| Foto: Archivo SEMANA

CIENCIA

Los humanos no son los más violentos

Un estudio reciente que analizó a 1.000 especies de mamíferos reveló quiénes son los más asesinos. Sorpresivamente, el hombre no aparece en los primeros lugares.

1 de octubre de 2016

Cualquiera pensaría que no hay un ser más violento que el hombre. Sin embargo, un estudio reciente reveló que otros mamíferos tienen una conducta mucho más agresiva y asesina, especialmente entre animales de la misma especie. 

La investigación fue llevada a cabo por José María Gómez, de la Universidad de Granada, en España, y publicada en la revista Nature. El experto quiso realizar este estudio para entender los orígenes de la violencia humana. Para ello analizó el registro de 4 millones de muertes ocurridas entre más de 1.000 especies de mamíferos y las comparó con 600 estudios sobre la violencia entre humanos desde la antigüedad hasta nuestros días.

El trabajo señaló que los suricatos son los primeros de la lista al ser capaces de matarse entre sí con una frecuencia asombrosa. Se estima que al menos uno de cada cinco pierden la vida entre las garras y mandíbulas de sus compañeros. Esto se debe a que las hembras suelen matar a la cría de otras hembras para dominar. De igual forma, otras criaturas que tienen pinta de dóciles son en realidad muy peligrosas con los de su misma especie. Entre ellas están las chinchillas, una especie de roedor, los leones marinos de Nueva Zelanda, las gacelas dama, los lémures y las marmotas.

Gómez concluyó que el Homo sapiens actual es seis veces menos letal y violento que hace 500 o 3.000 años, pero casi tan violento como cualquier otro primate. Las estructuras sociales han permitido que esos índices bajen. Esto coincide con la teoría de Steven Pinker, de la Universidad de Harvard, autor del libro The Better Angels of Our Nature donde expone la tesis de que todo tiempo pasado fue más violento entre los seres humanos. 

Pese a este hallazgo, varios investigadores han sido críticos con el estudio pues la clasificación de muertes es más complicada de lo que parece y el autor debió haber distinguido por tipos (infanticidios, asesinatos individuales, casos de canibalismo) para tener un resultado más objetivo. “Tratamos de separar la violencia en diferentes tipos, pero no pudimos encontrar suficientes datos. En futuras investigaciones tendremos que explorar si las diferentes causas de mortalidad tienen distintos patrones evolutivos”, concluyó Gómez.