es como si a un periódico le exigieran que luego de publicar un aviso sobre la venta de un automóvil usado, se responsabilizara por los accidentes que se presenten". Sin embargo,ante las protestas de miles de personas en Estados Unidos, la revista ofreció vigilar la publicación de los clasificados en los que se ofrezcan servicios personales.
Norman Norwood, el abogado perseguido por un ex marido amargado, ha presentado una demanda por 4 millones de dólares contra la revista con un argumento válido: "No es posible que en este país, cualquiera, con sólo abrir las páginas de esa revista, pueda alquilar un asesino".