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Rumba sana

Una experta habla de cómo asistir a las fiestas de oficina de fin de año sin arriesgar su carrera.

15 de enero de 2001

En las fiestas de fin de año es muy fácil convertirse en protagonista del chismorreo de la oficina. Aunque estas actividades sólo buscan un acercamiento entre los compañeros de trabajo pueden convertirse en el escenario propicio para desarrollar comportamientos inadecuados o excesivos. El ejecutivo serio que se transforma en payaso al calor de unos tragos, la recepcionista que se vuelve una seductora o el jefe que les da sermones a todos los invitados, en fin... Sea como fuere, las fiestas requieren una etiqueta para no poner en peligro su integridad, ni los ascensos ni el propio puesto. La experta Ann Humphries, presidenta de la firma consultora de etiqueta Eticon (www.eticon.com) en charla con SEMANA estableció que para evitar embarradas de este tipo la regla de oro es preguntarse a sí mismo si esa reunión es social o de oficina y actuar de acuerdo con lo que se decida. “Uno debe pensar en cómo quiere que lo conozcan, en qué van a pensar los colegas al otro día y en si va a tolerar los chistes relacionados con la actitud que uno tuvo en la fiesta”. Para Humphries otra regla clave es nunca tomar más de dos tragos. Según la experta todas las frases y actitudes inadecuadas suceden después de ese límite, incluyendo los problemas de accidentes con tragos, el acoso sexual, las peleas raciales y las discusiones sobre religión.

No se trata de hacer cara de solemnidad todo el tiempo pero tampoco de excederse. ¿Cómo enmendar una metida de pata en estas fiestas? La experta responde que depende de las circunstancias. Muchas veces es preferible no llamar más la atención y mantener un perfil bajo pero en otras ocasiones no sobra una disculpa honesta. “Pero lo más importante es echar para adelante y no dejar que esa situación sea un obstáculo en el trabajo”. Aunque es inevitable molestar al personaje que hizo el oso en una fiesta, una recomendación es que al cabo de un tiempo lo dejen en paz pues no es justo hacer chistes en abril sobre un evento de diciembre.

En cuanto a las miradas y actitudes seductoras que pueden aflorar en estas reuniones Humphries no ve ningún problema si los implicados son solteros pero piensa que es peligroso cuando alguno de los dos está comprometido o casado. “La vida está llena de dificultades. ¿Para qué agregar más?”.

Las fiestas de la oficina son una oportunidad de conocerse mejor y pueden convertirse en grandes oportunidades para hacer alianzas entre departamentos, para conocer la empresa en más detalle y mejorar las relaciones entre el grupo. Pero es indispensable conocer los límites para que esa oportunidad no se convierta en una excusa para que lo echen del trabajo.