RAZONES DE PECHO

Un estudio confirma que una píldora previene el cáncer de seno pero hay serias dudas sobre sus efectos secundarios.

18 de mayo de 1998

Hay buenas noticias para las mujeres del mundo entero, siempre amenazadas por la espada de Damocles del cáncer del seno. Un vasto estudio adelantado por científicos norteamericanos mostró evidencias deque una droga, utilizada desde hace 20 años en el tratamiento de la enfermedad, puede también prevenir su aparición en mujeres de alto riesgo. Se trata del tamoxifén, que reduce a la mitad el riesgo de tumor mamario.
Por décadas la sola idea del cáncer en el seno ha aterrorizado a las mujeres y con justa razón. Es la segunda causa de mortalidad femenina. En sólo Estados Unidos se estima que cerca de 180.000 casos nuevos aparecen cada año y que habrá 43.000 muertes por esta causa. En Colombia, según los médicos consultados, anualmente se presentan 8.000 casos nuevos. Pero, a pesar de los resultados iniciales, los investigadores aún no se atreven a cantar victoria. El estudio mostró que el medicamento podría generar efectos colaterales tan serios, que la cura sería peor que la enfermedad. El tamoxifén incrementaría dos o tres veces el riesgo de cáncer en el útero, y favorecería la aparición de coágulos en la sangre con riesgo de provocar embolismo pulmonar o trombosis. Aunque estas secuelas no están científicamente confirmadas su sola mención alcanzó a aguar la fiesta.
Otro dato que arrojó la investigación es que la droga no beneficiaría a toda la población femenina, sino a las mujeres catalogadas como de alto riesgo. Se sabe que quienes tienen historia familiar de cáncer de seno presentan mayores probabilidades de desarrollarlo. Sin embargo sólo entre el 8 y 12 por ciento se encuentran en esta zona de peligro. Según el oncólogo Rafael Gutiérrez, "no es la panacea, porque solo actuaría en un porcentaje muy reducido de mujeres. Además, el simple hecho de tomar la píldora no garantiza que la enfermedad no aparezca. Hasta ahora sólo se sabe que retarda su incidencia".
Viejo aliado
El tamoxifén ha sido desde hace 20 años la droga con mayor reputación entre la comunidad médica para combatir la enfermedad. Aunque inicialmente se utilizaba sólo para atacar la dolencia en sus etapas avanzadas, ahora se emplea también para evitar la reincidencia del tumor. Es un antiestrógeno que obstaculiza la actividad de esta hormona femenina que, según se ha comprobado, promueve el crecimiento de las células cancerígenas.
Teniendo en cuenta los resultados de los tratamientos con tamoxifén los investigadores, a finales de los años 80, decidieron estudiarla más a fondo. Se buscaba determinar si el proceso preventivo funcionaba en pacientes sanos. Con esta finalidad, en 1992, fueron reclutadas 13.338 mujeres de Estados Unidos y Canadá con alto riesgo de desarrollar tumor mamario. Mientras a un grupo se le suministró la droga a otro se le dio un placebo. Al cabo de cinco años se encontró que entre las mujeres del primer grupo sólo una entre 236 tuvo cáncer de seno, cuando el promedio esperado era de una entre 130. En términos estadísticos, esto significa que la droga tiene el potencial de reducir la aparición del cáncer en un 45 por ciento. Los científicos consideraron los resultados tan positivos que decidieron administrar la droga a todas las mujeres involucradas en el estudio. Las voluntarias serán monitoreadas durante los próximos dos años. Se pretende establecer si los beneficios son mayores que los riesgos.
Aunque el medicamento se podría empezar a recetar hoy mismo, los médicos prefieren esperar hasta que se aclare el alcance de los efectos secundarios. Pero en todo caso, aun despejadas las dudas, el tamoxifén no podría recetarse como una aspirina. "Sería necesario hacer un análisis juicioso sobre cuáles mujeres la deberían tomar, teniendo en cuenta la historia familiar, los síntomas o algún otro indicio clínico de riesgo", aseguró el oncólogo Herman Esguerra. Por lo pronto las mujeres deben seguir al pie de la letra las recomendaciones tradicionales de los médicos para detectar en forma precoz el cáncer. Esto quiere decir que los autoexámenes, las visitas regulares al ginecólogo y las mamografías continúan mandando la parada.