P E D I A T R I A

Respire profundo

Un niño puede convivir con el asma sin limitaciones cuando los padres están preparados para manejarlo en casa.

8 de octubre de 2001

Antiguamente tener asma era una maldición. Los niños debían estar casi todo el tiempo en reposo, faltaban a clase, no podían hacer ejercicio y eran tratados como discapacitados tanto en casa como en el colegio. Cuando llegaban las crisis los padres se alarmaban, no sabían qué hacer y muchas veces terminaban con el muchachito en el hospital. Aunque hoy aún es una causa de hospitalización importante el panorama en el tratamiento del asma ha cambiado. Hoy los niños pueden llevar una vida normal: estudiar, correr, nadar y hacer deportes como cualquiera de sus compañeros.

En un principio sólo se daban medicamentos para abrir los bronquios y facilitar la respiración. Ahora se sabe que la dificultad para respirar es apenas un síntoma y no el origen del mal. Los estudios científicos han demostrado que el asma es un desorden crónico cuyo principal mecanismo es la inflamación de las vías aéreas. Esta inflamación provoca que los bronquios se cierren y que se produzcan síntomas como el silbido en el pecho, la tos y la dificultad para respirar.

Tener esta información fue clave para desarrollar medicamentos que atacaran la inflamación y que hoy se conjugan con otros para aplacar los síntomas del asma. Así, hay un tratamiento a largo plazo que es preventivo y otro de acción rápida para cuando se presentan las crisis.

Los especialistas se han dado cuenta de que la participación de los padres es fundamental. Si ellos conocen la enfermedad, saben de los medicamentos y pueden reconocer y manejar las crisis y sin descontrolarse contribuyen a que estos episodios sean menos frecuentes. “No los tratan como inválidos sino que saben identificar los síntomas, conocen las drogas y saben qué alimentos son nocivos para su hijo y por eso pueden prevenir las crisis”, dice Eduardo Estrada, médico de la clínica de Colsubsidio. Algunas instituciones dictan talleres para educar sobre el tema.

Cuando la terapia del asma es la adecuada —afirma la doctora Elida Dueñas, neumóloga pediatra de la Fundación Santa Fe— la inflamación puede ser reducida, los síntomas son controlados y la mayoría de complicaciones pueden prevenirse. El principal problema según la experta es la falta de adherencia al tratamiento. “Las terapias inhaladas muchas veces requieren complicadas técnicas para su administración”, dice. Unas exigen que se tomen varias dosis al día y otras tienen efectos secundarios. Pero las compañías farmacéuticas ya han tomado cartas en el asunto y han ideado diferentes maneras de ofrecer estos medicamentos en formas más atractivas para los más pequeños, como pastillas masticables con agradables sabores que sólo requieren una dosis diaria.

Pese al desarrollo del tratamiento el asma es un mal en aumento en el mundo. La urbanización de las ciudades, la contaminación del aire y la pobreza han contribuido a incrementar las tasas de estos enfermos. Y lo más grave es que el aumento ha sido en los niños menores de 10 años. En Colombia, desde 1982 hasta 1991, la enfermedad ha aumentado un 40 por ciento. Hoy se estima que uno de cada 10 niños puede padecer esta enfermedad y la gran mayoría desarrolla síntomas antes de los 5 años.

Pero es importante tener en cuenta que cuando un pequeño es diagnosticado de asma no es el fin del mundo. La mejor actitud es pensar que se trata de una enfermedad crónica con la cual se puede convivir si se aprende a manejarla.