Saldo en rojo

Los bancos de sangre del país registran una grave crisis por falta de donantes voluntarios.

15 de marzo de 1993


CADA VEZ QUE se presenta una tragedia, se escuchan los angustiosos llamados en los medios de comunicación para que la gente done sangre. En estas ocasiones, la solidaridad ciudadana funciona. Pero con los complejos procedimientos de control que tiene hoy la sangre antes de ser usada en una transfusión, lo ideal no es donarla cuando existe una emergencia sino donarla como un gesto espontáneo y periódico en beneficio de todos.
Sin embargo, cada vez son menos los que se acercan a los bancos de sangre voluntaria y espontáneamente. Al parecer, a los viejos mitos de que donar sangre engorda o debilita, se suma ahora la idea de que es peligroso. El temor al contagio del sida ha venido a acelerar la crisis en los bancos dc sangre. Aunque no existe ninguna razón para ello puesto que todos los elementos que se utilizan en la donación vienen empacados en forma estéril y son totalmente desechables. Según el director de la Cruz Roja Colombiana, Guillermo Rueda Montaña, el déficit actual de sangre para transfusiones es del orden del 30 al 40 por ciento. "El déficit viene desde hace muchos años, porque la demanda de sangre es mayor que la oferta. Mientras la accidentalidad y la violencia aumentan, las donaciones disminuyen", señala. Y este déficit creciente se basa esencialmente en la falta de donaciones voluntarias. La Cruz Roja -que tiene 11 bancos de sangre- proporciona apenas el 18 por ciento de las necesidades del país. Según la doctora Regina Ching, del Instituto Nacional de Salud - que cuenta con 132 bancos de sangre- anualmente se recolectan 320 mil unidades en todo el país. Esta cantidad es apenas la reserva suficiente para una ciudad como Bogotá.
Lo cierto es que precisamente a raíz del riesgo del sida, los controles de seguridad de la sangre son hoy mucho más estrictos que hace cinco años. Por ejemplo, desde que se conoció la enfermedad desaparecieron los llamados "donantes profesionales", personas que vendían su sangre y que generalmente provenían de sectores marginados lo cual implicaba un riesgo. señala Rueda Montaña. "Actualmente, en razón de los exámenes que se hacen, hay que rechazar un número creciente de donaciones con el fin de garantizar un producto sano. Si antes el rechazo era del tres por ciento, ahora es el siete por ciento ". Pero el control no es solo sobre el sida. Se hacen pruebas para detectar la hepatitis, A, B y C, sífilis, paludismo, etc.
Estos exámenes hacen también que la sangre sea hoy más costosa. "Para detectar todas estas posibilidades de contagio, se requieren reactivos de alto y creciente costo. El simple procesamiento de una unidad -500 centímetros cúbicos- cuesta hoy 24.100 pesos, que son asumidos por la entidad ", señala Rueda Montaña. Pero lo curioso del caso es que cuando se empezó a hablar del sida, muchas personas acudían a donar sangre no por altruismo sino para obtener en forma gratuita el análisis sobre el sida. Según la doctora Regina Ching, del Instituto Nacional de Salud, la incidencia para el HIV en las donaciones es del 0.1 por ciento. Esta cifra es alta si se tiene en cuenta que los resultados de los exámenes para detectar hepatitis B son del orden del 0.2 por ciento. "Aunque es mucho menor que las registradas en otros países, sí es creciente", señala. Sin embargo, gracias al estricto control que hoy se lleva sobre las donaciones los receptores cuentan con una mayor seguridad. Las cifras del Ministerio de Salud muestran que entre 1983 y 1992 de 2.957 casos de contagio, sólo 33 fueron por transfusiones. Mientras la transmisión por vía sexual se estima en casi un 69.9 por ciento, el contagio sanguíneo es del 1.4 por ciento.
Pero lo que preocupa a las autoridades de salud no son tanto los costos del procesamiento de la sangre como la escasez. Es por eso que próximamente se activarán las campañas para aumentar, al menos en un 70 por ciento, las donaciones voluntarias. Mientras en otros países, los ciudadanos acuden dos veces al año a donar sangre como un deber social, en Colombia no existe esta conciencia ciudadana. En vista de que la gente no se acerca en forma espontánea a los bancos, constantemente la Cruz Roja hace programas para recibir donaciones colectivas en las empresas. Sin embargo, esto no basta para subsanar la enorme demanda.
Igualmente -señala la doctora Ching- es necesario hacer una campaña entre el cuerpo médico para que exista una mejor y más racional utilización de la sangre. En muchas oportunidades no es necesaria la transfusión de sangre -que en nevera tiene sólo una duración de 21 días- sino que puede ser reemplazada por sus derivados -plasma, plaquetas o glóbulos rojos- que se consiguen con mayor facilidad y a un costo menor.
Al parecer, el temor, la ignorancia y la indiferencia han dejado vacías las arcas de los bancos de sangre. Una situación que se hace más dramática en los difíciles momentos que atraviesa el país. La idea es que haya una donación voluntaria masiva y permanente para mantener reservas de sangre necesarias en caso de una emergencia. Pero eso es un problema de educación y, en Colombia, la gente prefiere pagarla que donarla.