Salir de la "olla"

¿Es posible dejar la droga? Médicos, siquiatras, sicoterapeutas y ex drogadictos responden a SEMANA.

11 de octubre de 1993

NINGUNO DE LOS 90 MIL COLOMBIAnos que cada año prueba por primera vez la marihuana, la cocaína, el basuco o los estimulantes sabe con claridad a dónde irá a parar después de ese "viaje". Unos, después de matar la curiosidad, no volverán a consumirlos. Otros comenzarán a hacerlo de manera ocasional, sin que esto altere su vida diaria. Pero, infortunadamente, a algunos ese primer paso les abrirá las puertas a otras sustancias y entrarán a engrosar el grupo de medio millón de personas que en Colombia son consumidores habituales de drogas sicoactivas.
De ellas, la gran mayoría desearía dejarlas, pero solo una mínima parte busca ayuda para lograrlo. Quienes trabajan en programas de rehabilitación señalan que aquellos que ingresan a tratamiento son, por lo general, personas a quienes el consumo ya les ha generado severos problemas en su vida familiar, laboral y afectiva. Es lo que muchos farmacodependientes llaman "tocar fondo" Y según los expertos. muchas veces es necesario llegar a estos extremos y hacer cosas que nunca pensaron -como robar, vivir, en las "ollas", tener líos con la justicia o perder el empleo, los amigos y la familia- para pedir ayuda de una manera voluntaria y no sólo por complacer a la familia. Y también, lo que los mantiene lejos de la droga es recordar todo aquello que vivieron. "Nunca pensé que llegaría al extremo de robar en mi casa para conseguir droga. Y sólo cuando ya había destruído mi vida, me di cuenta de que si volvía a meter tenía tres destinos: el manicomio, la cárcel o la tumba", dice Jorge Enrique, un economista de 38 años, quien lleva tres meses en un centro de rehabilitación. Aunque suene paradójico, este es uno de los factores que favorecen la recuperación de un adicto. "Es más difícil ayudar a una persona que apenas comienza a desarrollar una relación de dependencia con la droga, que quien está metido en ella hasta las narices", señala Augusto Pérez, director del programa La Casa de la Universidad de los Andes.
Pero salir de la droga no es fácil. De hecho, la mayor sorpresa para quienes han caído en ella es comprobar que algo a lo que se ingresa en una forma tan sencilla -por simple curiosidad o por seguir una moda- tenga una salida tan difícil."De 100 personas que entran a un programa de rehabilitación, 70 siguen todo el proceso, pero sólo 30 logran mantenerse alejadas de la droga durante el año posterior al tratamiento", dice Gerardo González, profesor del Departamento de Siquiatría del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Aunque a simple vista parezca una cifra pesimista, lo cierto es que quienes trabajan en este campo la consideran alentadora. "Con una que lo logre nos sentimos satisfechos", dice Jorge Montoya, director del Centro de Solidaridad Colombiano, donde de 10 personas que ingresaron al programa en enero de 1992, apenas dos salieron rehabilitadas.

MOTIVACION:
LA CLAVE
De la misma forma que para el consumo intervienen diversos factores, en el proceso de abandono de la droga entran en juego numerosos elementos: la edad, la personalidad, el nivel de autoestima, la situación familiar, el tipo de droga que consuma, el grado de dependencia o de tolerancia a la droga y el tiempo que lleva consumiendo. Pero quienes se enfrentan a la tarea de recuperar personas adictas a la droga, saben que el punto básico para el éxito es, sin duda, la motivación. "No se trata solamente de que la familia quiera ayudar al adicto y lo lleve a un centro, sino que él mismo tenga conciencia de que la droga es un problema que afecta toda su vida y desee firmemente salir de ella", afirma Augusto Pérez.
Mientras esta motivación no exista, el riesgo de deserción es alto. De hecho, de cada 100 personas que ingresan a tratamiento, 30 lo abandonan antes del primer mes.
Esa voluntad no sólo cuenta a la hora de ingresar a un programa; debe mantenerse prácticamente durante toda la vida. En este sentido, los terapeutas comparan el drama que vive un adicto en recuperación con el que sufre un enfermo de diabetes, quien debe abstenerse de consumir ciertos alimentos para mantener su bienestar.
En ambos casos. el individuo debe comprender que tiene que hacer un esfuerzo día a día por permanecer alejado de las "tentaciones" y que ese esfuerzo es de por vida. En el caso del farmacodependiente, la situación es más complicada porque en él existe ya una vulnerabilidad a la droga.

LA VOLUNTAD NO BASTA
Según estudios científicos, la razón de esta huella imborrable que no le permite a la persona olvidarse de la sensación de la droga, aun después de muchos años de haber dejado de consumirla, puede estar en una región del cerebro, llamada el centro mesolímbico, a donde llegan impulsos a través de neurotransmisores que dejan una memoria. Esto hace que la recuperación dependa, en gran medida de la fuerza de voluntad porque con una sola vez que vuelva a probarla, se despierta el recuerdo y el deseo compulsivo de seguir consumiéndola. En esto también interviene el tipo de droga que se consuma. Hay drogas más adictivas que otras. Por ejemplo el proceso de adicción de la marihuana es mucho más lento que el de la heroína o el basuco. Y, en los pronósticos de los expertos, los casos más difíciles son aquellos en los que se ha llegado al policonsumo, especialmente si todas son drogas fuertes.
Igualmente, frente a la adicción a una sustancia desempeñan un papel importante las características sicológicas del individuo. De hecho, estas en gran medida pueden determinar que un individuo sea consumidor ocasional o habitual. Mientras una persona puede consumir cocaína sin tener mayores problemas, otra, con marihuana, puede llegar a generar rápidamente un síndrome de dependencia. Por eso no existe un tratamiento ideal, cada caso es diferente y es, analizando estos factores que los especialistas establecen el pronóstico.
En el propósito de rehabilitar a una persona los especialistas también consideran importante diferenciar los casos de enfermos mentales que además son drogadictos, de los de farmacodependientes a secas. Por eso en casi todos los centros de ayuda lo prlmero que se investiga es que la persona no tenga sicopatologías, es decir problemas severos de depresión o trastornos de personalidad.
Si esto no se hace, se pueden cometer errores que tienen como consecuencia el fracaso continuo de la persona en rehabilitación.

EL TRATAMIENTO "IDEAL"
Con un problema tan complejo, no extraña que en la rehabilitación de drogadictos se esté intentando de todo: desde la sicoterapia tradicional hasta la acupuntura o la lectura de La Biblia. Y los expertos no se atreven a descartar ninguno porque ...

cada cual ha logrado algún porcentaje de eficacia. De otra parte, en el país no se han realizado estudios para establecer cuál de todas las formas de intervención ha logrado mayor éxito. "Muy pocas instituciones evalúan sus tratamientos. Los que lo hacen tienen un número de recaídas menor. Pero, como se ha visto, gran parte del éxito del programa radica en la persona misma y en cómo se adapte a las diferentes modalilades de tratamiento", explica el siquiatra Ariel Alarcón, consultor de las Naciones Unidas para programas de farmacodependencia. Lo que sí ha podido establecerse es que se trata de un proceso prolongado -y costoso-, que abarca desde la desintoxicación hasta la reinserción del individuo a la sociedad, que requiere un equipo interdisciplinario de especialistas: siquiatra, sicólogo, toxicólogo, trabajador social y, también, un grupo de apoyo.
En la mayoría de los métodos necesita la sicoterapia, pues es a través de ella que se pueden detectar las circunstancias que llevaron al consumo, a reconocer los problemas familiares, laborales, emocionales que se generaron por ese consumo y a rescatar los recursos del individuo. Estos programas dan las herramientas para adaptarse mejor a la vida y, aunque se presenten recaídas o deserciones, no todo está perdido. Los especialistas coinciden en afirmar que las recaídas son parte natural del proceso de salir de una adicción. Se ha visto que, ante una experiencia dramática, muchas personas que desertaron de los tratamientos logran dejar el consumo.
En la práctica también se observa que un mismo paciente puede pasar por muchas instituciones, con diferentes modalidades de intervención, antes de recuperarse totalmente.
Sin embargo, un problema que enfrentan las instituciones es la imposibilidad de hacer un seguimiento mayor para corroborar si las personas presuntamente rehabilitadas logran mantenerse o vuelven a caer en la droga durante los años siguientes al tratamiento. En Fundar, el balance anual es de 35 por ciento de rehabilitados, 45 por ciento de reincidentes y un 20 por ciento al que se le pierde el rastro. Pero incluso después de la recuperación el ex adicto encuentra muchas trabas para su reinserción a la sociedad. "Existe mucha dificultad para encontrarle empleo. Si es una persona que abandonó sus estudios y permaneció en la droga mucho tiempo, la situación es más difícil. Y lo peor es que ese sentimiento de frustración puede precipitar una recaída señala Abelardo Ardila, director de Fundar.
Quizá por eso. un alto porcentaje de ex adictos encuentra un espacio en la vida dedicándose a rehabilitar a otras personas en los mismo centros donde ellos se recuperaron. Pero esto sucede también porque durante el proceso terapéutico la persona no aprende a desligarse de todos los vínculos de dependencia, característicos en el drogadicto. Es el caso de lo grupos de apoyo, del que dependen muchos exadictos para mantenerse lejos del alcance de la droga. "Cuando uno ha visto el drama del farmacodependiente y toda su vida destruida, ve legítimo que la persona sustituya una adicción por otra", comenta al respecto Alvaro Rodríguez Rueda, coordinador operativo de la Unidad de Prevención Integral. Y esto lo corrobora Hugo, un ex adicto, quien afirma: "Llevo rehabilitado siete años, cinco meses y cuatro días. Ya no pienso tanto en la droga, pero dependo del grupo de apoyo y dependeré de él toda mi vida. Decir que yo puedo solo es una mentira".

Una experiencia tenaz
MIGUEL ANGEL, 16 AÑOS
"Yo empecé en la droga hace cuatro años. Nos fuimos a escuchar música al cuarto de un amigo y tro sacó cocaína. Le dije que me dejara probar. Me gustó como nada me ha gustado en mi vida. Era una sensación muy chévere porque uno se sale de la realidad y es feliz.
Desde ese dia seguí consumiendo basuco, marihuana y cocaína. A los 15 años me metieron a una clínica siquiátrica donde me reemplazaron la droga por sedantes. Vivía dormido, como bobo. Estuve un mes hasta que me volé. Eso fue en enero de este año. En ese momento comencé a robar en mi casa para comprar droga. Me cerraban las puertas con candado y yo le pegaba a las ventanas porque no aguantaba la ansiedad. Andaba en la calle, cuando mi papá me dio otra oportunidad. Yo no me quería quedar así y acepté. Cuando llegué aquí firmé una carta donde me comprometí a estar tres meses; pero cuando se cumplieron llamé a mi papá para que me dejara más tiempo, porque quiero rehabilitarme totalmente. El tratamiento depende de la honestidad que uno tenga. La abstinencia es difícil. Uno vive pensando en salir para poder consumir. Por eso trabajamos con el lema "sólo por hoy". En el colegio hay amigos que me dicen "hermano, yo no quiero hacer esto pero ahora no puedo dejarlo" y yo creo que es porque no han tocado fondo".

PEDRO, 20 AÑOS
"Yo empecé a los 13 años, consumiendo marihuana, por curiosidad. Después pasé a la cocaína, el basuco, el alcohol y pastas para epilépticos. Por tiempos decía no más y duraba tres meses sin nada. Pero volvía. Hasta que un día me puse a llorar solo de verme. Mi mamá me proponía entrar a un centro de rehabilitación, pero yo decía que eso no servía para nada. Hasta que en una crisis tenaz sentí que me iba a estallar por dentro.
"Entonces decidí hacerle caso. Aquí estoy hace dos meses. A los 15 días, por la ansiedad de consumir, me escapé y me fuí para una olla. Veía la gente que estaba ahí y me parecían espejos de lo que yo podía volver a ser. Cuando se me agotó la plata para comprar droga, volví al centro y les dije la verdad. Me dieron otra oportunidad. Aquí me han ayudado a conocerme y entender lo que he vivido. Hablamos de que la droga está ahí, que depende de mí y que tengo que ser fuerte... Pero todavía pienso en ella".

Fases del tratamiento
1.CONTACTO: el adicto se entrevista con sicólogos médicos. Si decide ingresar se le practica un exámen fisico y mental. En algunos centros, si detectan un nivel de motivación bajo, deciden posponer el tratamiento para evitar fracasos.

2.DESENTOXICACION: el adicto se despide de las drogas. En algunos programas son más flexibles y dejan la opción para que vaya dejando, pulatinamente, el consumo, en un corto plazo. Algunos centros complementan este proceso con sauna, vitaminas y ejercicios. En la mayoría de casos este proceso se realiza sin medicamentos o sólo recurren a ellos cuando e] paciente hace crisis o alucina. Esta fase se realiza por lo general de manera simultánea con la siguiente.

3.TRATAMIENTO: en esta etapa presenta el mayor número de deserciones. El adicto se somete a una serie de actividades como terapia individual y grupal dirigida por sicoterapeutas, y terapia ocupacional, con talleres de vitral, arte, computadores, manualidades. La familia también tiene participación a través de terapias. En este proceso se analizan sus relaciones interpersonales, su autoestima y la posibilidad de recaídas. Esta fase puede ser ambulatoria o con internado. Existe una modalidad en la cual el paciente es aislado. La duración depende del individuo y del centro pero puede oscilar entre uno y tres meses. En las comunidades terapéuticas es de nueve meses aproximadamente.

4.REINSERCION SOCIAL: además de la terapias individuales y de grupo se establecen estrategias para integrar a los ex adictos a la sociedad, ya sea por el estudio, el trabajo o ambos. Si se ubican, se le ayuda en las dificultades que tenga al enfrentarse nuevamente a la sociedad. Este proceso dura aproximadamente un mes, dependiendo de la persona. La mayoría de tratamientos terminan en este punto.

5.SEGUIMIENTO: el ex adicto mantiene un contacto no obligatorio con el centro. Asiste a terapias de grupo e individuales si lo necesita y conforma, en algunos casos, grupos de apoyo para mantener su abstinencia. Para el centro esta etapa es complicada porque se pierde el rastro a muchas de las personas recuperadas y no pueden establecer el estado en que se encuentran. Esta fase no tiene un límite de tiempo.

Diferentes programas de rehabilitación
.INTERVENCION CLINICA:(siquiátrica o sicológica). Los dos modelos contemplan en sus programas actividades de terapia grupal y familiar, pero la atención está centrada en el trabajo individual con el adicto. El programa ofrece internado, ambulatorio y consulta externa.
.COMUNIDAD TERAPÉUTICA: modelo orientado por el pensamiento conductista y sicoanalítico en el cual sc moldean las conductas por medio de experiencias correctivas. Es orientado por sicólogos, trabajadores sociales y personas recuperadas y capacitadas.
.MODELOS MIXTOS: programas que toman elementos de varias corrientes terapéuticas como de los modelos de intervencion clínica, de los grupos de apoyo como Alcohólicos Anónimos y de las comunidades terapéuticas.
.TEOTERAPIA: basan su trabajo en la religión como elemento principal para la rehabilitación. Incluye elementos del modelo de comunidad terapéutica y el estudio de La Biblia como fuente de convivencia y espiritualidad. El equipo está formado básicamente por personas rehabilitadas.
.DESINTOXICACION: únicamente ofrecen tratamiento de desintoxicación. Atienden urgencias: pacientes con síndrome de abstinencia, sobredosis, intoxicación y terminan el tratamiento una vez el paciente ha logrado ser estabilizado.
.MEDICINA ALTERNATIVA: basan su atención en las prácticas naturistas, como la bioenergética, la acupuntura y la sofrología. Orienta la atención en el aspecto fisico, espiritual y mental. El equipo está compuesto por sicólogos, médicos y trabajadores sociales con especialización en alguna rama de la medicina alternativa.

Vivir en la olla
EDGAR, 37 AÑOS
Empecé a consumir marihuana hace 15 años. Lo hacía por diversión. Estudiaba administració de empresas, pero no me gradué. Después pasé al basuco.
Al principio lo hacía sólo los fines de semana, pero después era cada tres días. Entonces me interné en una clínica siquiátrica. Estuve ocho meses y mientras estuve interno no tuve problemas. Era abstinencia total. Pero cuando salí, volví a recaer y me metí de lleno en la droga. Tuve que irme de la casa porque empecé a robar. Hubo otro intento de rehabilitación, por agradar a mi familia. Fue en otro hospital siquiátrico donde duré cuatro meses en tratamiento ambulatorio, pero tampoco funcionó. Entonces me dediqué a vender y consumir.
La gente lleva cosas de la casa para cambiarlas por, droga. Me involucré con la policía. Ellos decomisaban basuco y me lo vendían o me lo dejaban y yo lo vendía. Se encargaban de que nadie me tocara. También me manipulaban y, en lugar de darme dinero por la mercancía, me pagaban con droga y yo me la metía toda. Un día, un policía que me tenía cariño me dijo: "Ojo que lo van a matar poruqe usted sabe mucho". Yo me encerré a meter droga en un sitio varios días. Pero llegó un punto en que dije: "O me muero o me suicido o cambio".
Un día tuve que salir porque me pegué un tiro en una pierna accidentalmente y me encontré con un sobrino. E] habló conmigo, me recogió, me bañó, me llevó al medico y me expuso la situación de mi familia, lo que sufrían. . . Entonces me vine para este centro. Ya tengo aquí cinco meses. Es como volver a nacer. Así me dijeran que me muero en un año, por lo menos me doy la satisfacción de saber que cambié".

CARLOS, 28 AÑOS
"A mí me decían "Todo terreno", porque me gustaba todo: alcohol, marihuana. perico, basuco... Soy economista con máster en administración de empresas y manejaba las relaciones financieras de una empresa importante de Cali. Desde que era estudiante metía marihuana. Cuando empecé a trabajar, metía coca. También probé los, hongos y el ácido. Todas las drogas son malas, pero lo peor es el basuco. Yo creía que la droga era un asunto manejable y que el día que quisiera podía parar, pero no fue así. Ante eso hacía lo que fuera. Mi familia se dio cuenta cuando falsifiqué la firma de mi mamá en el banco.
Entonces me pusieron contra la pared. Me dijeron: Se va a una institución o se va para la cárcel.
Aceptar que uno es impotente frente a la droga es difícil. Nunca creí que iba a terminar en una clinica de rehabilitación. Pero tuve que reconocer que por mí mismo no podía salir del problema. Lo que uno tiene que poner es buena voluntad. El día lo parto en momentos, y digo: "No voy a meter". Así cada día se va logrando algo y se da uno cuenta de que sin meter las cosas le funcionan. También aprende uno a conocerse y a entender el problema. Yo no me doy látigo. Ya me perdoné el pasado. Lo que me mantiene firme en mi propósito es acordarme hasta dónde llegué y compararlo con la vida que llevo ahora y con la que podré llevar si logro rehabilitarme. Nadie puede hacerle ver a uno el problema. Lo que se necesita es querer parar. Mi destino era la cárcel o la tumba... Yo ya lo he vivido con amigos. Ya he enterrado a varios.
Ahora el compromiso es conmigo".