TURISMO

¡Qué cañonazo!

'Rafting', parapentismo y vuelo en cable son las atracciones del Parque Nacional del Chicamocha, un destino para los amantes de la adrenalina.

30 de junio de 2007

A 40 minutos de San Gil, por la ruta hacia Bucaramanga, el paisaje se torna agreste: la tierra toma un color ocre rojizo, la vegetación, como en cualquier territorio reseco, se compone de cactus y pencas, la carretera comienza a ondularse y es ahí cuando las montañas ofrecen un espectáculo majestuoso. Es el cañón del Chicamocha, el paso obligado de todos los que van hacia la Costa o hacia Bogotá por la ruta comunera. Los profundos desfiladeros al lado de la carretera provocaban el miedo de los conductores y pasajeros, y por esa misma razón antes pocos podían disfrutar completamente de este espectáculo de la geografía santandereana. Pero ahora sucede todo lo contrario gracias al Parque Nacional Chicamocha, que abrió sus puertas hace seis meses. Hoy los turistas pueden apreciar de cerca ese hilo dorado de 100 kilómetros que es el río Chicamocha, viajar con el viento por el cañón que forman las estribaciones de esta cadena montañosa o disfrutar de los precipicios agarrado de un arnés. En fin, se trata de admirar desde todos los ángulos este paisaje sobrio, que como lo decía el poeta Tomás Vargas Osorio, pareciera librarse de todo lo que no le es esencial y necesario.

En poco tiempo el Parque Nacional de Chicamocha se ha convertido en un destino turístico alternativo en Colombia, tal y como en su momento lo hizo el Parque Nacional del Café. Sólo que a diferencia de éste, aquí los deportes son extremos: parapente, cable vuelo, canotaje, rapel y caminatas por las entrañas del cañón son las atracciones de los visitantes. El vuelo en cable, que consiste en descender a 80 kilómetros por hora desde el mirador hasta la parte más baja del parque, es considerado uno de los más largos de Latinoamérica. En un año aproximadamente estará listo un teleférico con tres estaciones que recorrerá 300 metros, desde la Mesa de los Santos hasta el parque en 20 minutos. En planos también está la adecuación de una montaña de arena para hacer snowbording y la construcción de un hotel, lo que permitirá ampliar la capacidad de alojamiento del lugar. "En los últimos seis meses hemos tenido más de 300.000 visitantes", dice Carlos Fernando Sánchez, director del parque, una cifra que da cuenta por sí sola de la gran acogida que ha tenido el lugar.

"El parque es impactante", dice Nereyda de Rojas, quien viajaba con su familia hacia Cartagena cuando lo vieron desde la carretera. En ese momento prometieron que de vuelta se tomarían unas horas para conocerlo. "Es una obra majestuosa, el diseño es bonito pero le hace falta un mapa que muestre todas las cosas que hay por hacer", comentó esta visitante. Y lo cierto es que además de los deportes extremos está la posibilidad de ver el parque de las cabras, el de las avestruces, ver el monumento a la santandereanidad, del maestro Luis Guillermo Vallejo, manejar cuatrimotos o apreciar artesanías en la Terraza de las costumbres. O el mirador, localizado a 1.684 metros, el sitio más alto del lugar, en donde se puede apreciar una vista de 360 grados del cañón. Allí, el ruido del viento es una música que acompaña esa experiencia mágica.