Realismo mágico

Con sofisticados programas de computación los dibujos animados se acercan más a la realidad y se alejan de la fantasía.

13 de agosto de 2001

Despues de Gladiador muy pocos creían que en materia de animación se pudiera descrestar más a los espectadores. En esta galardonada película de Riddley Scott muchas de las escenas fueron generadas por computador para reconstruir columna a columna la antigua Roma. Pero las películas animadas de esta temporada han demostrado que en este campo no parece haber límites.

La prueba es la película Final fantasy, basada en un exitoso videojuego japonés, que se ha convertido en el símbolo de la sofisticación que pueden alcanzar los artistas de animación con la ayuda de los computadores. La cinta introduce estrellas nuevas en todo sentido. Todas —desde Aki, la protagonista, hasta los guerreros y villanos de la historia— no tuvieron que someterse a un casting ni fueron contratados por sumas millonarias. Todo el elenco fue creado en la pantalla de un computador gracias a la imaginación de cientos de artistas gráficos aplicada en nuevos programas de animación.

El realismo es tan asombroso que el espectador no puede saber a ciencia cierta si se trata de dibujos animados o de actores de carne y hueso. Se pueden ver las imperfecciones de la piel, las arrugas, el movimiento del pelo, la textura de la ropa, las expresiones de la cara y movimientos corporales idénticos a los de cualquier ser humano.

Hasta el momento los talleres de animación digital habían reconstruido paisajes, ciudades antiguas e incluso habían logrado escenas muy complicadas, como las que aparecieron en Titanic durante el hundimiento del barco. Pero estos artistas nunca se habían arriesgado a generar seres humanos por computador debido a la dificultad, por ejemplo, de las expresiones de la cara y los ojos, la textura de la piel y el movimiento del pelo.

En Square, la compañía que produjo Final fantasy, durante cuatro años más de 150 artistas comenzaron una investigación para generar el software que permitiera dibujar personajes parecidos a los actores de carne y hueso. Este proceso incluyó el estudio de cómo el cuerpo cambia su forma a medida que se mueve y cómo la luz se ve afectada por el movimiento. También se desarrolló software especializado para replicar la textura de la piel y la ropa.

Este nuevo sistema se empieza a conocer como hiperrealismo tridimensional. A diferencia de los procedimientos utilizados por los pioneros en el campo de la animación —como Walt Disney, quien calcaba el movimiento de las personas a partir de una grabación para luego aplicarlo a sus dibujos— las técnicas más recientes emplean dispositivos en diferentes partes del cuerpo que le brindan información digital al artista sobre los movimientos del cuerpo. Estos son grabados en el sistema y luego aplicados a los personajes.

La tendencia comenzó hace unos años cuando la compañía Pixar lanzó Toy story, la primera película animada totalmente en computador y en tercera dimensión. “Aunque eran más reales, aún los movimientos de los personajes eran muy robotizados”, afirma Gabriel Restrepo, un animador colombiano que creó la hormiga de Telecom. Los sistemas actuales emplean un número mayor de dispositivos, así como programas más especializados, en cada una de la fases del proceso. Todas esas herramientas hacen que la primera versión de Toy story hoy ya se ve anticuada.

El desarrollo de la animación mediante computadores está aún en su infancia. Incluso se habla del interés de muchos artistas de Hollywood en esta técnica, pues con sólo escanear su cuerpo y movimientos cualquier director de cine podría incluirlos en sus películas aun después de muertos. Así las cosas, no sería raro revivir a Humphrey Bogart para que protagonice una historia al lado de Madonna. Tampoco sería extraño que desaparecieran los dobles y que muchos actores que hoy cobran millonarias sumas por un papel fueran reemplazados por sus colegas virtuales.