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Radio para todos

Con la llegada de los "podcasts", una versión más democrática y abierta de las emisoras, el dial no volverá a ser el mismo.

9 de mayo de 2005

¿Recuerda los blogs, las bitácoras virtuales que en los últimos años se han convertido en el fenómeno más grande de Internet? Pues bien, ahora llegaron los podcasts, quizá la revolución más interesante en el mundo virtual después de los blogs, y que cambiará en poco tiempo y para siempre la radio tradicional. El podcasting es una forma de recibir y transmitir automáticamente archivos de sonido por Internet, y escucharlos directamente en un computador, un iPod o cualquier otro MP3 player. En pocas palabras, los podcasts son emisoras en línea. Pero tienen diferencias fundamentales con las ya tradicionales emisoras de Internet. Primero, no se transmiten desde una única fuente. Es decir que, gracias a los podcasts, cualquier persona puede emitir sus propios programas de radio en la red. La otra diferencia es que sus programas no se transmiten en horarios determinados, de modo que son los escuchas ?y no los emisores? quienes deciden cuándo oír las grabaciones. El proceso para entrar al mundo del podcasting es bastante simple: basta conectar un dispositivo de MP3 al computador, entrar a alguna de las páginas que contienen directorios de podcasts (el más usado es www.ipodder.org), bajar un pequeño software y por último suscribirse a los podcasts que más les gusten. Desde ese momento, todos los contenidos que transmitan las ?emisoras? serán bajados automáticamente al dispositivo de audio y podrán ser escuchados en cualquier lugar. Si bien esta nueva modalidad de comunicación en línea es bastante reciente, está creciendo a pasos de gigante. Según cifras de la Pew Internet & American Life Project, un proyecto dedicado a investigar los efectos de la tecnología en la sociedad estadounidense, desde finales de 2004, cuando nacieron los podcasts, hasta abril de 2005, más de seis millones de personas de los 22 millones de norteamericanos que tienen iPods o MP3 players ya bajaban podcasts habitualmente. Al buscar la palabra podcasting en Google en octubre de 2004 aparecían 5.950 entradas. Hoy, el resultado es de 2?950.000 entradas. Y se proyecta que este es sólo el comienzo. Por supuesto, las principales amenazadas con la nueva tecnología son las cadenas de radio. La razón es simple: los podcasts no necesitan de las licencias ?por lo general muy difíciles de conseguir debido a las fuertes regulaciones sobre el espectro radial? que se requieren para una emisora en AM o FM. Por eso, ante el fuerte crecimiento que promete el fenómeno en los próximos meses, algunas de las más importantes cadenas de radio del mundo empezaron a desarrollar el sistema. DragonRadio, de Hong Kong, fue la primera en unirlos a su programación. La cadena española Ser y la británica BBC han hecho podcasts con sus programas más taquilleros. En Canadá, la cadena CBC está empezando a explorar con algunos de sus programas, al igual que la ABC de Australia y la Wfmu, que transmite en el área de Nueva York. Pero quizás el experimento más interesante es el que la Kyouradio, de San Francisco, empezará a mediados de mayo de este año. Kyouradio será la primera estación alimentada exclusivamente con podcasts. Cualquier persona que tenga un programa de radio podrá enviarlo a la página web de la emisora, que luego de someterlo a una evaluación de calidad, simultáneamente lo transmitirá por radio y lo publicará en su página web para que otros puedan bajarlo a su dispositivo de audio. En pocas palabras, será la primera emisora en la que los oyentes crearán el contenido. Pero los podcasts no sólo le están moviendo el piso al negocio de la radio. También el mundo de los grandes sellos musicales y los derechos de autor está desconcertado con el fenómeno. Sam Withmore, columnista de la revista Forbes, comenta que cuando averiguó si transmitir la música que estaba publicando en su podcast ?y que estaba protegida por el sistema de copyright? era legal, ni la Warner Music, uno de los sellos más grandes de Estados Unidos, ni la American Society of Composers, Authors and Publishers (ASCAP, el Sayco norteamericano) tenían una política de derechos de autor para los podcasts. El gran problema, según Withmore, es que cuando se crea un podcast, se crea también un archivo digital que puede ser reproducido y modificado por las personas que lo reciben en su MP3 player, algo que viola de entrada los derechos de autor. Mientras estos problemas encuentran solución, la lista de podcasts sigue creciendo todos los días. Empresas norteamericanas como Air America, la National Public Radio o la revista Forbes tienen ya sus propio podcasts y Paris Hilton, hija del magnate Rick Hilton, promociona este mes a través de su emisora en línea su nueva película House of wax. Y ya es posible, al igual que con los blogs, encontrarlos prácticamente sobre cualquier tema: desde las bicicletas, la cerveza, los deportes extremos, los gays y las lesbianas, hasta la ciencia ficción, el sexo, la poesía, el vino y la agricultura.